Portugal, vecino ignorado
Aunque el fútbol es la disculpa, hace tiempo que quería hablar de Portugal, país que admiro y respeto. Esta noche se juega con España el pase a la final de la Eurocopa, pero es solo un partido de fútbol. Portugal es una selección que ha tenido grandes momentos, siempre con un futbolista muy especial como líder (Eusebio, Figo, ahora Cristiano) pero no ha logrado nunca un gran trofeo. Y si medimos a los portugueses por la fanfarronería de Mourinho y la vanidad de Cristiano Ronaldo nos estaremos equivocando. Portugal tiene más que ver con la palabra de Saramago, el sabor del vino de Oporto y las canciones de José Afonso. No olvidemos que por las venas canarias también corre sangre portuguesa: Almeida, Acosta, Gonçalves, Padrón, Díaz, Silvera, Silva, Perestelo, Lemus, Déniz, Dávila, Barreto, Correa, Pacheco, Delgado, Ravelo (vaya, muchos novelistas canarios provienen de Portugal)… Y es que uno de cada tres canarios lleva un apellido portugués, aunque mucha gente lo ignora.
Y tenemos de los portugueses varios clisés que son todos falsos, porque, lo mismo que los franceses nos han mirado siempre por encima del hombro (Europa, decían, empieza en Los Pirineos), en España también se ha dado la espalda a un pueblo que proviene de las mismas raíces ibéricas, romanas y germánicas que el resto de La Península. Incluso formó parte de la corona de Castilla cuando quedó sin monarca al desaparecer el rey Don Sebastián. Hubo guerras, como las hubo entre Castilla y Aragón y otros territorios peninsulares. Pero no hemos sido justos con Portugal, país al que en cierta manera hemos mirado con desdén.
Si bien España fue un gran imperio, también lo fue Portugal, hasta el punto de que hubo un tiempo en que se repartieron el mundo (Tratado de Tordesillas), y hoy un gran país como Brasil habla su lengua. Se dice que los portugueses son exagerados; eso es un chiste, forman un pueblo que al ser pobre buscó su grandeza lejos, y fue el rey del mar antes de que Inglaterra le quitara ese liderazgo. Como siempre, cuatro se hicieron ricos, y el pueblo portugués ha vivido empujado por su orgullo, su dignidad y su trabajo. Por si esto fuera poco, dio una lección al mundo el 25 de abril de 1974 con la revolución de los claveles, cuando derrocó una dictadura sin disparar un solo tiro. Ahora, con esta crisis inducida, también está pasándolo mal, pero ahí sigue, con su orgullo, que, lo mismo que España, va a sacar esta noche.
Desde el respeto y la admiración que siento por el gran pueblo portugués, quiero que esta noche gane España, pero no nos equivoquemos con nuestro vecino, del que tenemos mucho que aprender, y seguramente muchas cosas que vivir hombro con hombro. Como ya ocurrió en el pasado, porque Portugal, especialmente para los canarios, no es un país más en el mapa, como Croacia o Polonia, es un poco nosotros. E insisto, es solo un partido de fútbol, deporte inglés que se asentó en Gran Canaria hace más de 100 años de la mano Pepe Gonçalves, hijo de una madeirense de Funchal, como Cristiano Ronaldo. Así rueda el mundo.
Solo hay que echar un vistazo al mapa de las dos naciones donde se celebra la Eurocopa (Polonia y Ucrania) para darnos cuenta de que los europeos han sido siempre ombliguistas, fanáticos, racistas y violentos. Polonia, por ejemplo es un cruce de caminos, que ha tenido su capital en varias ciudades, según qué región, etnia o religión tuviese en cada momento la sartén por el mango. Su territorio ha sido repartido una docena de veces, y ha sido escenario sangriento de las mayores masacres europeas (guerra de los Cien años, anexión a Prusia, anexión al imperio Austro-Húngaro, holocausto nazi, incorporación forzoza al Pacto de Varsovia…), y Ucrania más de lo mismo, pues en su configuración actual están contenidos territorios como el de Galitzia (hay dos, Oriental y Occidental) que incluso han llegado a tener estado propio al final de la Edad Media. Por ejemplo, la ciudad de Lviv -que se denomina de muchas maneras según la nombres en polaco, ucraniano, ruso o alemán- es un refrito de historia, pues hoy es una de las sedes ucranianas de la Eurocopa, pero no hace tanto que era claramente territorio polaco. Y eso, que podría ser una curiosidad histórica, sigue latiendo aquí y allá, con rivalidades, guerras (no olvidemos Los Balcanes), lenguas y conflictos a menudo infantiles, porque tienen que ver con razas, religiones o demandas territoriales. Y esa es la Europa que pretenden unificar con una simple moneda única, y conseguir en diez años lo que nunca se logró en mil.