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La piedra como ruta hacia el cielo

Los seres humanos siempre han querido tener un enlace con lo transcendental desde que pudieron pensar. Y ya desde los albores de la Humanidad quisieron llegar a lo desconocido a través de los edificios, que formando parte de la madre tierra y habiendo salido de ella se elevaban en dirección al cielo, que es donde siempre han localizado lo que no comprenden. Hay monumentos megalíticos muy curiosos, que tenían que ver con deidades o con la conexión con el cosmos, y lo vemos en construcciones prehistóricas como las de Stonehenge, o zigurats mesopotámicos y templos en el antiguo Egipto. Salomón construyó un templo legendario, y en todo el mundo politeísta clásico hay templos, como si los dioses tuvieran necesidad de cobijarse en una construcción terrena.
xx1.JPGLas culturas prehispánicas de América también encontraron en las edificaciones una manera de conectar con algo que creían más grande que el hombre. Desde las pirámides mayas y aztecas a los santuarios quétchuas, América está llena de referencias religiosas y astronómicas, pues había una obsesión por el Sol, como en Egipto, y se ve en las celebraciones incas o en las estelas grabadas en piedra del Yucatán, o en los templos de Vilcabamba, última capital del imperio inca. Siempre la piedra y la tierra como vías de comunicación con otras dimensiones, y aunque las pirámides egipcias eran monumentos funerarios, también tenían que ver con la eternidad, por no contar las edificaciones de los celtas o los vikingos. También se daban estas construcciones en el mundo aborigen canario, que era monoteísta, un solo dios y como mucho dos, como en El Hierro que tenían un dios para los hombres y otro para las mujeres. Es curiosa la similitud fuera de toda lógica que hay entre culturas teóricamente incomunicadas en el tiempo y en el espacio. Los guanches denominaban tigotán al cielo y me llama la atención que, en el Machu-Pichu, la piedra estelar de sacrificios y que es, además, una especie de reloj de sol, era llamada tiguatana o tiguatala. Seguramente es una casualidad, pero la similitud de ambos vocablos que describen cosas relacionadas es cuando menos sorprendente.
El mundo cristiano heredó de Roma esa idea del templo, además de casi toda la estructura imperial y buena parte de sus ritos, pues el diseño jerarquizado de La Iglesia se superpone a la organización del Imperio de Constantino El Grande. Después de construcciones memorables como el templo de Santa Sofía y una generalización de templos en la Iglesia occidental durante el románico, aparece el gótico, y es ahí donde la construcción se convierte en una especie de sabiduría suprema y secreta.
xx3.JPGLa geometría es sin duda la esencia de la arquitectura, pero esa geometría, que fue abierta en la antigüedad de Euclides y Pitágoras, se convirtió en un arcano, un conocimiento para iniciados y casi un secreto que duraría siglos. Desde su primera revelación en la iglesia parisina de San Denis, el gótico se extendió por toda Europa, y se elevaron templos que respondían a reglas muy curiosas, como que su pórtico mirase al sol poniente o que en determinados días del año el Sol -otra vez el Sol- se filtrase por determinada claraboya e iluminase un lugar concreto del templo.
Los constructores se volvieron una clase aparte, que guardaba los secretos de la geometría y dicen algunos que otros saberes esotéricos. Los maestros sólo comunicaban su conocimiento a los oficiales aprendices, que en su día serían maestros, y de esa forma casi clandestina nadie descubría los secretos. Es muy conocido el párrafo que creaba distancia y desconfianza, pues el maestro decía: «Un punto hay en el círculo que en el cuadrado y el triángulo se coloca. Si conoces ese punto, todo saldrá bien, si no lo conoces, todo será en vano». Las bóvedas de cañón, el número de capillas y su orientación y docenas de detalles que hacen que no haya dos catedrales góticas iguales obedecían a propósitos previos, unos dicen que piadosos, otros que siniestros.
Es evidente que la idea general de que un templo es simplemente un recinto para reunir a los fieles no era la clave de las catedrales góticas, que a veces eran inmensos edificios en una ciudad pequeña y cuya extensión tenía que ver más con toda una filosofía que con las necesidades de utilidad. Estas ideas secretas se mantenían durante largo tiempo, transmitidas de generación en generación por los maestros a sus discípulos que serían los siguientes maestros, pues las catedrales tardaban siglos en terminarse. Y esas ideas, que siguen siendo un secreto, son las que determinan hechos como, por ejemplo, que la catedral de Milán tenga capacidad para ¡cuarenta mil personas! muchas menos de las que nunca van a acudir a un acto (y menos hace seis siglos), o que el número de vidrieras sea uno y no otro, así como los motivos de las esculturas, las gárgolas y los pórticos, los grabados de las columnas o los dibujos a veces indescifrables de las vidrieras policromadas.
Y nada se hacía porque sí, sino obedeciendo a motivos que nunca se han conocido, aunque si sospechado. En esos maestros constructores medievales está el origen de la masonería y todo este proceso entre maravilloso y ocultista está perfectamente reflejado en la novela Los pilares de La Tierra, de Kent Follet, un libro imprescindible si se quiere ahondar en este tema. Las catedrales góticas, no son meros recintos utilitarios, o al menos ese no fue el motivo de su construcción.

