Cultura y poder (2 de 2)
En Canarias es muy notoria la filiación de determinados creadores con alguno de los poderes que por aquí funcionan o pretenden funcionar. A menudo se establece una simbiosis en la que tanto el creador como quien ostenta el poder salen beneficiados, que es distinto a que el creador se implique en política, permaneciendo fiel a una trayectoria e incluso siendo crítico cuando los suyos están en el poder. La historia de la cultura está llena de nombres que hicieron su obra desde una posición política concreta, fuera a favor o en contra del poder, pero lo que sucede en Canarias es que muchos creadores se mueven sólo en el entorno de pesebre, sin que para ello medie afinidad ideológica, sino simple conveniencia.
De ahí provienen los nombres sobredimensionados, que no se corresponden con el valor de su obra, o los ninguneos de creadores valiosos porque no se arrimaron al sol que más calienta, fuera por posicionamiento ético o por incapacidad para trepar. Todo esto ha fabricado un ambiente florentino de conspiración permanente en el mundillo cultural canario. Se vive una especie de guerra larvada de la que la gran perjudicada es la cultura, y los culpables son los propios creadores y la voracidad de los poderes que manipulan a estos grupos, que usan como premios o castigos la subvención, la protección, el silencio o la descalificación, en lo que son cómplices los demás creadores.
Es necesario por lo tanto romper esta práctica mafiosa en la que los capos hacen y deshacen a su antojo, prostituyendo a todos aquellos que les bailan el agua a cambio de una migajas o silenciando a quienes permanecen celosos de su independencia. El círculo solo se rompe cuando el creador escapa al control de la isla, y esto sucede muy pocas veces por la propia dinámica del mercado cultural, en el que, hasta para romper el huevo insular, se hace necesario a veces contar con el apoyo o al menos la aquiescencia de uno de estos grupos de poder. Casos hay de creadores a los que desde Canarias les han volado el puente por el que iban a escapar.
Esta cotidianeidad vergonzante acaba por influir más allá del propio mundillo cultural, puesto que si los artistas, creadores e intelectuales llevan bozal o sirven a la voz de su amo, se convierten en vehículos del encanallamiento de una sociedad. Y ya es hora de poner las cosas en su sitio y saber quién es quién en el arte, la intelectualidad, la creación, la cultura de esta tierra.
En una secuencia donde la televisión muestra Piazza Spagna de Roma, el locutor dice que es la plaza más bella del mundo. Sin duda es un conjunto extraordinario, diferente, suma de la concepción del espacio, los distintos niveles representados por una de las escalinatas más renombradas, la fuente barroca que es obra de Bernini, las construcciones que la enmarcan y la historia de medio milenio que se contiene en cada una de sus piedras. Emociona tanta belleza. Como dijo alguien, «la Plaza de España de Roma, si no es la más hermosa del mundo, debería serlo». Y todo esto nos lleva a la belleza, que tiene muchas definiciones, pero que se mide por la percepción individual. Cuando para muchas personas algo se establece como bello, se crea una conciencia colectiva de que lo es de una forma universal. Con el manual de la belleza en la mano, la mencionada plaza es muy hermosa, porque ya es concepto establecido, aceptado y sentido (la belleza se siente) por la sociedad. Otra cosa es que se pueda comparar (digo comparar con otras de su calibre, incluso sin salir de Roma), porque objetivamente lo que transmite la belleza no puede medirse. Por eso siempre he considerado un atrevimiento expresiones como «la mejor novela del siglo XX», «la más bella canción de amor jamás escrita», «la mejor película de la historia dle cine» y otras sentencias que adjudican números uno en algo que no se puede medir objetivamente, y que casi siempre se refieren a joyas indiscutibles, como tampoco creo que se pueda responder con certeza universal a preguntas comparativas sobre cualquier cosa que dependa de percepciones, emociones y pasiones. ¿Es hermosa Piazza Spagna? Sin duda, muy hermosa; pero ¿es la más hermosa del planeta? Si somo leales a un pensamiento lógico, no existe esa respuesta.