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¡Tiembla Italia, va Rajoy con sus huestes!


(No tengo por costumbre escribir los domingos, pero hoy debo hacerlo por patriotismo, en apoyo a la heroica empresa que capitanea el Presidente de Gobierno: ganar a Italia)

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La gente anda entretenida con cosas menores: Ya tenemos una nueva palabrita -el FROB-, la banca española se tambalea, mueve el dedo la directora del FMI, Obama mete un rasca a las instituciones europeas por su insensibilidad y ¡hale hop! sale de la chistera un fajito de billetes que puede ser de hasta cien mil millones de euros. Para que me entiendan, 2.100 euros por españolito, incluyendo a los niños de teta (me refiero a los bebés, no a otros lactantes) Ya digo, cosa menor.
ZFotoY0376.jpgLo importante es que, desafiando el terrible Mar del Norte donde sucumbió la Armada Invencible, Rajoy se ha ido a Gdansk, que es la ciudad que sirvió de disculpa para que Hitler invadiera Polonia, la ciudad de Walesa, la ciudad en la que nuestra aguerrida pero muy sofisticada selección de fútbol va borrar de una vez por todas a la diabólica Italia de la faz de La Tierra. Ya España la eliminó de la anterior Eurocopa, pero aún debe seguir pagando la eliminación de España en el Mundial del 94, cuando el malvadísimo Tassotti le rompió la nariz a nuestro insigne Luis Enrique (fue el partido en el que Julio Salinas hizo amistad con el balón y casi se lo lleva a casa en lugar de patearlo a la red).
Esta de ahora es una empresa patriótica, y el Presidente del Gobierno está donde tiene que estar, no haciendo números, que es cosa de contables, no de héroes. Rajoy tirando las puertas de Gdansk, codo a codo con el Príncipe, qué estampa. Sólo falta el brazo de Santa Teresa (de lo poco que queda incorrupto). Debería haber ido también el General Jefe del Estado Mayor de la Defensa con armadura, y llevar una vaquilla para que Felipe la toree en el descanso del partido con mariano como mozo de espadas, y que así los lánguidos europeos sepan de qué estamos hecho (mejor una vaquilla que mitigar el paro). ¿El rescate? Una tontería de sábado por la tarde. ¿Qué es eso frente al eje Xavi-Iniesta-Silva o la muralla Casillas-Piqué-Ramos? Perder con Italia sí que sería terrible, el Gran Capitán saldría de su tumba gritando «¡Gaeta, Ceriñola, Garellano, a mí los tercios de Nápoles!».

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El síndrome de Estocolmo

zhkDSCN4139.JPGA estas alturas de la película, no estoy seguro de casi nada, y con los datos que tengo, que son los que salen en lo medios, no puedo saber si esta crisis fue desencadenada a propósito para tirar de las bridas, o si se produjo por acumulación de errores no deseados, o se veía venir la curva y nadie apretó el freno. Yo creo que es un poco de todo, pero lo más grave es que, sin querer o queriéndolo, el sistema ha conseguido a través del miedo que la gente se paralice. Y cuando una sociedad se detiene empiezan a derrumbarse los principios por lo que se rige. Ahora mismo, quien tenga trabajo con contrato fijo procura no decirlo en público, porque se ha conseguido crear una especie de complejo de culpabilidad frente a los desempleados. Y no digamos si el trabajador en cuestión cobra un salario no ya alto, sino simplemente decoroso, que lo acompleja frente a los salarios bajísimos que abundan en quienes tienen trabajo aunque sea eventual. Lo siguiente será que los pensionistas encuentren lógico que no se les atienda debidamente, que aplaudamos el copago en Sanidad y que entendamos que solo accedan a carreras universitarias con beca los pobres cuyas capacidades sean estratosféricas. Los demás serán mulas de carga, y ya empiezan a escucharse comentarios como «en mi época sólo estudiaban unos pocos». Es decir, lo malo no es que quieran quitarnos nuestros derechos, eso es lo normal, quien tiene la sartén por el mango siempre trata de imponerse, lo verdaderamente grave es que a muchísima gente empieza a darle igual o incluso se vuelven conversos de un liberalcapitalismo que los ha puesto a los pies de los caballos. Ese es el mayor peligro, una especie de síndrome de Estocolmo.

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¿Qué vida queremos vivir?

Dice el aforismo popular que hay que tener cuidado con lo que se desea porque a veces ese deseo se cumple. Más de una vez hemos escuchado de otros o de nosotros mismos la expresión admirada de la vida supuestamente fascinante que tiene una persona que conocemos o de un gran personaje, cabeza de serie en lo suyo. No nos paramos a pensar que para vivir la vida de otro tendríamos que tener sus mismos gustos, amar a las misma personas que él ama y, en definitiva, calzarnos sus zapatos. zzapatitoscristal.JPGPuede que entonces no nos gustara tanto, y si nos clonamos a ese personaje seríamos él, como lo cual estaríamos como antes. Vaya como ilustración esta fábula:
En el extremo oriental de Europa había tres hermanas. La mayor deseaba levantar un gran casa que fuese admirada por quienes la contemplaran, y se puso a ello, día tras día, semana tras semana, y así durante años. A la segunda no le movía ningún gran proyecto, quería pasar desapercibida en el anonimato y a eso dedicó sus días, sin complicaciones ni angustias. La menor de las hermanas quería hacer el Camino de Santiago, echó a andar, vivió mil peripecias, pasó frío, calor, alegría, cansancio y llegó por fin a Compostela. Henchida de gozo, realizó el camino de regreso, y cuando volvió a su país, encontró a sus dos hermanas tan plenas como ella. Las tres desearon en algún momento vivir la aventura, la constancia o el remanso de otra de sus hermanas, pero siguió cada una su camino. Si hubieran intercambiado los papeles, alguna de las tres -o todas-, probablemente se habrían sentido frustradas, porque al final lo más decepcionante es no vivir la propia vida. Por eso desear la vida de otra persona puede no ser una buena idea.