Viajeros y transeúntes
Durante siglos, esta ciudad fue sólo posada de transeúntes, que estuvieron entre nosotros apenas unas horas y quedaron con letras más grandes en la historia local que los que la iban levantando día a día con su esfuerzo. En las crónicas figuran visitas fugaces que han sido puntos de obligada referencia cosmopolita: Colón, Ovando, Elcano, Alfonso XIII, Unamuno, Carusso, Franco, Evita, Huston, Onassis, Amstrong…
Y es curioso que se siga mitificando ese ir y venir de personajes célebres en un lugar como Canarias, porque una cosa es la Historia y otra el mito. Que una recóndita isla del Pacífico o de las costas de Terranova, por donde no pasan las grandes rutas, rememore el paso de un figurón tiene lógica porque es tal vez el único que ha tocado sus costas; pero eso no es novedad ni debería ser mito en Canarias, parada y fonda de todas las rutas marineras desde que hay noticias escritas de Occidente, por donde hemos visto recalar a medio enciclopedia Larousse, y que recibe a 12 millones de viajeros al año, mucho de ellos primeras figuras. Es frecuente ver cómo se rememora que si por aquí pasó, estuvo o vivió dos semanas este o el otro. Dos miembros de los Beatles estuvieron un par de días de juerga en el Puerto de La Cruz hace cincuenta años y sigue siendo motivo de comentarios. Pues nada, sigan apuntando, porque viene Bruce Springsteen y vuelve Sting, y a lo mejor les ponen una calle (no se olviden de Manolo Escobar), como al famoso tenor Stagno, que cantó una vez en esta ciudad y rotularon su nombre en la plaza que hay detrás del teatro. Siempre lo he dicho: esta es una tierra en la que son los transeúntes los que hacen fortuna.
Ahora lo llenarán de reconocimientos póstumos y estoy seguro que, allá donde esté, se partirá de risa. Fue un gran actor dramático, con una voz como pocas en la escena española, y cantaba como los ángeles. Por eso participó en comedias y musicales y fue uno de los galanes cimeros de la revista, y así lo etiquetaron aunque hiciera como nadie el monólogo de Segismundo. Valladares también tenía la virtud de desaparecer detrás de sus personajes y eso que es un don en el teatro es un problema a la hora de las medallas. Se recuerdan sus personajes, no a él. La comedia, el sainete, la revista y los géneros que buscan la sonrisa tienen poco prestigio, aunque muchas veces detrás de esa carcajada viene un mensaje muy profundo. Por eso el gran teatro de Arniches, Jardiel, Muñoz-Seca o Mihura tienen menos predicamento que el llamado teatro serio. Poniendo patas arriba lo establecido se hace reír, y a la vez se critica. Pero la risa no es respetada, y por eso Paco Valladares, uno de los más grandes actores del teatro español durante décadas, se ha ido sin reconocimientos oficiales. Tiene el del público, que al fin y al cabo es el que más debe importar a un actor, y él se sentía reconocido con el aplauso, que es el premio máximo para quienes deciden se cómicos, palabra noble donde las haya.
Si bien el Día de la Madre es una fiesta tan antigua como nuestra cultura occidental, pues procede de la Grecia cásica, el Día del Padre es una celebración -otra más- que surgió en Estado Unidos a principios del siglo pasado. Contra lo que es común sospechar, no nació de una campaña comercial para inventar otra fecha en la que hubiera que comprar regalos, sino de una persona particular que quiso homenajear a su padre, que celebraba su cumpleaños en junio; la costumbre se extendió durante décadas y por eso en los años sesenta del siglo XX se estableció desde el Congreso que el tercer domingo de junio sería Día del Padre. El mundo latino se vio arrastrado y como casi siempre tiró del santoral católico y colocó la celebración en el día de San José, que es el padre oficial de Jesucristo en las Escrituras, si bien ya saben que es padre de aquella manera, por lo que en el Renacimiento se hablaba de San José P.P. (padre putativo) y es de ahí de donde proviene que a los Josés los llamen Pepe. Creo que al padre y a la madre hay que honrarlos siempre, pero tampoco está de más que un día al año se homenajee especialmente a aquellos padres que lo merezcan, que son la mayoría. Ser padre es un responsabilidad y un privilegio, y a los que lo somos nos basta con serlo, porque por mucho que busco en lo que soy y en lo que hecho no encuentro en mi vida nada más importante que ser padre. Seguramente se equipara a ser hijo porque estoy seguro de que mi padre siente lo mismo. Al final, es la familia, que cierra el circulo que se sostiene en la madre, porque la mujer es el centro de la vida, y si soy padre es gracias a una mujer.