La Luna, los poetas y el mito
En la conocida zamba argentina Sapo cancionero, se dice del animal que su locura de amor a La Luna es locura eterna de todo poeta. Es una forma fina de llamar sapos a los poetas, y un lugar común que conecta el concepto de poesía con lo lánguido, débil y romántico en el peor sentido de la palabra. Para empezar, La Luna nada tiene que ver con la poesía, o nada que no conecte lo poético con cualquier otra cosa. Es un satélite construido a partir de la agrupación de los restos de un impacto de un asteroide contra La Tierra y se aleja tres centímetros cada año, de manera que cuando pasen unos cuantos milenios estará tan lejos que ya no tendrá gravedad para fijar el eje terrestre, que es lo que hace ahora. Es decir, La Luna es un elemento fundamental para la vida en nuestro planeta, como lo es el Sol, y su mitología es recurrente en todas las culturas, además de las propiedades que se le adjudican que poco tienen que ver con lo real y mucho con el mito. Por eso, cuando se ha anunciado que en estos días nuestro satélite se ve un 11% más grande y luminoso de lo normal, se trata de un hecho que se repite con más asiduidad de la que hablan algunas informaciones, que siempre nos suelen decir que es un hecho único y que probablemente solo veremos una vez en la vida. En otros casos, como el paso de ciertos cometas, eso es verdad, pero no así con este fenómeno lunar. De manera que no hay miedo a que La Luna se nos caiga encima, porque su inercia dicta todo lo contrario, que cada vez está más lejos. Así que podemos seguir haciendo estúpida poesía «lunar» durante muchas generaciones, porque hoy los peligros apocalípticos vienen de muchos sitios, pero no precisamente de La Luna.
Hasta ahí la tremenda historia contada por Sherezade. La leí hace muchos años y siempre me sobrecoge, porque es la fuerza de lo inexorable, cómo los humanos a menudo pretendiendo salvarnos nos hundimos más. Es la fuerza del destino, que ha dado lugar a muchas leyendas, a las tragedias griegas o a la ópera que Verdi basó en una obra del Duque de Rivas.