Publicado el

¡Balones al suelo!

imagenbalon.JPGHoy, que es un día en que el fútbol es actualidad palpitante en Gran Canaria, llego a estas horas con la cabeza como un avispero, porque el griterío político no sirve para convencer a nadie y seguimos en la línea secular de «Sostenella, no enmendalla». Y se me ocurre un símil futbolístico, que se utiliza cuando el juego se embarulla a base de patadones, nadie controla el partido y el balón vuela por los aires, cae en la cabeza de uno que pasaba por allí, vuelve a las altura y así hasta que suele irse fuera. La consigna que entonces gritan los entrenadores desde la banda es siempre la misma: «¡balones al suelo!». Jugando a ras del césped se hilvanan jugadas, se hace fútbol, y en estos casos siempre lleva las de ganar el equipo que tiene más calidad, que en términos futbolísticos es el que siempre tiene la razón. El barullo solo beneficia a los malos equipos. Este es mi ruego a políticos, periodistas, opinadores varios y agitadores que buscan pescar en río revuelto. Pues eso, ¡balones al suelo!, que esto no es fútbol ni es nada. Y ya que estamos, feliz 40 cumpleaños a Juan Carlos Valerón, que sabe mucho de poner cordura dentro y fuera del campo. Por supuesto, a la UD Las Palmas «arriba d’ellos«.

Publicado el

A los jugadores de la UD Las Palmas, sin acritud

ababderrra.JPGEstimados asalariados de la UD Las Palmas: Yo no creo que en ustedes pese la certeza de que, si La UD asciende, muchos tendrán que irse porque habrá que hacer un equipo más fuerte. Les supongo profesionales con la ética necesaria para combatir hasta el final, y les recuerdo, por si alguno lo olvida, que no son los grancanarios los que aman los colores del equipo, sino que son ustedes, nativos de aquí y muchos de fuera, quienes llevan los colores de la isla. Ustedes cobran, lo que me parece muy bien, porque el trabajador merece un salario por su trabajo, pero los empresarios morales de la UD Las Palmas somos los grancanarios, también los que no son socios y los que no van nunca al Estadio, e incluso aquellos a quienes no les gusta el fútbol, puesto que ese equipo respira porque el dinero público, nuestro dinero, le dio y le sigue dando aire. Si hasta les hemos hecho un estadio nuevo y grande que usan como propiedad privada. Pero bien, esto funciona así. De modo que cumplan con su trabajo que ya nosotros hemos cumplido como jefes, con dinero público (especialmente de nuestro Cabildo) y de los bolsillos de muchos isleños. De modo que ahora no empiecen con que se cansan, porque no entiendo que jóvenes en la flor de la vida se cansen haciendo lo que más les gusta. Y tampoco trago con las majaderías de siempre: que si no hay que presionarlos, que si hay que ser comprensivos, que si… Presionaremos cuanto nos plazca y sacaremos los pañuelos cada vez que no dé la gana. Y ustedes, a ganar partidos y a ascender a Primera División, que este año no vamos a tragarnos ninguna película con final sorpresivo.

Publicado el

Fútbol sí pero no

imagen1.JPGEl fútbol fue inventado por los magnates ingleses para las masas, hartos de que el populacho se inmiscuyera en los refinados juegos de pelota con que las clases altas se divertían en los clubs de campo. Wimbledom no estaba hecho para obreros. Los asalariados no tenían la delicadeza y la pericia necesarias para jugar al badmington, al polo o al tenis, juegos que utilizaban las manos. A los de abajo había que inventarles algo que se jugase a la patada. Juanito Rodríguez Doreste decía que el Primer Ministro británico debió encargar un estudio a alguna comisión de expertos pelotaris que por fin dieron con la solución: ¡eureka, el fútbol!. Y como los ingleses eran en la práctica dueños de medio mundo, llevaron el nuevo deporte a todas sus colonias y a los países que, sin pertenecerles oficialmente, dominaban por el mercado. No cuajó en La India ni en Africa Oriental, pero sí que aprendieron enseguida a dar patadas a un cuero en el Río de La Plata, en Río de Janeiro y, por supuesto, en todos los ríos de Europa. Ahora resulta que explotando el espíritu ancestral y a veces artificial de tribu, para muchos grupos humanos, incluso naciones, un equipo de fútbol es su seña de identidad, aunque sea un invento inglés, esté repleto de foráneos y finalmente todos los equipo de fútbol sean lo mismo: un grupo de jóvenes (a veces inmoralmente multimillonarios, que esa es otra) dando patadas a un balón. Por eso siempre digo que me gusta el fútbol bien jugado desde el minuto uno hasta el noventa, y aborrezco todo lo demás que hay alrededor: publicidad, dinero, política… Cualquier cosa menos deporte.