Publicado el

¿Pesa sobre España una maldición?

Lo mismo que Espronceda, Larra y la mayor parte de los autores y autoras del romanticismo español, el escritor Antonio García Gutiérrez denunció, gritó y señaló la corrupción, el caciquismo y el abuso de las clases poderosas en la España del siglo XIX. De su obra crítica (es autor de una amplia amplia obra diversa) destaco un fragmento de un soneto publicado en 1847:

«La virtud, la hidalguía, en la experiencia
de su estéril valor se han estrellado,
y mi patria infeliz es ya un mercado
en que se vende a gritos la conciencia.
No hay gloria, no hay dolor, no hay sacrificio
que por viles parásitos hambrientos
no se convierta en propio beneficio».

goyassss.JPG¿Les suena de algo? Sí, que parece escrito hace dos horas. Después, muchas voces se han levantado contra esa especie de maldición, que es como una noria, y uno de los que señalaron, dibujaron y criticaron aquella España -que por desgracia sigue siendo esta- fue nuestro paisano don Benito Pérez Galdós. La España que reflejan sus novelas llamadas contemporáneas es la actual, con terratenientes a los que se rinde pleitesía, obispos apocalípticos e iracundos contra las mujeres (mientras engordan en las meriendas de los ricos), y políticos testaferros que solo sirven al poder y al dinero. Galdós, Unamuno, Josefina de la Torre, Machado, Rosa Chacel, Miguel Hernández, Mercé Rodoreda, Blas de Otero y tantas otras voces -y pintores como Goya- los han puesto como chupa de Dómine. Y ya que uso esta expresión nacida en El Buscón, tengo que recordar que Quevedo, Cervantes, Fray Luis de Granada y la mayores plumas españolas han denunciado los mismos desmanes hipócritas, crueles y criminales. ¡Hasta el atildado Moratín ironizaba sobre la corrupta sociedad dieciochesca! Esto ha pasado en otros países, pero han avanzado y hoy son espejos en los que mirarse. Por ello me pregunto que si en cuatro siglos se repite una y otra vez la misma historia, ¿significa eso que España no tiene remedio?

Publicado el

Esa violencia que no remite

Ya uno no sabe en qué lengua hay que decir cosas que ve con palmaria nitidez. Los seres humanos son diferentes uno a uno, pero tienen todos los mismos derechos y nadie es más que nadie. Oigo al primer ministro turco esgrimir argumentos machistas que hacen temblar; y enseguida te dicen que Turquía es un país islámico. Es verdad, y aterra ver el nivel extremo de violencia que sufren las mujeres en otras culturas, pero es que miro alrededor y escucho las mimas palabras, como si estuvieran grabadas a fuego. zzzlazo.JPGY lo que más descorazona es que jóvenes y adolescentes repiten las mismas conductas, con lo que, yo que he dedicado muchos años a la enseñanza y he tratado de inculcar valores igualitarios, siento una terrible sensación de fracaso. Pero hay que seguir, repetir hasta que también se grabe a fuego en las mentes que nadie es dueño de nadie, que la violencia quita vidas, anula libertades pero nunca da la razón al que no la tiene. Hoy conmemoramos el asesinato de las Hermanas Mirabal, las mariposas dominicanas que cayeron bajo la bota del sátrapa Turjillo, pero en democracias formales también sigue habiendo crímenes machistas. Es una forma de terrorismo al que no se hace frente en la misma dimensión que a otros terrorismos. ¿Se imaginan cuál sería la movilización del Estado si cada año una organización terrorista asesinara a un centenar de personas, maltratase a miles y humillase a millones? Pues eso está pasando aquí y ahora, y este terrorismo se une a otros que tienen que ver con la raza, la pobreza y el abuso de poder, cuyas víctimas siempre son los más débiles: mujeres, niños, ancianos, minorías étnicas, pobres. Yo a estas alturas me niego a discutir cuando alguien asoma la cresta para tratar de justificar o explicar la violencia machista, y acabo por decirle: «si lo hace es usted un criminal; si lo justifica, es cómplice de asesinato». Y de La Iglesia no hablo hoy para no dar la oportunidad de que me llamen comecuras.

Publicado el

El vasallaje y la picota

imjuh7agen.JPGEstos día me he visto traladado a muchos siglos atrás, con el vasallaje que se rindió a una difunta poderosa, cuyo velatorio fue vergozosamente retransmitido durante horas por la televisión pública. Era la representación de besar la bota que te pisotea. Por otra parte, he visto cómo la gente (periodistas incluso y en directo) exigen saber cómo va a pasar en la cárcel cada minuto Isabel Pantoja, y me ha horrorizado ver que la gente se hacía fotos-souvenir con la cárcel en la que está recluida al fondo. Es la versión digital de la picota.
Aunque la picota viene de muy antiguo como soporte de la exhibición de los ejecutados para ejemplo y escarmiento de habitantes y transeúntes (los crucificados de la guerra de Espartaco), luego tomó un cariz más de burla y humillación a los reos, que eran atados, no como advertencia, sino para diversión del pueblo, que los escarnecía burlándose de ellos, espolovoreándolos con harina o escupiéndolos. El soporte físico era una columna (se conservan algunas) que estaba en las plazas de las poblaciones o a la entrada de las misma para atar a ellas a los «robagallinas» y a las mujeres «de moral distraída». Todo esto se fue suprimiendo en Europa y América a partir de las revoluciones burguesas del siglo XVIII, aunque en la América profunda y calvinista la costumbre de marcar a las mujeres adúlteras con una letra escarlata perduró hasta mucho después de la independencia. A un condenado se le administra su pena y luego es un ciudadano más, y es el Estado el que lo hace en los centro penitenciarios. Y ahí termina el castigo, sin picota ni escarnio. Lo que estamos viendo en los últimos días con Isabel Pantoja nos hace retroceder muchos siglos, y es muy alarmante que este sentimiento de humillación al reo se alimente desde medios de comunicación supuestamente del siglo XXI.