Publicado el

El sofisma y la descalificación

penssss.JPGEn esta tierra, la gran escuela es la del cine americano de juicios, se descalifica al testigo y así sus argumentos quedan invalidados. Cada vez que alguien tiene una opinión contraria a quienes usan y abusan del poder, se le insulta públicamente y no se entra en el debate, en una suficiencia prepotente y arrasadora que, como en la vieja Castilla, siembra de sal los campos del interfecto para que no pueda volver a cosechar en años. Cuando alguien discrepa públicamente, se le llama cualquier cosa y se le compara con alguien de éxito mundial para tratar de descalificarlo. Ultimamente se lleva mucho lo de llamarlo perro de forma soslayada y encubierta. Y vuelve a cumplirse la vieja práctica canaria: quienes tienen mandatos democráticos de gestionar, impulsar y divulgar cualquier actividad, en lugar de echar una mano descargan toneladas de basura sobre lo que debieran proteger. Y algunos que tanto nos envían a informarnos, debieran buscar el significado de conceptos como «sofisma», que usan y tal vez no lo saben.
***
Y conforme digo una cosa digo la otra: Después de haber defendido sus posiciones con firmeza, la diputada Dulce Xerach rectifica ante el peso legal del decreto por el que se instauró el Día de las Letras Canarias, donde se dice claramente que se dedicará a un autor de nuestra literatura. En una tierra donde nadie suele desdecirse o rectificar, el suyo es un acto de valentía y justo es reconocérselo.

Publicado el

Los Ovnis y la Educación

Ya era hora de que lo extraterrestres se manifestaran en un lugar poblado, nada menos que en el centro neurálgico de una ciudad mítica para tres religiones como es Jerusalem. Más urbanita no se puede ser. El debate de si las imágenes son verdaderas o falsas es inútil, nunca lo sabremos, pero yo estoy seguro de que son verdaderas, porque ovnis hemos visto en Canarias a mansalva.
paisaje2.JPGNo hay más que echar un vistazo a la política y surgen ovnis por todas partes, y deben venir de un planeta muy avanzado, porque tienen abducida a la mayoría de la población. Ahora mismo acaba de ser visualizado un nuevo ovni, gemelo de otro al que llamaron Tindaya, que ha descendido de la nave nodriza del Informe PISA, y ha convencido al Gobierno de Canarias para colocarle un estudio sobre el fracaso escolar en nuestras islas. No tendrían que gastarse el dinero en estudios sino en Educación, que están los colegios diezmados porque no nombran los sustitutos por enfermedad necesarios, cuando no quedan áreas sin atender porque sencillamente no hay horario. Encima, el extraterrestre que descendió de la nave echa las culpas al profesorado. Sigan así, racaneando recursos y desprestigiando a quienes se parten la cara cada día en un sistema repleto de carencias. ¿Que si hay extraterrestres? Claro que sí, vienen de Alfa Centauro a redactar informes y a llevarse la pasta que se necesita en las aulas. Ese es el asunto, mientras se hace educación mediática en clave de Ja.

Publicado el

El tiempo en una tarima

Casi siempre, los actos públicos se componen de una tarima en la que están quienes van a decir algo y una sala en la que se sientan los asistentes. Y esto sucede en conferencias, presentaciones de libros, entregas de premios o mesas redondas. Uno de los problemas que hay que tener resuelto de antemano es la duración. Decía Guillermo Díaz-Plaja en su libro Cómo hablar en público, que un acto de este tipo debe duran alrededor de 45 minutos, que es el tiempo que él estimaba que aguantaban las posaderas de un asistente sin removerse. Aunque el acto sea brillante, si se pasa de tiempo, el comentario final será: «muy bien, aunque un poco largo»; si dura menos, la gente dirá: «un poco corto, pero muy bien». Y lo que queda es lo último, es decir, «muy bien» o «un poco largo». O sea, el tiempo es un factor determinante.
ttiem.JPGOtra cosa es una gala, que como tiene elementos del espectáculo puede alargarse, pero no más de las dos horas. Y esto es elemental, pero parece que cuando la gente sube a una tarima o coge un micrófono no se da cuenta de que si se pasa en tiempo dará igual lo que diga, siempre quedará mal. Y esto lo comento por la ceremonia de los Goya, en la que reciben premios personas que se supone deben conocer el funcionamiento del tiempo en la comunicación. Pero ni así, repiten nombres y agradecimientos hasta el infinito y queman al público. Los hay, como Jack Palance en el Oscar, que hasta se ponen a hacer flexiones mientras la gente no sabe qué cara poner para disimular la vergüenza ajena. Y esto lo advierto siempre antes, cuando participo en presentaciones de libros, míos o de otros, «no más de 45 minutos, y a ser posible un poco menos». Pero es predicar en el desierto, pues cuando alguien coge un micrófono se le para el reloj y se comporta como si fuera el dueño del tiempo de los demás. Y no lo es.