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Amy Winehouse y el mito

La muerte de Amy Winehouse (su apellido significa «casa del vino» o «vino de la casa», qué mala leche) me ha congido a contrapié, como a todo el mundo, pero a mí sin un teclado cerca. He visto las informaciones básicas que han salido (no hay más hasta que no se sepa la causa), y lo que más me ha llamado la atención es cómo destacan los medios la coincidencia de los 27 años en la muerte de celebridades de la música: Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Kobain o Jimmy Hendrix.
Amy-Winehouse[1].jpgSe ha establecido que la edad del mito es de 27 años. James Dean dijo aquello de «vive a tope, muere joven y harás un bonito cadáver». Declino describir lo bonito que quedó Dean después de pasarle un camión por encima. Pero siguen con el 27. Es una casualidad, pero dijo el poeta cubano José Martí que la edad de los genios es la del año que cumplen 37 años, por eso algunos mueren a los 36 porque sucede antes del cumpleaños. Suguiendo la teoría de Martí, se podría establecer que la edad del genio es 37, pues murieron al llegar a esa edad (o dentro de ese año) el pintor Rafael, Lord Byron, Marilyn Monroe, Carlos Gardel, Mozart, Bob Marley, Vladimir Maiakovski y también eran esos los años de Greta Garbo cuando se retiró del cine y los del poeta Hölderlin cuando la esquizofrenia lo recluyó en un manicomio (ya no crearon más). Y si nos ponemos a rebuscar, encontraremos una larga lista de personajes ilustres que murieron a los 24 (James Dean, Jorge Oramas…) a los 33 (Carole Lombard, Eva Perón…) Es decir, la vida tiene esas coincidencias, pero que nadie piense que hay una maldición, lo que sí hay es gente que se traga la vida a demasiada velocidad. La muerte de Amy Winehouse ha sido muy triste, una lástima, en la flor de la vida y con una carrera por hacer. Aunque es muy pronto para saberlo, pudiera convertirse en mito, cosa a la que no pueden aspirar personajes como Igor Stravinski, Katharine Hepburn o Pablo Picasso, por citar sólo a tres figuras indispensables en la cultura del siglo XX, a los que una larga vida privó del aura mítica.

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Los poetas se van en silencio

zzzMariano-Vega-Luque[1].jpgEn verano hasta las malas noticias llegan con sordina, y la muerte de Mariano Vega es una noticia horrible que me llega tarde pero que no puedo dejar de referir. Mariano Vega fue un hombre silencioso, y no es una contradicción en quien tenía como herramienta la palabra. Usaba la palabra sosegada como periodista, con una voz calmada que daba seguridad y credibilidad en la radio. La palabra poética que se metía por las rendijas de sus libros sin armar algarabía pero dejando la huella que deja siempre la poesía de verdad. La palabra suya en boca de otros, sobre las tablas del teatro, porque también fue un autor teatral, que es un raro especimen en las letras canarias. Mariano Vega era la palabra en su justa medida, y se ha ido sin ruido, tal como vivió. Para dejar rastro no es necesario el griterío, basta con que se diga la verdad. La poesía se queda con la memoria de un hombre cabal que jamás dio un codazo pero que está ahí para siempre. Se ha ido demasiado pronto, pero nos deja su lección de sosiego y profesionalidad, su palabra poética y su amor por el teatro, la poesía y el periodismo, por la comunicación entre los seres humanos. Descanse en paz.

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Se veía venir

Se asombran de que universitarios actuales no sepan cuál es la capital de Portugal. Se veía venir desde hace décadas, cuando estaba en pleno vigor el sistema educativo emanado de la Ley Villar Palasí (1970), con sus sucesivas reformas y aditamentos, se estudiaba un bachillerato que en segundo curso tenía que elegir ciencias o letras. Si se ha puesto el grito en el cielo por el abandono de asignaturas como el Latín, o el desconocimiento matemático de quienes eligieran letras, la Historia y la Geografía quedaban de la mano de Dios, revueltas en materias supuestamente monográficas que al final no fijaban conocimiento alguno.
zzzDSCN3644.JPGRevisando aquel sistema, era en 6º y 7º de EGB la última vez que el alumnado tenía contacto con la Geografía básica, que es una manera de entender el mundo, sabiendo qué espacio se ocupa en el planeta. Se hablaba peyorativamente del uso de la memoria y de aquel sistema tan criticado de hace cuarenta años en el que había que aprender cabos, golfos, penínsulas, ríos y montes de los cinco continentes, en el que era fundamental saber que la capital de Perú es Lima y la de Tailandia Bangkok. Luego vinieron la LOGSE, la LOSE y la LOE, y El caso es que, una persona que hoy tiene entre 25 y 45 años, puede ser médico y no saber si Turquía está más lejos o más cerca que Japón, puede ser doctor en ciencias físicas y desconocer en qué continente está Holanda o si Guatemala es mayor o más pequeña que Brasil. Nos repiten hasta la saciedad que la actual es la generación de jóvenes mejor preparados de la historia, y habría que preguntarse si lo están verdaderamente. Estamos en la sociedad d ela imagen y se desprecian los mapas. No es culpa de los jóvenes, sino de un sistema disparatado que ahora trata de volver a los orígenes con nuevas terminologías y teoría sobre teoría, brurocracia por todas partes y una obsesión por meterlo todo en las barras y los quesitos de las estadísticas. Las nuevas tecnologías de la información son importantes, pero sólo como herramienta, y parece que es ahí donde está el conocimiento del mundo. No todo lo viejo es malo, y a lo mejor no estaría de más que el sistema recuperase algo de lo que siempre fue bueno. Los que fueron a la escuela antes de estos sistemas, aunque ni siquiera hicieran el bachillerato, saben sin dudar que el Amazonas es el río más caudaloso del mundo y está en América, que la Polinesia está en el Océano Pacífico y, por supuesto, que Lisboa es la capital de Portugal.