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¡Viajeros al tren!

Aunque lleva dos meses calentando la caldera y resoplando en la estación, hoy parte de verdad el tren de Obama. También es verdad que a veces ha habido demasiado silencio por parte del presidente electo, que se tostaba al sol de Hawaii, calladito, mientras el horror se desencadenaba en Gaza. Es una paradoja que un hombre que pasa por ser uno de los mejores oradores que se recuerdan (lo llaman el nuevo Cicerón), desaproveche esa elocuencia cuando más falta hace, aunque me parece que sé lo que habría dicho de haber hablado.
jptren1701090[1].jpgTodos dicen que Barak Obama -Barry para los amigos- tiene un pico de oro, lo cual es una gran virtud cuando se ocupa un escaño parlamentario, porque de eso tratan los parlamentos, de construir con palabras un proyecto común. Pero las palabras no son la panacea cuando se tiene el poder real, porque no funcionan como conjuros mágicos. En política -y menos en política internacional-, no hay abra/cadabra que valga, sólo cuentan los hechos.
Y el bueno de Barry ha querido homenajear a Lincoln, lo cual me parece un gran detalle porque el mítico presidente que ganó la guerra contra el Sur fue el adalid de la lucha contra la esclavitud de la raza de Obama; es de ley que se lo agradezca realizando su legendario viaje en tren desde Filadelfia (ciudad donde los padres fundadores dieron forma al nuevo estado) hasta la capital federal. Las palabras son importantes y los gestos también. Pero ha llegado la hora de los hechos.
Que tenga usted mucha suerte, Señor Presidente Obama, y ojalá responda a la esperanza que sus palabras generan. Se lo deseo por usted, por Estados Unidos, por el planeta y por la cuenta que nos trae a todos. Se acabó la campaña, comienza el viaje real. ¡Viajeros al tren!

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La hora de la justicia

Cuando se habla del juez Baltasar Garzón se dividen las opiniones, y yo, asumiendo todo lo mediático que pueda tener su trayectoria, creo que ha sentado escuela y ha abierto el camino para perseguir criminales en cualquier lugar del mundo. Su actuación en el caso Pinochet es ejemplar, a mi modo de ver.
compromiso8m[1].jpgSiguiendo esa estela, otro juez de la Audiencia Nacional, el magistrado Eloy Velasco, se ha puesto a la tarea de investigar los asesinatos de los jesuitas españoles Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno y Amado López, así como varias mujeres que trabajaban en el edificio de la universidad salvadoreña. Está claro que fueron las fuerzas paramilitares (yo me ahorraría el «para»), que estaban descontentas con la constante denuncia de los abusos del poder que hacían los jesuitas españoles.
ellacuria[1].jpgLa labor de estos hombres en su dedicación a los demás merece que su asesinato no quede impune. Esta es la Iglesia que sirve a la comunidad, y que sin embargo no cuenta con el respaldo de Roma, pues ya sabemos el episodio en el que Juan Pablo II reconvenía a Monseñor Romero sobre su permanente denuncia de la injusticia. Monseñor Oscar Arnulfo Romero fue asesinado mientras oficiaba una misa en el altar mayor de la catedral de San Salvador.
En Roma ni se les pasa por la cabeza plantearse siquiera su canonización. Por lo visto los santos han de ser sumisos con el dinero y el poder, y se olvidan que Jesucristo echó a los mercaderes del templo a latigazos y desafió el poder del Herodes, del Sanedrín y del Imperio. Por eso lo mataron, como a Monseñor Romero.
Por eso estoy con el juez Velasco, porque la coherencia y el valor merecen justicia.

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El odio engendrador

«La sangre engendra sangre como el perro engendra el perro» dice una página de un libro que es sagrado para tres religiones, porque Jesucristo no es sólo un referente cristiano, también es un profeta para judíos y musulmanes, y al final coinciden todos los que defienden que la guerra nunca es la solución, desde Gandhi a Luther King, desde Monseñor Romero al propio Cristo, valedores de la palabra que fueron abatidos por ese odio engendrado que todo lo alcanza.
blog.JPGNo hay palabras en los diccionarios de ninguna lengua para nombrar lo que está sucediendo en Gaza. No quiero entrar en si fue primero el huevo o la gallina, sólo creo que la palabra, engendradora de pensamiento, podrá poner cordura en tanto desvarío. Y hay posiciones diversas, matices distintos, sea en medios locales, estatales o extranjeros. Al final, son las palabras, el odio nunca ganará ninguna guerra, y menos la de la paz.