Hoy es otro día especial; y van…
me invade el 35
por todas partes.
Y es que los
números
son mucho más
que meros dígitos,
son
nuestra memoria.
Y me sale una
multiplicación:
35 x 2.
Y al fondo,
París.
Sobre la teórica diferencia entre humanos y bestias
Muchas veces nos preguntamos para qué sirve tanta investigación inútil, cuando las necesidades reales del ser humano son conocer la forma de vencer el cáncer o el sida, procurar una vejez digna a las personas mayores o simplemente saciar el hambre. Que el hombre pisara la Luna por primera vez en 1969, tras el chorro de dólares que costaron los proyectos Mercury, Géminis y Apolo de la NASA sólo nos ha dado tonterías como los relojes digitales o el velcro, adelantos que podrían haber sido logrados con mucho menos dinero sin La Luna en juego, pues tampoco ha servido como posibilidad de supervivencia, puesto que otras investigaciones han conseguido «tesoros» tan preciados como la bomba de neutrones, y para seguir alimentando las ansias de poder no ha sido necesario investigar nada. Además, nos iba muy bien con los relojes de tic-tac sin pilas contaminantes, y el velcro nunca tendrá la sensualidad de una cremallera. Yo investigaría la manera de que siguiera habiendo vida en La Tierra.
El asunto de los perros feroces que son capaces de atacar incluso a sus amos va a traer cola. Por una parte, ya hay normas por las que se necesita pasar un test psicotécnico para tener uno de eso animales, pero no se dice nada de la esposa o el marido de quien figure como dueño, ni de sus hijos o de la cuñada que vive en su casa. Ocurre como con los permisos de armas, que por mucho test que haya, cuando a quien posee una pistola se le cruzan los cables acaba liándose a tiros. Si las armas son finalmente para ser disparadas, los perros feroces terminan siempre haciendo lo que les es propio, atacar con saña. Ya hay demasiados muertos para andarse con paños calientes, y encima ahora, para evitar problemas, muchos de los dueños de estos perros asesinos se deshacen de ellos en cualquier sitio. Si ya de por sí son peligrosos teniéndolos controlados, imagínense un mastín o un pit-bull abandonado y hambriento. Un animal así es como un tigre de Bengala suelto en mitad de la calle de Triana.