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¿Vale tanto la imagen?


Desde el arte rupestre, la imagen ha sido y es una parte fundamental de la comunicación humana, que se ha multiplicado en las últimas décadas por el impacto que tienen los medios de comunicación audiovisuales y los novísimos de la sociedad de la información. Desde que John Kennedy ganó el debate electoral televisado a Nixon y con ello el pasaporte a la Casa Blanca, los políticos son esclavos de la imagen que dan en los medios; zzshakiraaa.jpghoy sería muy difícil que hubiese un primer ministro con aspecto de bodeguero como Churchill o un presidente en silla de ruedas como Roesevelt. La imagen vende y llena urnas, y es lógico que cuando se busca el apoyo de mucha gente se trabaje con la imagen. Otra cosa es que tener buena imagen confiera la ciencia infusa a una persona, puesto que se puede ser muy bueno en una disciplina o haber hecho algo notable o heroico, y eso serviría como estímulo para los demás, pero no convierte a la persona en especialista en una materia que no es la suya. Hemos visto casos claros con el profesor Neyra y con Juan José Cortés, que en determinado momento se comportaron de modo ejemplar y eso los llevó a que les concedieran cargos y asesorías en materias complejas que no eran su campo. Ahora pasa con Shakira, a quien el presidente Obama ha nombrado asesora educativa con juramento de cargo y todo. Shakira es una gran artista, eso está claro, y tiene tirón mediático, pero estamos hablando de una materia específica muy compleja, y aunque la cantante creó la fundación Pies Descalzos para luchar contra la pobreza y el analfabetismo en América Latina (lo cual es un gran mérito y la aplaudo por ello), no es especialista en Pedagogía, Sociología o cualquier otra materia en el campo de la educación. Da imagen de buena gente y seguramente le vendrá muy bien a Obama para ganar el voto hispano, pero ¿puede aportar algo técnico? Y es que hoy vende más una buena fotografía que años de preparación. ¿Pero vale eso realmente?

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No era el Sol, era el diablo

Yo, que me temía el cabreo del Sol, veo que la cosa iba también de fuego, pero era el diablo. El Perro Maldito de Valsequillo es un fiesta que se ha convertido en tradición y este año, precisamente cuando cumplía el 25 aniversario, ha terminado mal, ha habido un accidente del que espero y deseo se reuperen muy pronto las personas afectadas. Ya dice el refrán que el que juega con fuego se quema, y no es ningura rareza que en una fiesta en la que hay fuego a veces se pierda el control del espectáculo. Ocurre también en Las Fallas de Valencia y en cualquier evento que entraña cierto peligro, y está claro que, por acción u omisión, aquí se ha petido la pata. No se trata de demonizar (nunca mejor dicho) una fiesta popular, pero es evidente que la seguridad no estaba garantizada. Las fiestas populares canarias suelen ser, en general, de lo más inofensivas en su esencia (otra cosa es que la gente se pase, pero eso ya no es la fiesta). Aquí bailamos con ramas, nos tiramos agua o gofio o tratamos de coger una lisa en un Charco. Pero, claro, en algunas celebraciones, como la del Perro Maldito, hay fuego, como lo hay en las exhibiciones pirotécnicas de San Lorenzo o en la Noche de San Juan. Jugamos con los cuatro elementos del arjé: tierra (caminito de Teror, romerías), aire (velas latinas, cometas), agua (Lomo Magullo, Agaete, La Aldea) y fuego. Nada tienen que ver nuestras fiestas populares con las animaladas que hacen en La Peníncula, donde lanzan cabras desde el campanario, matan un toro a puyazos o el toro ensarta a un parroquiano que se la juega en un encierro o en alguna de las modalidades levantinas con toros asesinos. Así que no saquemos las cosas de quicio, Valsequillo merece que la fiesta siga, pero también es de rigor que las medidas de seguridad sean las máximas.

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Acróbata vaginal

zzDSCN3615.JPGQué quieren que les diga. Soy un adicto a las series de televisión porque en muchas de ellas encuentro más peso que en el cine, hecho mayoritariamente para adolescentes descerebrados. Y como uso el televisor para las series, sean emitidas o en DVD, también paseo por el espectro televisivo. Hace unos días, cuando terminó una de abogados, hice un recorrido y por lo visto habían librado los leones del Serenguetti en el National Geographic. Al pasar por Telecinco, me sorprendió la imagen de una chica rubia de lejano parecido con la actriz Rossana Arquette, cierto estilo y elegancia, que se descolgó con la siguiente frase: «Soy acróbata vaginal» (como el de la distinguida damisela romántica que mira a través de su ventanal y exclama: «¡Coño, está lloviendo!»). Es decir, mi gozo en un pozo. Tal fue mi perplejidad que se me quedó la mente en blanco y no pude asimilar en qué consistía profesión tan especial. Y es que ni siquiera lo critico, me agota, pero viendo las audiencias de ese día resulta que el programa en cuestión arrasó. Luego quieren que todos esos desaguisados los arregle el profesorado en el aula, como si tuvieran una varita mágica. Acróbata vaginal… Impresionante, si hasta pudiera ser una imagen literaria de los más avezados escritores del realismo sucio. Sigo perplejo.