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Propósitos

zzzFoto0544.JPGSiempre fue una manida tradición en los medios hablar de los propósitos personales para el nuevo año, pero esta vez, cuando están cayendo chuzos de punta, es comprensible que casi no se atrevan a hablarle a la gente de proyectos de mejora: reintentar por enésima vez estudiar inglés, dejar de fumar, comer más sano, aguantar en el gimnasio más allá del primer mes… Durante estas fiestas a la gente incluso le daba cierto reparo pronunciar una felicitación, y habrán observado que se dice menos «felicidades» y se usan más expresiones como «que todo vaya mejor» o «que tengas un buen año». No ha habido consigna, sino una reacción del inconsciente colectivo, que va con pies de plomo porque cada hora que pasa viene otra racha nueva del viento del desánimo. Creo que quienes dirigen este país debieran decir a la gente cuál es el proyecto, qué se persigue, cómo ha de colaborar cada uno, y juntos tratar de salir adelante como colectividad. Pero no dicen nada, cortan aquí, ajustan allá, atemorizan acullá, y así no hay manera de crear esperanza y ponerse las pilas para salir del bache. Si se supiera cuál es la dirección, habría más ilusión, pero con la sensación de que todo se hace o se deshace para nada es más complicado. Claro, es que la mayoría de los dirigentes no han llegado a plantearse esto porque siguen cobrando salarios altísimos, y me temo que mientras puedan raspar esos salarios del presupuesto les dará igual lo que nos pase a los demás e incluso lo que le pase al país. Ojalá me equivoque y cambien el chip, hace falta. Ya saben, les deseo el mejor año posible.

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Principio del enemigo único

Cada día está más clara la técnica que está utilizando el gobierno de Rajoy, es exactamente, línea por línea, la diseñada por Joseph Goebbels, ministro de progaganda nazi, que estableció con mucho éxito que la fuente de todos los males de Alemania eran los judíos, y que Rajoy y sus voceros han trasladado a los empleados públicos. Es decir, hay que machacar a quienes cobran de los presupuestos, y con informaciones y medidas fragmentadas ir fomentando la ceencia general de que la ruina de este país no es culpa de banqueros irresponsables, políticos corruptos, empresarios paniaguados o grandes defraudadores fiscales; la culpa es de los trabajadores públicos, de manera que la palabra «funcionario» ya empieza a sonar como un insulto.
zz88888Foto0221.JPGY si no fíjense bien cómo se sigue al pie de la letra la estrategia de Goebbels, quien estableció su doctrina propagandística en sus famosos 11 principios que pueden resumirse en el primero de ellos: Principio de simplificación y del enemigo único, que consiste en individualizar al adversario en un único enemigo. Amparado en esta idea, establece una serie de pautas en los otros 10 principios, que aconsejan entre otras cosas constituir al adversario en una suma individualizada, cargar sobre él los propios errores, limitarse a un número pequeños conceptos y repetirlos incansablemente para que «una mentira mil veces repetida se convierte en verdad», lanzar argumentos fragmentados (medias verdades) siempre con el mismo concepto general, operar a partir de un sustrato preexistente, sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales, y así llegar a convencer a mucha gente de que piensa como todo el mundo, creando una falsa impresión de unanimidad.
Eso es lo que están haciendo con los empleados públicos, que ahora, cuando se ponen enfermos, aparte de que les costará dinero por el copago y la ambulancia, cobrarán solo el 50% de su salario. Y la gente aplaude porque se aprovecha ese sustrato de odios y mitologías populares (mucho han vivido los humoristas del chiste del funcionario); pero no se dan cuenta de que la creación de ese enemigo único conduce por un lado a la paralización de la economía y por otro a la destrucción del Estado, aparte de que infringe claramente los Derechos Humanos y es una advertencia para quienes se creen a salvo porque no cobran de los presupuestos (todo se andará). Si hay empleados públicos absentistas que caiga sobre ellos todo el peso de la ley, lo mismo que se sanciona a los conductores por conducir bajo los efectos del alcohol, y no a todo el que se pone al volante. La desidia de algunos funcionarios es muestra del escaso control laboral que durante años ha tenido la Administración, pero es un error suyo, y no pueden pagar ahora justos por pecadores. Pero está claro, ya se ha decretado que el enemigo único son los empleados públicos, que han arruinado a los banqueros irresponsables, a los políticos corruptos, a los empresarios paniaguados e incluso a los defraudadores al fisco, que presa del pánico por la taimada y perversa maldad de los funcionarios se llevan el dinero a paraísos fiscales para ponerlo a salvo de semejantes monstruos.
Mira por dónde, Joseph Goebbel ha encontrado en Rajoy y su gente unos alumnos muy aventajados.

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Inocentes


El diccionario de la RAE pone en la primera acepción de la palabra inocente «Libre de culpa», y en la tercera «Cándido, sin malicia, fácil de engañar». Aunque la advertencia de que hoy es Día de los Inocentes le reviente la fiesta a alguien, tengo que decir que, ateniéndonos estrictamente al diccionario, nos han gastado la inocentada más monumental que recuerdo. Por lo visto ellos han decidido que les valía la tercera acepción, que éramos fáciles de engañar, y yo me acojo a la primera: de todo lo que está pasando estamos libres de culpa. zz45pñ.JPGPor otra parte, nunca me han gustado las inocentadas; mucha gente se parte de risa cuando otro hace el ridículo, o se lleva una desilusión, pero eso me parece una sutil manifestación de la crueldad de la que es capaz el ser humano. Hacer ir a alguien a muchos kilómetros engañado o falsearle una llamada telefónica en la que se le dice que uno de sus grandes sueños se ha cumplido no me parece divertido, es cruel. Y ahora, creyendo que somos cándidos, nos dicen todo ese rollo de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, cuando lo que están haciendo es desmontar una sociedad que no trataba de enviar a la miseria a millones de personas. Recortan y con ello culpabilizan a los trabajadores públicos, pero que nadie olvide que los funcionarios son los que mantienen encendida la lumbre del Estado, gobierne quien gobierne. Con su debilitación lo que se pretende es redirigir las cosas a conveniencia de unos pocos. Ni una sola medida de las que se han tomado sirve para reactivar la economía, y en realidad no ahorran porque al inducir la parálisis de la actividad recaudan menos aunque suban los impuestos. Es de una evidencia tal, que no creo que lo hagan por torpeza, es deliberado y el fin que persiguen es inconfesable. Pretenden que sea una inocentada, pero no somos tan fáciles de engañar. Eso sí, somos inocentes, pero no tontos; ellos son voraces depredadores y quienes les sirven de correa de transmisión unos vulgares sicarios que finalmente también serán sacrificados. No se alarmen, todas esas palabras gruesas también vienen en el diccionario de la RAE.