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Los más débiles

zz-insectos.JPGDicen que los insectos heredarán La Tierra porque son los que mejor saben adaptarse a los cambios. Si eso es verdad, será el hombre quien primero desaparecerá de la faz del planeta. Los avances tecnológicos, aplicados a la vida humana, tienden a encerrarnos en una burbuja de comodidades, hasta el punto de que cualquier contratiempo nos destroza. En todas partes hay aire acondicionado porque aguantar más de 25 grados es incómodo, te llevan la compra, cambias de canal con solo mover un dedo y ahora mismo estoy enviando esta nota desde mi casa, a través del teléfono. Si un solo día estuviésemos sin electricidad, sería el caos, porque vivimos en función de una serie de artilugios que se enchufan. Caen tres gotas y nos quejamos, hace un poco de brisa en la playa y nos parece una catástrofe. Somos los más inteligentes del planeta, y se da la paradoja de que nuestra inteligencia nos ha convertido en los más débiles.

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Escritores sin escritorio pero con obra

Los géneros novelísticos están establecidos en los manuales pero sus límites son difusos. Sabemos con claridad que El halcón maltés es una novela negra, que Memorias de Adriano es una novela histórica y que Un mundo feliz es ciencia-ficción. Sin embargo, hay otras novelas que entran en distintos géneros pero se contaminan de otros. Pero cabría preguntarse si El nombre de la rosa es histórica, gótica, negra, detectivesca, erudita o qué sé yo, porque participa de muchos géneros aunque su eje central se sostenga en la investigación de una serie de crímenes. Por lo tanto, deberemos convenir que la adscripción de una obra a un género determinado viene dado porque su ensamblaje responde primordialmente a este, aunque haya intersecciones de otros.
alexis1DSCN2798.JPGEn Canarias, el género negro se ido imponiendo en los últimos años, desde que Antonio Lozano, desde la novela, y Dolores Campos-Herrero desde la narrativa corta, pusieron las primeras piedras de un edificio que hoy es muy sólido, y que cuenta entre sus pilares a José Luis Correa y Alexis Ravelo, además de incursiones en el género de otros autores, incluso de aquellos que nunca lo habían transitado.
Y me ocupo hoy de Alexis Ravelo, que sostiene una serie de novelas detectivescas en la figura del Eladio Monroy, pero que se mueve, además, por otros registros en los que lleva otra línea y que ha llamado La iniquidad. La primera entrega fue La noche de piedra, y la segunda, muy reciente, es Los días de mercurio. Son novelas que nacen alrededor de atmósferas muy cerradas y que podríamos considerar muy cercanas al género negro, historias independientes pero que obedecen al propósito del autor de retratarnos una época muy complicada para nuestra sociedad.
alexis2.jpgLos días de mercurio es una historia que transcurre en los años cincuenta del siglo pasado. Aparte de su propia naturaleza de relato de intriga, es un fresco de cómo era la sociedad en plena dictadura, cuando las paredes oían y una palabra de más podía costar incluso la vida. Aparentemente se trata simplemente de resolver un asesinato, pero hay mucho más, como en toda buena novela de género que se precie, pues pocos como los grandes nombres de la novela negra americana han retratado aquella sociedad con tanta precisión y lucidez, dejando una estela que llega hasta el mismísimo Cortmac McCarthy, y a la que no son ajenos autores como Paul Auster, que aparentan venir de otro sitio. La ironía, el sarcasmo y hasta la crueldad más terrible aparecen en la manera de narrar de Alexis Ravelo, que sabe que el lenguaje forma parte del decorado de una historia. Mostrar un mundo cruel no puede hacerse sin un lenguaje adecuado, y cuando se distancia surge el sarcasmo para retratar situaciones que por desgracia no está muy lejos de la realidad, cuando no son sobrepasadas por esta.
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Ravelo entró en la literatura de puntillas, hará unos diez años, con un libro de relatos que tituló Segundas personas, y desde entonces no ha parado de producir, porque está en el momento más exuberante de su creación, cuando ya tiene experiencias vitales y literarias y sigue teniendo la energía que da la juventud. No cesa de publicar novelas, relatos, libros para niños y de trabajar en otros soportes, porque es un escritor de su tiempo, y sabe que la literatura no acaba hoy en los libros. En los mentideros siempre hay quien dice aquello de «Alexis escribe demasiado». También lo dicen de Santiago Gil. Pero, claro, eso lo afirman quienes dicen que escriben, aquellos que «tienen escritorio», como escribió Alonso Quesada en una de sus crónicas más afiladas, y que se proclaman tan autocríticos que su libro inacabado sigue ahí porque seguramente es indigno de ellos. O sea, que son unos mantas sin creatividad ni talento y critican a quienes están creando su obra y están en su mejor momento vital para hacerla. A veces cuesta seguir la trayectoria reciente de Alexis Ravelo, y me alegro de eso, porque quiere decir que está en plena ebullición, trabajando en varias líneas creativas, paralelas unas veces, divergentes otras, sobre todo cuando escribe para niños, y siempre con la mirada en el horizonte.
alexis4.jpgPero no me he perdido sus dos entregas de La Iniquidad, y tengo que decir que Los días de mercurio es una novela tremendamente eficaz en su desarrollo. Tal vez para otros la eficacia sea una cosa menor, no para mí. El gran prestigio que tiene entre los críticos la prosa enrevesada de autores como Vila-Matas o Javier Marías a veces me supera. Es indudable que son dos grandes maestro del lenguaje, pero no diría yo que lo sean de la novela entendida como relato. El narrador eficaz es aquel que no exaspera al lector porque siempre está suministrando datos nuevos que van construyendo el edificio de la historia que cuenta. Y eso Alexis Ravelo lo hace con máxima eficacia, y tiene además la habilidad de contarlo todo y a la vez ocultar algo que inquieta. Sin duda esa es una técnica propia de los escritores de novela negra, y ese tipo de prosa ha ido adhiriéndose a la manera de escribir de Ravelo hasta el punto de hacerlo reconocible. Es decir, tiene voz propia, una voz que deja vivir a sus personajes y no los ahoga en los arabescos lingüísticos que otros enarbolan como estandarte. Decía Benedetti que no perdonaba a un narrador que no le contase una historia. Está claro que Alexis Ravelo estaría más que perdonado.
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(Este trabajo fue publicado en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7 del pasado miércoles)

