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LA PREMISA

Para España, y a fin de adecuar las leyes a la realidad, se propone que se redacte una nueva constitución, que responderá al espíritu de los siguientes conceptos:
a.- El estado español es una entidad económicas regida por la banca y las grandes corporaciones de la energía, las comunicaciones y el comercio, y todas las actuaciones irán encaminadas a proteger a estas corporaciones por encima de cualquier otra consideración. A este concepto se le llamará PREMISA.
b.- Los habitantes de España serán considerados ciudadanía de clase 1, clase 2 y clase 3, según su capacidad adquisitiva, zzzzFoto0327.JPGy quedarán sin efectos todos los derechos adquiridos en el campo social, laboral, educativo, sanitario o de cualquier otra índole, siempre que estos afecten negativamente a la cuenta de resultados de las entidades mencionadas en LA PREMISA.
c.- Se establecerá un sistema participativo en elecciones periódicas, para elegir a las personas que deban administrar el estado, y en su toma de posesión jurarán fidelidad abosoluta a lo establecido en LA PREMISA. A estas elecciones concurrirán solamente ciudadanos de la clase 1, que son los que han tenido acceso a formación superior.
d.- Habrá un sistema judicial renovado que se encargará vía decreto de que la mencionada PREMISA sea aplicado en cualquier circunstancia, fuere cual fuere el daño colateral que pudiere ocasionar a la ciudadanía, con excepción de la de clase 1, que queda por encima de la ley, con rigor cuando se trate de la clase 2 y sin compasión cuando sea de la clase 3. Como es evidente, desaparecerán las facultades de derecho y los colegios de abogados, puesto que en el nuevo sistema carecerán de función.
e.- Quedarán abolidos conceptos como igualdad ante la ley, derechos humanos, justicia social y otros que pudieran hacer peligrar LA PREMISA.
Disposición final.- Esta nueva constitución y su aplicación se hará siempre por la patria y pensando en la grandeza de la democracia.

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El Papa

zzzbarca pedro.JPGYa se fue Ratzinger (?), ya eligieron un nuevo pontífice (hacedor de puentes) y se han sucedido las secuencias propias del evento: anuncio sorpresivo, muestras de la campechanidad del nuevo sucesor de Pedro, que no solo no lleva sandalias, sino que calza zapatos negros (el papa siempre los llevó rojos), y todavía sigue usando los muy raídos que traía de Buenos Aires y no ha estrenado los que le regalaron sus allegados en Argentina para que acudiera al cónclave vestidido de limpio. Su anillo es de plata y sus palabras de amigo. Es cercano, es hablador, es argentino y parece una mezcla de Juan Pablo I, todo sonrisas, y la humanidad cercana al pobre que dicen tenía Juan XXIII. Ya está, elección, ruedas de prensa, misa de inauguración y se acabó la fiesta; ahora viene el trabajo, donde el papa Francisco tiene que dar la medida de sus intenciones no con gestos (que desde luego son importantes) sino con hechos. Puede ser que haya un gran cambio, por otra parte poco probable con el lastre de la curia, o por el contrario es posible que todos esos gestos sean mera imagen y que finalmente nada se mueva. Francisco tiene ante sí la oportunidad de marcar un antes y un después o de diluirse en una gran decepción. Será conservador y seguramente inflexible en los dogmas, pero eso es La Iglesia, si cambiara mucho sería otra cosa. Lo verdaderamente importante es que sea Jefe de una comunidad religiosa, y deje el ordenamiento de las vidas ciudadanas para las leyes civiles, sobre todo si provienen de poderes democráticos. Si fuese así, sería un gran papa.

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Lo que ellos digan


zoooDSCN4283.JPGLos ingleses decidieron hace muchas décadas que Canarias era una tierra propicia para cultivar los tomates que ellos necesitaban para sus ensaladas, más a mano que las lejanas bayas de ultramar, a dos días de Liverpool y con un dominio total de la producción y el mercado. Ahora es Bruselas la que decide sobre nuestras cosechas; el caso es que nunca hemos gobernado nuestras fuentes de riqueza, fuera caña de azúcar, viño, cochinilla, plátanos, tomates o turismo. Siempre son otros los que, desde muy lejos, dicen cuándo y cuánto hay que producir. Y se nota, sobre todo en las proximidades de citas electorales, en el discurso tomatero de nuestros políticos. El caso es que seguimos pendientes de lo que los europeos quieran comer y lo que quieran pagarnos por nuestros productos. Y nadie se esconde para decirnos que hasta eventos como el Festival de Música o los Carnavales tienen la mirada puesta en lo que la señora Europa desee. Quinientos años de soledad, que diría un amigo mío que es coronel.
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Nada tiene que ver con mi post, pero pongo este enlace con el blog de Alexis Ravelo, y así me ahorro escribirlo.