Dopaje y deporte
Pongo por delante que no justifico el dopaje de los deportistas, porque es un fraude al deporte y a la sociedad. El Plus Ultra de los clásicos está muy bien, pero tiene un límite, el de la propia naturaleza. Puedo entender que las fabulosas marcas conseguidas en 1936 en los Juegos Olímpicos de Berlín por Jesse Owen se quedaron pequeñas con los años porque ha cambiado la alimentación, se ha profesionalizado el deporte y se han investigado nuevas técnicas de entrenamiento y materiales que se usan en las competiciones (pértigas, zapatillas, bicicletas…). Es comprensible, pero también lo es que el cuerpo humano tiene límites, y llega un momento en que no se puede ir más allá. Y eso hay que asumirlo, pero no parece que se esté por la labor, porque los deportistas de élite son un gran negocio en publicidad, y generan mucho dinero si rascan una milésima de segundo al anterior récord. Uno de los más grandes deportistas de la historia ha sido sin duda Karl Lewis, disciplinado, dotado físicamente, con una gran inteligencia para usar esas dotes y un cuerpo diseñado para correr como una gacela. Cuando batió muchas marcas se veía imposible que esos récords fuesen superados, porque el ser humano como especie había tocado techo. Pero no, luego hemos visto que otros atletas con menos dotes han batido sus marcas, y a veces desconfío, porque tampoco ha pasado tanto tiempo para que cambiase sustancialmente lo que rodea al atleta. No es raro que, cuando se mueven millones, haya que echar mano de «ayudas adicionales» para superar a Lewis, a Anquetil o a Zatopek. Y eso es fraude, engaño y lo más opuesto a la idea de lo que debe ser un deportista. Siempre el vil metal.
Dicen que todos los países obtienen grandes beneficios cuando organizan un Mundial, pero también aseguran las malas lenguas que cuando tuvo lugar en nuestro país el Mundial del 82 fue un desastre, aunque esto es difícilmente cuantificable por aquello de los beneficios indirectos, ya que un evento de esta índole es un anuncio publicitario permanente durante un mes en todo el planeta. De todas formas, decían que ganar un Mundial de Fútbol generaba una activación de la economía; bueno, España es campeona ¿y? Ahora habrá quiénes dirán que la culpa es de ¡Zapatero! Es verdad que no le dieron a Madrid los JJOO 2016 y ahora tampoco el Mundial de Fútbol, pero recuerden que en el 2014 se celebra en España el Mundial de Baloncesto. Es el dinero quien manda, y por eso apuestan por lugares donde haya mucho por hacer para ganar, si no no se explica que a Brasil le hayan dado el Mundial de 2014 y los JJOO de 2016. Lo que me pregunto es cómo van a jugar en el 2022 en Qatar, que está en el Golfo Pérsico y en junio hace un calor infernal. Sólo faltaría que le pusieran aire acondicionado a los estadios. Dinero les sobra… de momento, y siempre nos quedará Naranjito.