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Mirando hacia atrás… con perplejidad

cnsti.JPGEl libro de Javier Cercas ha vuelto a poner de moda reflexionar sobre la Transición, que si fue un ejemplo para el Mundo, que si fue un traspaso vigilado, que si fue un engañabobos… Hay opiniones para todos los gustos, pero por lo que va saliendo y uno recicla de la memoria, la verdad es que cada cual tiró de la brasa hacia su sardina, y si al final se hizo una Transición aparente es porque por lo visto todavía existen los milagros.
El paso de un sistema dictatorial a una democracia parlamentaria fue muy movido, y los supuestos protagonista han sido barnizados por la pátina de la historia, de modo que ahora parecen tan nobles y tan generosos, pero lo cierto es que la mayor parte de ellos tenía más concha que un galápago. Más que como padres, se comportaron como «cuñados» de la patria.
Pero estamos donde estamos, y no está mal echar un vistazo. Como curiosidad, que tal vez carezca de significado -o no- la portada del ejemplar de lujo de la Constitución de 1978 está encabezada por un águila. La verdad es que nunca me interesó demasiado la heráldica, pero ese aguilucho no me gusta donde está, aunque tal vez en este caso no signifique lo que me temo. Pero, sí, estoy algo perplejo.

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¿Es que no hay más cera que Berlusconi?

Es curioso que la decisión última en todas las elecciones está en manos de los indecisos. Parece un contrasentido, pero es así, porque es ese pequeño porcentaje (no suele ser más allá del 10%) de electores influenciables el que quita y pone reyes, y es para ellos para quienes se hacen las campañas electorales. Cada partido, tendencia o ideología política tiene su espacio básico más o menos acotado, y de ahí es muy difícil que baje, salvo catástrofe. Luego, según se reparta ese 10% de votos indecisos o influenciables, la balanza se inclinará hacia un lado u otro. No deja de ser triste que sea esa minoría, que generalmente no se interesa por la política y que se turna en la abstención (no por convicción sino porque hay un buen día de playa) la que decida sobre el futuro de todos.
890.JPGHasta ahí se puede entender que a menudo ganen los que están en el poder, porque este votante casquivano no quiere perder, o bien gana la oposición porque ese mismo votante ha decidido castigar al gobierno como culpable de todos sus males. Eso es normal, y lógico en cualquier democracia que suele moverse en ciclos con fechas de caducidad.
Lo que no acierto a entender es cómo puede ganar en Italia alguien como Berlusconi, que es cada vez más la caricatura de sí mismo al tiempo que afloran historias realmente grotescas alrededor de su persona. Eso sí que no lo entiendo, y menos entendería que el Parlamento Europeo lo nombrase Presidente de la Comisión. Ha ganado la derecha, pues elegirán -salvo pactos transnacionales que suelen darse en la UE- a alguien de ese sector. Y la pregunta es esta: si ha de ser de derechas el sucesor de Durao Barroso ¿no hay en toda Europa una persona de esa tendencia más presentable que este personaje? ¿Se han fijado que ya hasta imita las posturas fotográficas de Mussolini?

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La profecía del poeta

Erase una vez un lobito bueno,
al que maltrataban todos los corderos.
Y había también un príncipe malo,
una bruja hermosa y un pirata honrado.
Todas esas cosas había una vez,
cuando yo soñaba un mundo al revés.

23.JPGEl párrafo anterior es un poema de José Agustín Goytisolo, que muchos conocimos cantado por Paco Ibáñez y Rosa León, y que muchos niños de Educación Infantil han cantado como divertimento. Pero es mucho más que eso, parece un disparate, pero es la fotografía de un mundo que no debería ser, y mira por dónde, resulta que se ajusta a la realidad más actual.
Porque aquí parece que hemos puesto al zorro a guardar las gallinas, y utilizan una palabra supuestamente sagrada como democracia para medrar personalmente al precio que sea. Supongo que a estas alturas no hace falta especificar quiénes son la bruja hermosa, el príncipe malo, el pirata honrado y los corderos maltratadores. La profecía del poeta se ha cumplido. Qué pena.