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No era el Sol, era el diablo

Yo, que me temía el cabreo del Sol, veo que la cosa iba también de fuego, pero era el diablo. El Perro Maldito de Valsequillo es un fiesta que se ha convertido en tradición y este año, precisamente cuando cumplía el 25 aniversario, ha terminado mal, ha habido un accidente del que espero y deseo se reuperen muy pronto las personas afectadas. Ya dice el refrán que el que juega con fuego se quema, y no es ningura rareza que en una fiesta en la que hay fuego a veces se pierda el control del espectáculo. Ocurre también en Las Fallas de Valencia y en cualquier evento que entraña cierto peligro, y está claro que, por acción u omisión, aquí se ha petido la pata. No se trata de demonizar (nunca mejor dicho) una fiesta popular, pero es evidente que la seguridad no estaba garantizada. Las fiestas populares canarias suelen ser, en general, de lo más inofensivas en su esencia (otra cosa es que la gente se pase, pero eso ya no es la fiesta). Aquí bailamos con ramas, nos tiramos agua o gofio o tratamos de coger una lisa en un Charco. Pero, claro, en algunas celebraciones, como la del Perro Maldito, hay fuego, como lo hay en las exhibiciones pirotécnicas de San Lorenzo o en la Noche de San Juan. Jugamos con los cuatro elementos del arjé: tierra (caminito de Teror, romerías), aire (velas latinas, cometas), agua (Lomo Magullo, Agaete, La Aldea) y fuego. Nada tienen que ver nuestras fiestas populares con las animaladas que hacen en La Peníncula, donde lanzan cabras desde el campanario, matan un toro a puyazos o el toro ensarta a un parroquiano que se la juega en un encierro o en alguna de las modalidades levantinas con toros asesinos. Así que no saquemos las cosas de quicio, Valsequillo merece que la fiesta siga, pero también es de rigor que las medidas de seguridad sean las máximas.

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Acróbata vaginal

zzDSCN3615.JPGQué quieren que les diga. Soy un adicto a las series de televisión porque en muchas de ellas encuentro más peso que en el cine, hecho mayoritariamente para adolescentes descerebrados. Y como uso el televisor para las series, sean emitidas o en DVD, también paseo por el espectro televisivo. Hace unos días, cuando terminó una de abogados, hice un recorrido y por lo visto habían librado los leones del Serenguetti en el National Geographic. Al pasar por Telecinco, me sorprendió la imagen de una chica rubia de lejano parecido con la actriz Rossana Arquette, cierto estilo y elegancia, que se descolgó con la siguiente frase: «Soy acróbata vaginal» (como el de la distinguida damisela romántica que mira a través de su ventanal y exclama: «¡Coño, está lloviendo!»). Es decir, mi gozo en un pozo. Tal fue mi perplejidad que se me quedó la mente en blanco y no pude asimilar en qué consistía profesión tan especial. Y es que ni siquiera lo critico, me agota, pero viendo las audiencias de ese día resulta que el programa en cuestión arrasó. Luego quieren que todos esos desaguisados los arregle el profesorado en el aula, como si tuvieran una varita mágica. Acróbata vaginal… Impresionante, si hasta pudiera ser una imagen literaria de los más avezados escritores del realismo sucio. Sigo perplejo.

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El Pino: La fiesta (y 2)

Hoy, todos los caminos grancanarios tienen su meta en Teror, porque La Virgen del Pino es más que un referente para Gran Canaria; es pieza central de una tradición mariana en la que durante cinco siglos han depositado sus esperanzas y anhelos todas las generaciones de grancanarios. Forma parte de nuestra historia más allá de lo religioso, aun siendo este factor un eje primordial en toda su evolución histórica, y lo que es más importante, en la tradición. Teror es parte fundamental del culto mariano a la Virgen del Pino, vértice de devoción del Archipiélago Canario.
zzzpinito.JPGPuede resultar extraño que apenas haya referencias tempranas sobre la aparición de la Virgen del Pino, acaecida en 1481, salvo noticias de la incorporación de su parroquia a la catedral, en 1514, por parte del obispo don Fernando Vázquez de Arce. Y mayor extrañeza causa, cuando sí hay prolijos relatos sobre las otras advocaciones de la Virgen en las Islas Canarias, como la de La Peña, en Fuerteventura, La Candelaria, en Tenerife o la de Las Nieves en La Palma. Pudiera explicarse la escasez inmediata de documentos por el saqueo y posterior incendio que las huestes del pirata holandés Pieter Van Der Doez perpetraron tanto en la iglesia de Teror como en la catedral de Las Palmas y en los archivos históricos. Más de dos siglos después es cuando empieza a haber datos, remitiéndose a noticias recibidas por los cronistas, puesto que, pasado tanto tiempo, ninguno de ellos (salvo Pedro Agustín del Castillo Ruiz de Vergara) tuvo presencia en la aparición de la Virgen y en el nacimiento del culto que desde entonces se le dio.