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Carta imposible

Hace mucho tiempo que dejé de creer en los Reyes Magos, y si lo pienso bien me parece que siempre supe quiénes era. Tal vez por eso no tengo mucho apego a la monarquía, y tampoco a las sibilas, adivinadoras y chamanes, porque tampoco está claro que los tres que venían de Oriente hacia el portal fuesen reyes de un reino o magos de vaya usted a saber que tendencia.
durero.jpgEncima hay investigadores que aseguran que en realidad eran cuatro, pero que uno se perdió, con lo cual la estrella de Belén parece menos fiable que el GPS.
Y aunque no creo en ellos, quiero creer, porque si no ya no sé a quién pedir que ponga su mano para acabar con tanto disparate. La invasión de la franja de Gaza es algo que terrible, y no entiendo quién gana con tanta sangre, y qué gana. Si de verdad existen los Reyes Magos, yo quiero una señal, y esta es que pare ya tanta crueldad inhumana. Tampoco me entra en la cabeza que ni Estados Unidos, ni la UE ni la ONU sean capaces de parar la guerra. O sí lo entiendo, pero preferiría no comprender porque de lo contrario sentiría vergüenza.
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(El cuadro es la Adoración de los Reyes Magos, cuyo autor es Alberto Durero)

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Sesenta años después

Fue en aquel año 1948, el mismo en el que, paradójicamente Gandhi fue asesinado, cuando nació la Declaración Universal de los derechos Humanos. Y fue un 10 de diciembre, tal día como mañana, que es también el día que se entraga el Premio Nobel y en España la salida del mayor puente del año.
paloma.jpgHay que pensar que, mucho antes de esta declaración hubo otras que cambiaron la concepción del mundo, tales como la que redactó Thomas Jefferson y que luego fue asumida casi literalmente por la Revolución Francesa. Hablar de la conculcación de los derechos fundamentales de los seres humanos en nuestro planeta sería interminable, y casi resulta irónico que siga celebrándose con lo que está ocurriendo en Afganistán, Irán, Guantánamo, Dafour, El Sahara, Somalia, Georgia, Zaire, Chad… Aquí mismo. En realidad todos somo culpables porque ya sabemos que a menudo el silencio es el cómplice indispensable para que siga la barbarie.
Por eso no debemos callar.

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ETA otra vez

La verdad es que ante la barbarie de ETA ya uno no sabe qué decir. La rabia, la impotencia y la perplejidad dictan siempre el mismo discurso, y ser originales en esta situación ya casi no es posible, porque hemos dicho todos por activa y por pasiva mil veces las mismas palabras en todas las conbinaciones de que somos capaces.
eta.JPGLa conclusión es que matar no justifica ninguna reivindicación, aunque fues ela más justa del mundo. Es que, además, en este caso matar es completamente inútil, por ETA sabe que en la actual composición de Europa su propósito es imposible. Pero también sabe que su única razón de existir es matar. Y por eso mata.
Lo que sigue sin entrarme en la cabeza es la frialdad de estas personas, que se supones persiguen un ideales, para acercarse por detrás y descerrajar un tiro en la nuca de otro ser humano. Y las celebracuones que hacen del dolor de las familias en los entierros, y ese odio que traspasa las cámaras cuando son filmados en los juzgados. Desde el odio nada se construye, y menos la convivencia. Así que, sigo perplejo y asombrado, cuando el único lenguaje que saben hablar algunos es el de las pistolas.