¡Dios, como ganemos la Eurocopa!
Hace seis años, cuando España fue eliminada por Francia en los cuartos de final del Mundial de Alemania, se comentaba que era una pena, porque cuando un país gana un Mundial o una Eurocopa se levanta el ánimo general y hasta se hablaba de porcentajes de incidencia en la mejoría económica, que entonces decíamos que iba regular, pero que comparada con la de ahora era Jauja.
Resulta que dos años después, en 2008, España ganó la Eurocopa en Viena, y casi coincidió con el comienzo «oficial» de la crisis. Luego, en 2010, España se alzó con el Mundial de Sudáfrica, justamente un mes después de que Zapatero tomara aquellas primeras medidas draconianas. La cosa, como hemos visto, ha ido empeorando, y ahora Rajoy le ha pedido a la selección que gane esta Eurocopa, porque España necesita una alegría. Si así ocurriera, España lograría un récord, pues todavía ninguna selección europea ha conseguido encadenar tres títulos seguidos en las dos grandes competiciones.
Siguiendo los comentarios de 2006, un triunfo así nos pondría en la cresta de la ola y la economía subiría como la espuma. Pero resulta que la gloria española en el fútbol se superpone casi milimétricamente con el descenso económico, con lo que casi dan ganas de pedir que, no, por favor, otra vez no, porque sería el derrumbe total, y más si recordamos que la secuencia de campeones más recientes es casi un listado de países intervenidos, porque el Mundial de 2006 lo ganó Italia, y la Eurocopa anterior a la que ganó España (2004) se celebró en Portugal, que quedó subcampeona porque ganó… (redoble) ¡GRECIA!
Aunque todos los comentaristas especializados dan un voto de confianza a Del Bosque, yo creo que el seleccionador ha perdido una oportunidad de oro para llevar a Polonia y Ucrania lo mejor de este país. Ante la sensible baja de Puyol, yo habría seleccionado al entramado del caso Gürtel, bien cerradito atrás, y cuando procede, un zarpazo que mande a la caseta a cualquier Garzon que quiera colarse. En el centro del campo hay que dejarse de filigranas y poner a gente que «esconda» la pelota y sepa jugar sin balon, jugadores que sean capaces de hacer aeropuertos sin aviones y líneas de tren sin pasajeros, gente que no haga ruido y se lo lleve crudo, con experiencia en municipios turísticos. Para la delantera, no tengo dudas: llevaría al consejo de administración de Bankia, que marea la perdiz hasta que el árbitro acaba pitándole millones de penaltis a favor. Y como hinchada de animadores, detrás de Manolo el del Bombo pondría en doble fila a la plana mayor de los dos partidos mayoritarios, que animan siempre, pase lo que pase, y justifican errores y cualquier otra circunstancia no deseable. ¿Portero? Ninguno, con este equipazo el adversario no va a ver bola, y si es obligatorio alinearlo ponemos a cualquier tipo de estos que apenas sabe hablar y los periodistas lo llaman «maestro» porque mata muy bien los toros. Este sería un equipo invencible, el del pelotazo, y el que ha formado Del Bosque seguramente también lo es, pero tiene el inconveniente de que para ganar los partidos tiene que jugarlos. Y eso es muy cansado.