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(Este trabajo se publicó en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7 el pasado miércoles)

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La polémica en el luto por Saramago

José Saramago fue un gran escritor, de eso no hay duda. Por lo tanto, nada que objetar a todo lo bueno que se ha dicho, y por su puesto a su presencia en asuntos públicos, su palabra comprometida en los medios, su discurso a la vez pesimista y esperanzado. Ha muerto, y es una lástima. Pero creo que se está sacando de quicio el asunto del trato que las instituciones canarias han dado al escritor en su muerte. Recibió el homenaje de los vecinos de Tías y de todo Lanzarote en una biblioteca con su nombre, que es lo máximo que puede hacerse con un escritor, y fue a presentar sus respetos al fallecido la Consejera del área de Cultura del Gobierno de Canaria, además de otros representantes públicos de Lanzarote.
aabsDSCN3199.JPGNo acudió el Presidente del Gobierno, es cierto, ni a Lanzarote ni al funeral de Estado de Lisboa. Y de ahí viene la crítica que yo no entiendo. Saramago era un escritor afincado en Lanzarote, era Premio Nobel, y se le tenía afecto humano. Y era Medalla de Oro de Canarias y Premio Canarias en la modalidad de Intenacional. Hemos visto cómo han fallecido muchas figuras que eran Premios Canarias o Medallas de Oro y, que yo sepa, nunca se decretó luto oficial en Canarias por ello. Es cierto que Saramago tenía proyección fuera de aquí, pero también la tuvieron Rumeu de Armas, Alfredo Kraus y otros Premios Canarias. Y nunca hubo luto oficial, sino una nota de pésame, una corona y la asistencia del responsable del Gobierno en el área en la que destacó el finado. El Presidente no suele ir a los velatorios y los entierros de los Premios Canarias, a veces sí lo ha hecho alguno tal vez por amistad personal con el fallecido, pero no es lo habitual. Sin ir más lejos, hace unos meses nos han dejado dos grandes de la literatura canaria del siglo XX, Rafael Arozarena y José María Millares, no hubo luto oficial, y nadie se molestó por ello, al menos públicamente.
Yo no defiendo las costumbres del Gobierno de Canarias para estos casos, lo que sí digo es que, si se hubiera decretado luto oficial por Saramago, se habría hecho un agravio comparativo con nuestros personajes desaparecidos, cuya muerte tal vez no fue noticia de primera página en Madrid y el extranjero, pero que hicieron una labor literaria, científica, investigadora o artística de gran valor. Dado que no existe un protocolo oficial sobre el asunto, es la costumbre la que manda, y a Saramago se le rindieron los mismos honores que a cualquier otro Premio Canarias. Ir más allá es meterse en el run-rún mediático, porque Saramago, por su vinculación con Canarias, merece lo mismo que Arozarena, Millares, Lezcano, Padorno o Rumeu, pero no más. Y ya que se ha producido la polémica, tal vez se debiera redactar ese protocolo para que no hubiese dudas y confusión, que es lo que permite distintas interpretaciones.

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España en el todo o nada

Me he impuesto el reto de escribir sobre la selección española de fútbol antes de que se juegue el partido que la clasifica o que la envía a casa. Si ha ocurrido lo segundo, saltarán chispas y se dirá aquello de que jugamos como nunca y perdimos como siempre, que el juego de pases español vale para jugar billar artístico pero no para clasificarse en un Mundial, que los jugadores españoles se lo han creído y en realidad son una panda de señoritos que no tienen conciencia de que en estos momentos a España le hace falta ilusionarse con algo, aunque sea fútbol, pues así han vivido los brasileños durante décadas, que si…
ajabulani.JPGEsto, claro, llenará de alegría a los que pregonan que el fútbol es el opio del pueblo. Y yo digo que si la consigna es «pan y circo», ya que el pan no abunda, al menos no nos jodan el circo.
Si España se ha clasificado, ese juego de billar artístico es la quientaesencia del fútbol, somos los mejores y todos deberían mirarse en nosotros. Vicente del Bosque será elevado a los altares, esos señoritos insensibles se convertirán en héroes, modestos chicos buenos que tienen un Ferrari en el garaje porque se lo merecen. No sé si en este caso España es primera o segunda de grupo, y tampoco sé cómo ha quedado el otro grupo, así que en octavos será Brasil o Portugal. Como se ha ganado, ya verán que va a dar lo mismo, los echaremos de Sudáfrica, sean portugueses o brasileños …
… Hasta ver si en el partido de octavos el juego de España es billar o fútbol. Depende de que la bolita entre o no.