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La justicia poética del fútbol ¡já!

Hay quien piensa que todo lo que hacemos o dejamos de hacer tiene consecuencias positivas o negativas para cada uno de nosotros. Los equipos de fútbol están compuestos por personas y las selecciones por seguidores que son naciones enteras. Los errores arbitrales son humanos, pero es impresentable que en una competicón de ese nivel no se pueda resolver sobre la marcha una jugada dudosa.
aajusticiapo.JPGInglaterra conquistó su única Copa del Mundo en 1966 gracias un gol fantasma, y esto perjudicó a Alemania, que era el equipo adversario. Ahora, 34 años después ocurre lo contrario, y es Alemania la benificiada de un disparate arbitral. No es serio, y en cuanto a lo de la justicia poética no acabo de creerlo, porque si la hubiera no morirían tantos niños de hambre en el Tercer Mundo. Porque una acción así desmoraliza al que la sufre y ya no funciona igual. Alemania gano 4-1 a Inglaterra, pero si, cuando iban 2-1 el gol robado a los ingleses hubiera subido al marcador, sería otro partido, que seguramente habría ganado Alemania, o no.
Lo que sí está claro es que las selecciones campeonas del mundo (Alemania, Brasil y Argentina) se llevan siempre la mejor parte, hay como una tendencia a no incomodar a los poderosos. Y es que el fútbol no es más que otra faceta de la corrupción generalizada en que vivimos.