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El día que murió Marilyn

zz-rama.jpgAgosto me atrapa con sus efemérides, con sus memorias, con su fechas, unas jubilosas y festivas, otras melancólicas y hasta nostálgicas, la mayoría filón para escribir novelas, como aquella de Terenci Moix, El día que murió Marilyn, que no es otro que el 4 de agosto, día en que La Palma, Lanzarote y Agaete festejan a la Virgen de las Nieves. El 4 de agosto, cómo no, La Rama, una fiesta peculiar, atávica y contemporánea al mismo tiempo, y el día 3, fecha en que Cristóbal Colón partió de Palos de Moguer hacia lo desconocido, que no lo era tanto porque los Templarios y los vikingos ya habían estado en América. De la gesta colombina lo que más me atrae es lo surrealista que emerge de su memoria, como cuando nuestra entrañable María Dolores de la Fe quiso provocar y provocó diciendo que Colón era una mujer, una especie de Catalina de Erauso, la Monja Alférez. Es agosto, no parece grave, tomaré algo y se me pasará.

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Cecilia

zz-cecilia[1].jpgLa nostalgia es negativa porque es vivir siempre en el pasado y querer reproducirlo una y otra vez; la melancolía es positiva porque es recordar lo vivido con cariño, desde el presente, aprendiendo de lo bueno y de lo malo que la vida nos ha ido dando. Por eso se me hace melancólico cada dos de agosto, el día que se cumplen años de la muerte en accidente de tráfico de Cecilia, la cantante feuchilla, tierna, dura, con una enorme sensibilidad y una personalidad arrolladora. A la calidad de su música se unía la belleza de sus letras, el dominio de la voz y la visión crítica de una sociedad que entonces empezaba a cambiar y que hoy, tres largas décadas después, ha dado algunos pasos adelante, aunque seguramente menos de los que demandaba Cecilia en sus canciones. Era una cantautora que no estaba etiquetada de «roja», pero sus canciones llevaban la dinamita para volar viejos vicios y el plano de una vida más justa, la que aún no hemos conseguido.

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Meteorología

zz-meteorologia.JPGCuando la ciencia agota sus recursos, surgen siempre la paraciencia, la costumbre, la tradición y en ocasiones el esoterismo. Iba a decir que lo irracional, pero no sería exacto, porque a veces en estas cosas hay elementos lógicos que se conjugan, y que de alguna forma pueden componer un sistema. O no. La meteorología es una ciencia que los propios meteorólogos saben que puede predecir los cambios climáticos a cortísismo plazo, estudiando mapas de isobaras, anticiclones y demás elementos. ¿Se atrevería a predecir hoy un meteorólogo que va a llover torrencialmente dentro de dos semanas, siendo como es pleno verano? Seguro que no, pero hay campesinos y pescadores que, basándose en signos marineros, en situaciones de los astros y en detalles tan poco académicos como las cabañuelas de agosto así lo afirman. ¿Esas predicciones tienen fundamento? Si el 31 de enero corren los barrancos ¿será una casualidad o es que se ha manejado un sistema de signos que desdeñamos?