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Cuando llueve, todos nos mojamos

La suspensión del concierto de Sting en Tenerife y las dificultades económicas alrededor del de Sprinteen en Gran Canaria han puesto sobre la mesa el debate sobre el momento para realizar estos grandes eventos. Es indudable que en Canarias hay un público muy entregado a todo tipo de música, desde la más popular hasta la más clásica, pero cabría preguntarse si en las actuales circunstancias es ético ayudar con dinero público en estas actividades.z888Foto0362.JPG Soy de la opinión que la cultura y el deporte en todas sus manifestaciones son muy importantes, pero cuando llegan las vacas flacas hay que priorizar. Si se aprietan las tuercas en sectores tan básicos como Sanidad y Educación, si se reducen las coberturas a las personas con dependencias, si la cultura en alguna de sus vertientes creativas queda desamparada y a nadie parece importarle, también habría que reconsiderar los grandes eventos, porque si hay que apretarse el cinturón han de hacerlo todos, pues a veces es incomprensible que se siga sosteniendo a todo tren alguna actividad (minoritaria o mayoritaria, que de todo hay) mientras otros sectores, también importantes, quedan a la deriva. Porque artistas de la talla de Sting son muy celebrados, pero sus cachés siguen siendo indecentes para tiempos de crisis. No es para alegrarse que se suspenda un concierto de cualquier tipo o que deje de celebrarse un festival, pero tampoco da risa que dejen de publicarse libros, con un coste infinitamente menor que esos grandes eventos. Habrá que racionalizar todo esto, porque en deportes tampoco pueden aportarse ayudas que van a parar a salarios disparatados de algunos deportistas.

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Actitud abierta

Dice el novelista José María Gironella que el que dice que su tierra es la mejor del mundo es un ignorante. Pocas ideas comparto con este novelista, pero esta desde luego sí que la suscribo. Canarias no es la mejor tierra del mundo, ni la peor, aquí hay valores de los que carecen en Hungría, y sin duda los húngaros poseen otros que nosotros no tenemos. Pero ambos son valores culturales de la Humanidad, zvDSCN4130.JPGy si a los magiares les corresponde velar por ellos para ofrecerlos a todos, la misma misión nos corresponde a los canarios con lo nuestro. Exaltar lo propio con exclusión de lo ajeno es una estupidez, hacer lo contrario un disparate, que en Canarias se ha practicado durante décadas, acaso por complejo de inferioridad. Las danzas húngaras de Brahms y los Cantos canarios de Teobaldo Power son aportaciones a la cultura universal, lo mismo que el timple, la Lucha Canaria o mil elementos autóctonos de centenares de pueblos regados por los cinco continentes. Canarias, a la vez que contiene elementos propios de gran valor, lleva cinco siglos entrenándose en la recepción de influencias exteriores. Pocas tierras como la nuestra tan permeables a los movimientos culturales que nos llegaban desde fuera. Prueba de ello es que en algunas épocas fuimos la avanzadilla, como sucedió en el Renacimiento, en La Ilustración o en los aires nuevos de los años sesenta del siglo XX. Y por ello, más que nunca y más que nadie, debemos mirar con actitud abierta, hacia adentro y hacia afuera.

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La Luna, los poetas y el mito

En la conocida zamba argentina Sapo cancionero, se dice del animal que su locura de amor a La Luna es locura eterna de todo poeta. Es una forma fina de llamar sapos a los poetas, y un lugar común que conecta el concepto de poesía con lo lánguido, débil y romántico en el peor sentido de la palabra. Para empezar, La Luna nada tiene que ver con la poesía, o nada que no conecte lo poético con cualquier otra cosa. zzllllllllllu.JPGEs un satélite construido a partir de la agrupación de los restos de un impacto de un asteroide contra La Tierra y se aleja tres centímetros cada año, de manera que cuando pasen unos cuantos milenios estará tan lejos que ya no tendrá gravedad para fijar el eje terrestre, que es lo que hace ahora. Es decir, La Luna es un elemento fundamental para la vida en nuestro planeta, como lo es el Sol, y su mitología es recurrente en todas las culturas, además de las propiedades que se le adjudican que poco tienen que ver con lo real y mucho con el mito. Por eso, cuando se ha anunciado que en estos días nuestro satélite se ve un 11% más grande y luminoso de lo normal, se trata de un hecho que se repite con más asiduidad de la que hablan algunas informaciones, que siempre nos suelen decir que es un hecho único y que probablemente solo veremos una vez en la vida. En otros casos, como el paso de ciertos cometas, eso es verdad, pero no así con este fenómeno lunar. De manera que no hay miedo a que La Luna se nos caiga encima, porque su inercia dicta todo lo contrario, que cada vez está más lejos. Así que podemos seguir haciendo estúpida poesía «lunar» durante muchas generaciones, porque hoy los peligros apocalípticos vienen de muchos sitios, pero no precisamente de La Luna.