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¿Por qué se juegan la vida?

Desde muy antiguo el hombre quiso ir más allá, el «Plus Ultra» de los latinos, y gracias a este deseo de superación individual la Humanidad ha avanzado en su conjunto. Entiendo que un atleta sueñe con llegar el primero o batir un récord, que un equipo quiera ser campeón o que alguien desee inscribirse en un palmarés como el que más horas seguidas ha bailado, el que ha hecho la paella más grande o el que más kilómetro que ha recorrido con una bicicleta de paseo.
avIOLETA 1.JPGLo que no entiendo es el juego al límite que compromete la propia vida. Alguien puede morir accidentalmente en una carrera ciclista o en un Gran Premio de Fórmula 1, pero es eso, un accidente, que puede pasar en cualquier parte. Me refiero a ese desafío irracional a la muerte cuando se escala una montaña de ocho mil metros, cuando un domador se encierra con fieras en el circo o un trapecista hace piruetas sin red. Eso no lo entiendo, por eso nunca me gustó el circo, pagar una entrada para ver cómo alguien se juega la vida.
Y, por supuesto, tampoco entiendo los toros. Dejando aparte el debate sobre las corridas desde el punto de vista de la defensa de los animales, entiendo que en una faena puede haber plasticidad, pero que alguien se juegue la vida para que yo vea cómo se conforma una figura estética en un albero me parece irracional. Admiro a quienes arriesgan su integridad por una causa noble o para tratar de conseguir un bien mayor (salvar a otros), pero no entiendo por qué causa se juega la vida José Tomás, que cuando se arrima es jaleado por miles de personas que pagan para verlo, como a los trapecistas, los lanzadores de cuchillos o los domadores.

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Cambio de ciclo en Londres

alondress.jpgDecía hace unos días que El Reino Unido puede darle siete vueltas a cualquier país del mundo en cuanto al ejercicio real de la democracia, pero lo cierto es que en un larguísimo siglo las fuerzas se han convertido básicamente en dos, laboristas y conservadores. Los liberales siempre han tenido presencia parlamentaria, pero nunca han tenido opciones de poder más allá de ser el segundón de una coalición.
Por primera vez en siglos (y esto es real), el candidato liberal tiene opción a ser Primer Ministro, pues el bipartidismo básico no se rompió ni siquiera durante la II Guerra Mundial. Hoy hay elecciones y no sé si ganará Gordon Brown, David Cameron o Nick Clegg (el liberal), pero lo cierto es que a partir de ahora ya nada va a ser lo mismo en los equilibrios de poder en Londres. En cualquier caso hay que tomar nota porque los ingleses siempre van al menos una generación por delante, aunque luego los franceses se anoten el punto (Mayo del 68) o el partido (Revolución Francesa).

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Otra polémica de las nuestras

Estuvimos años y años mareando la perdiz sobre la ubicación de Auditorio, dilucidando los pros y los contras de la circunvalación, discutiendo las modificaciones del Teatro Pérez Galdós, planificando las prestaciones de la Gran Marina… Y más cosas, unas salen adelante y otras se pierden en la noche de los tiempos, como el rockódromo o el gran parque de La Isleta.
Ahora tenemos dos grandes temas para después del café: el tranvía al Sur y el teleférico del Roque Nublo. Y así con tantos proyectos que unas veces son lógicos y otras no tienen pies ni cabeza, condiciones que no son directamente proporcionales a que salgan o no adelante. Hay proyectos, como el parque del Guiniguada, que tienen una lógica aplastante, pero no sabemos cuándo será una realidad porque en estos momentos el dinero no sobra y la UE ya no es aquella mina de la que estuvimos sacando oro durante décadas.
aestadio1.JPGLa gran sorpresa es el proyecto de acondicionamiento del Estadio Insular, que se anuncia con el arquitecto Calatrava a la cabeza. El Ayuntamiento dice que no puede ser porque hay trámites avanzados sobre un parque en la zona, y el argumento es que a la UD Las Palmas el campo de Siete Palmas no le va. Yo sé poco de casi todo y sólo se me ocurren preguntas: ¿Jugaría mejor la UD en el Estadio Insular? ¿No era ya un desastre hace una docena de años, cuando aún jugaba allí? ¿De verdad tiene tanta incidencia social y económica un equipo de fútbol? ¿Qué vamos a hacer con el Estadio Gran Canaria que costó una pila de millones? ¿Dar vida a Ciudad Jardín no equivale a quitarla a Siete Palmas? ¿Quién va a pagar todo eso (Calatrava no es barato, ni sus proyectos tampoco)? Pero ya digo, yo de esto, como de casi todo, sé muy poco.