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Torpezas incendiarias

zzde-Espana-4053[1].JPGDesde el pasado 11 de septiembre, parece que tanto en el palacio barcelonés de la Generalitat como en La Moncloa y en varios ministerios de Madrid han entrado súcubos que han poseído a los dirigentes para que echen gasolina al fuego. Por un lado arman mucho ruido las proclamas cada vez más subidas de tono de Artur Mas y su gente, por la otra Wert casi se basta para alimentar el incendio, aunque el Presidente ha tenido el detalle de no dejarlo solo y lanzar sus arengas sobre todo en la campaña electoral en Euskadi. Hasta el Rey se ha pringado las botas, con sus reuniones con empresarios y sus veladas alusiones al asunto, con lo que tampoco ayuda. Gallardón, quién si no, se ha sumado al coro de los despropósitos, y en un solo de barítono (con música de El barbero de Sevilla, él es muy melómano) ha soltado una colección de perlas. Entre todas, destaco dos; la primera es que señala que convocar un referéndum sin la conformidad del Estado es delito, y responsabliza a quien lo convoque, lo que suena a amenaza (ya sé que dirá que no). Muy bien, declarar la intención, aunque sea veladamente, de meter en la cárcel a Artur Mas es el primer paso para crear un mártir por la causa, y cuando hay mártires es complicado dar marcha atrás. La segunda perla es de una torpeza descomunal. Dice Gallardón que si Cataluña y el País Vasco (él no diría Euskadi ni muerto) salen, España desaparece. Pues a lo mejor, que diría el otro, pero es que hay otras 15 comunidades que quedan automáticamente menospreciadas. Las palabras en política pesan mucho, y parece mentira que políticos curtidos no lo sepan. Esa cerrazón mental y esa ligereza de la lengua por ambas partes están cavando una zanja que luego va a ser difícil puentear. Es que tenemos los políticos más irresponsables e ineptos en el momento menos oportuno. El destino es un usurero, ya sabía yo que algún precio habría que pagar por un Mundial y dos Eurocopas.

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Hazañas, pero menos

zoooDSCN4024.JPGLos medios están vendiendo la proeza del autriaco Félix Baumgartner al lanzarse desde la estratosfera en caída libre como un hito comparable al descubrimiento de América o a la llegada del hombre a La Luna. Decían ayer en la radio que en el futuro la gente recordará el 14 de octubre de 2012 y preguntarán aquello de qué estabas haciendo cuando Félix Baumgartner batió media docena de récords. La verdad es que todo eso está muy bien, pero discrepo en equiparar esta puesta en escena mediática con verdaderas proezas que han marcado la historia. Metido en una cápsula climatizada, con docenas de mecanismos automatizados, solo un rosario de fallos podría hacer fracasar algo así. Es verdad que hay que tenerlos cuadrados para meterse en ese artilugio y con una preparación física tremenda para soportar esa velocidad y esos cambios de presión. Antes que esta historieta de ayer yo pondría la hazaña de Linberg al cruzar el Atlántico en avión, o el primer hombre que se lanzó con éxito en paracaídas en 1797 (que por cierto fue un tal André Jacques Garnerin, del que nadie se acuerda, aunque hubo otros antes que se partieron las piernas o la crisma). Son muchas las aportaciones que se han ido haciendo, y esta, que lo es, significa un grano de arena en la montaña del progreso. Así que, enhorabuena a Baumgartner, y que le vaya bonito con el dineral que le caerá en derechos de imagen y patrocinios (como a Colón o a Marco Polo). Y digo yo que también forman parte del progreso inventos como la papelera o el orinal (¿quién inventó el orinal? Es un puntazo).
Por cierto, hoy, día de Santa Teresa, se falla el Premio Planeta, otra gran puesta en escena, con jurado y todo (pobres escritores ingenuos que se presentan). Echo cuentas a ver qué nombre mediático no lo tiene y me sale una docena. No apuesto, pero sí es seguro que ganará una novela histórica o negra. Es lo que está vendiendo, porque no veo yo una novela erótica en este premio. Quién sabe.

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Malala y el fanatismo

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Las religiones utilizadas como instrumentos de dominación han sido siempre fuente de intolerancia. Ha pasado con todas, y cuando estamos en el siglo XXI, 50 años después del Concilio Vaticano II, recordamos los cambios de actitud de Roma, que sigue pareciendo antigua, pero que en 1962 dio un salto, porque lo que había antes era pura inquisición. En las religiones todo es muy lento, aunque esto parece lógico en instituciones que manejan la eternidad. Y me pregunto si el islam violento y fanático que ha disparado a Malala, la niña pakistaní cuyo único pecado es querer ir a la escuela, bebe en el mismo libro sagrado que el de la Córdoba de Abderramán III, ejemplo de tolerancia y convivencia, a quien le debemos haber servido de puente con nuestra antigüedad clásica. Da escalofríos escuchar a los agresores de Malala diciendo que aunque salga curada del hospital volverán a atentar contra ella. Esa fijación me estremece, porque sé que hay un islam que ha leído de otra forma las suras del Profeta. La vida es un bien único, pero poca racionalidad puede pedirse sobre la vida de los otros a quienes están dispuestos a inmolarse. Ojalá alguna vez el ecumenismo y el respeto que impulsó Juan XXIII en el Vaticano II tenga reflejo en las otras religiones monoteístas y siga avanzado en la católica, porque también hay que decir que Pablo VI y sobre todo Juan Pablo II no fueron muy entusiastas con los nuevos aires surgidos del Concilio.