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Se nos ha ido una sonrisa necesaria


Cualquier canario que desde sus primeros años se haya asomado a la prensa diaria sabe quién es Mª Dolores de la Fe. Su largo recorrido de nueve décadas por nuestras letras la convirtieron en la mujer más longeva, la decana de nuestra literatura, solo aventajada en el tiempo por el aun felizmente vivo José Miguel Alzola. Y ahora nos ha dejado huérfanos de su forma de entender la vida y las letras, que para ella eran lo mismo, pues en sus páginas se refleja la manera de ser de un pueblo, el nuestro, en toda la trayectoria del siglo XX.
ZMDF1.JPGPertenecía la escritora a una generación que se abrió al mundo en un momento muy difícil, la guerra civil y la primera posguerra. Es la generación contemporánea a la de Antología Cercada, la de Lezcano, los Millares y Ventura Doreste, pero que caminó en paralelo a esta, con menos implicaciones política y una mayor afección a las raíces. Pancho Guerra, Manuel González Sosa y Antonio de la Nuez iban a su aire, y en medio de las dos corrientes estaba Carmen Laforet, que en los años cuarenta abrió el camino para una nueva generación de novelistas después de la guerra, cuando ganó la primera convocatoria del Premio Nadal. La amistad entre Carmen Laforet y María Dolores de la Fe se mantuvo siempre, y seguramente fue la escritora ahora desaparecida el mejor oráculo con el que contó Carmen Laforet en los momentos duros de su vida, que ya conocemos que fueron muchos.
No tuvo tampoco una vida fácil María Dolores de la Fe. Los retos humanos que el destino le puso delante los afrontó con una dignidad y una humanidad ejemplares, sin perder la sonrisa y esa socarronería que tenía pegada a la piel aun en las situaciones más complicadas. Cuando yo empezaba a publicar artículos en Canarias7, solía llamarme para comentarlos, y me animaba a usar la ironía como arma literaria, una ironía que es sin duda su sello de identidad, con la que retrataba su entorno y trazó la crónica ciudadana de una época tan larga como la vida le permitió, y que podemos enmarcar en el cuadro de honor periodístico y social en el que figuran nombres tan queridos y recordados como Gilberto Alemán, Chela y el origen de todo, el maestro Alonso Quesada.
ZMDF2.JPGLiterariamente, María Dolores de la Fe era un glorioso híbrido entre lo popular y lo culto, y siguiendo a Santa Teresa, que decía que Dios andaba entre los pucheros, para ella la escritura era la suma de pequeños paréntesis entre las labores de un ama de casa. Nadie como ella para burlarse de sí misma, poniendo siempre su condición humana por delante de cualquier otra consideración. Siempre fue reacia a los reconocimientos, aunque, a su pesar, tuvo que soportar alguna medalla, y con su consentimiento más de un premio literario. Escribía libros con la misma sencillez que improvisaba artículos, muchos de ellos en las páginas de un naciente Canarias7 al que aportó su entusiasmo durante años, haciendo las delicias de su legión de lectores, que se veían en sus renglones como en un espejo.
Sus libros se reparten entre novelas, relatos y otros de difícil catalogación en los que lo mismo establece un diálogo con La Celestina o el Doncel de Sigüenza que se explaya en sus recuerdos que son historia de esta isla. Su momento de gloria nacional lo tuvo en los años setenta de la mano de Cristóbal Colón, del se debate una y otra vez su lugar de nacimiento, su verdadera tumba, su soltería y hasta su propia existencia; pues bien, María Dolores de la Fe, subida a su ironía infinita sostuvo en un libro que Colón era una mujer, basándose en argumentos tan nimios y cómicos como que en los escritos del Almirante, al lado de su firma, solía aparecer la palabra SUM, que ella convirtió en siglas de «Soy Una Mujer». Como vemos, el sentido del humor le rebosaba casi tanto como su inmensa humanidad. Hoy es un día triste porque se nos va la última figura que levantó acta de una Canarias que ya no existe, y siempre con una sonrisa en la cara, como lo hacía todo. Descanse en paz.
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Este trabajo fue publicado ayer en la edición impresa de Canarias7.

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Cuando llueve, todos nos mojamos

La suspensión del concierto de Sting en Tenerife y las dificultades económicas alrededor del de Sprinteen en Gran Canaria han puesto sobre la mesa el debate sobre el momento para realizar estos grandes eventos. Es indudable que en Canarias hay un público muy entregado a todo tipo de música, desde la más popular hasta la más clásica, pero cabría preguntarse si en las actuales circunstancias es ético ayudar con dinero público en estas actividades.z888Foto0362.JPG Soy de la opinión que la cultura y el deporte en todas sus manifestaciones son muy importantes, pero cuando llegan las vacas flacas hay que priorizar. Si se aprietan las tuercas en sectores tan básicos como Sanidad y Educación, si se reducen las coberturas a las personas con dependencias, si la cultura en alguna de sus vertientes creativas queda desamparada y a nadie parece importarle, también habría que reconsiderar los grandes eventos, porque si hay que apretarse el cinturón han de hacerlo todos, pues a veces es incomprensible que se siga sosteniendo a todo tren alguna actividad (minoritaria o mayoritaria, que de todo hay) mientras otros sectores, también importantes, quedan a la deriva. Porque artistas de la talla de Sting son muy celebrados, pero sus cachés siguen siendo indecentes para tiempos de crisis. No es para alegrarse que se suspenda un concierto de cualquier tipo o que deje de celebrarse un festival, pero tampoco da risa que dejen de publicarse libros, con un coste infinitamente menor que esos grandes eventos. Habrá que racionalizar todo esto, porque en deportes tampoco pueden aportarse ayudas que van a parar a salarios disparatados de algunos deportistas.

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Actitud abierta

Dice el novelista José María Gironella que el que dice que su tierra es la mejor del mundo es un ignorante. Pocas ideas comparto con este novelista, pero esta desde luego sí que la suscribo. Canarias no es la mejor tierra del mundo, ni la peor, aquí hay valores de los que carecen en Hungría, y sin duda los húngaros poseen otros que nosotros no tenemos. Pero ambos son valores culturales de la Humanidad, zvDSCN4130.JPGy si a los magiares les corresponde velar por ellos para ofrecerlos a todos, la misma misión nos corresponde a los canarios con lo nuestro. Exaltar lo propio con exclusión de lo ajeno es una estupidez, hacer lo contrario un disparate, que en Canarias se ha practicado durante décadas, acaso por complejo de inferioridad. Las danzas húngaras de Brahms y los Cantos canarios de Teobaldo Power son aportaciones a la cultura universal, lo mismo que el timple, la Lucha Canaria o mil elementos autóctonos de centenares de pueblos regados por los cinco continentes. Canarias, a la vez que contiene elementos propios de gran valor, lleva cinco siglos entrenándose en la recepción de influencias exteriores. Pocas tierras como la nuestra tan permeables a los movimientos culturales que nos llegaban desde fuera. Prueba de ello es que en algunas épocas fuimos la avanzadilla, como sucedió en el Renacimiento, en La Ilustración o en los aires nuevos de los años sesenta del siglo XX. Y por ello, más que nunca y más que nadie, debemos mirar con actitud abierta, hacia adentro y hacia afuera.