Diccionarios
Hace unos años, una biblioteca personal tenía un diccionario semántico y otro enciclopédico, imprescindibles para acometer cualquier tarea. Al crecer los empeños, hubo que hacerse con diccionarios más específicos: sinónimos-antónimos, filosofía, ciencias físicas y naturales, sociología, política, historia y uno temático para los deberes de los niños. Poco a poco, nos hemos ido llenando de libros secuenciados por orden alfabético, volúmenes genéricos de lengua, literatura, arte, música o deportes, a menudo parcelados (vanguardias, ópera bufa, plantas dicotiledóneas…), y como son libros que hay que tener a mano, hemos enviado al trastero a Garcilaso, Kant, Balzac y Clavijo. Hay diccionarios de manualidades, espeleología, insultos y hasta de ángeles. Ahora vienen en CD-Rom, pero también ocupan memoria en el ordenador. Por favor, no más diccionarios, tengo repletos los anaqueles y el disco duro.