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Tiempos y despedidas


Todos tenemos iconos de distintas épocas de nuestra vida. Omar Sharif se corresponde con mi adolescencia, y aquella picardía que se le escapaba entre la separación de sus dientes nos lo hacía más familiar. Fue el contrapunto perfecto en Lawrence de Arabia y tengo que confesar que sentía envidia cuando veía Doctor Zhivago porque el indescifrable azul de los ojos de Larissa estaba dedicado a él. Cuando estuvo en Las Palmas en 2004, solicité una entrevista y me citaron. Llegué al lugar convenido y me dijeron que tenía 5 minutos, justo detrás de un fotógrafo de agencia y antes de una televisión local. Imposible alcanzar con esas prisas la cercanía necesaria para entablar un diálogo. Así que, en medio de un cabreo monumental, solo acerté a estrechar su mano, intercambiar unas palabras amables en su español magnífico y comprobar que, efectivamente, parte de su encanto salía de la separación de sus dientes pícaros. Hizo un gesto tratando de disculpar a la organización. Entendió caballerosamente que no le hiciera ninguna pregunta y me emplazó para otra ocasión que ya sé que nunca llegará.
Sharrif 11.JPGCon Javier Krahe, icono de mis mejores años, sí logré la complicidad necesaria para hacer una entrevista disparatada, que era una especie de juego policíaco que yo perpetraba los domingos del verano de 1996 en el periódico Canarias7. Fue muy divertido estar con él, siempre dispuesto a cualquier heterodoxia que se le propusiera. Era como nuestro Georges Brassens accesible y cercano, y en ese tono irónico y humorístico en el que cantaba verdades como puños charlamos y hasta bebimos cubata a las 12 de la mañana. Eran otros tiempos, que por lo visto se están diluyendo en la neblina desconocida del siglo XXI. Como homenaje, enlazo esa «especie de interrogatorio» que, aunque hecha en agosto, se publicó el 12 de septiembre de 1996. Es una forma de que ambos, Omar Sharif y Javier Krahe, sigan aquí, porque son parte fundamental de nuestro imaginario personal.
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Enlace entrevista a Javier Krahe: KRAHE 12-09-96.pdf

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En los límites de la realidad

imagenprincipito.JPGTuve el gusto de presentar hace unos días El principito ha vuelto, un libro magníficamente editado y que es el compendio de una creación común de la escritora María Jesús Alvarado y la fotógrafa Teresa Correa. Aunque pudiera parecerlo, no es un libro del género fantástico. Estamos por lo tanto ante un libro en el que texto, fotografías y dibujos no tratan de hacernos imaginar elefantes dentro de boas, ni sustituyen el baobab del planeta B 612 por una acacia reseca en la llanura; El principito ha vuelto es un relato sobre los límites de la realidad, y sin contarlo ni hacer fotografías truculentas es lo que nos queda cuando llegamos al final. Cruzamos las líneas de la lógica, sus basamentos y sus referencias. No es que contradiga los cimientos del sistema, el orden social o las equivalencias entre lenguaje y pensamiento. Entramos directamente en otro sistema, en otro orden, en otras equivalencias, en un mundo en el que la icónica manzana de Newton no cae, en el que la velocidad no es igual al espacio partido por el tiempo. Hay una nueva dimensión, diferente perspectiva y un insólito comportamiento de las personas y las cosas, que no responden a leyes físicas supuestamente universales, un cosmos en el que se ha establecido una inexplicable forma de entender, distinta y tal vez estrafalaria pero que tiene su propia lógica interna. Es, por lo tanto un libro muy recomendable.
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Texto de la presentación leído en el Museo Canario el 30/06/15 Presentación Mª Jesús Alvarado-Teresa Correa.pdf

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Lo canario (*)

xxIMG_0984.JPGÚltimamente lo canario parece ser que es solo aquello que se asimila al folclore, a la artesanía y a la tradición, y cuanto más rústico, mejor. Es más canario quien canta folías que quien hace rock, quien trenza palmas que quien instala ordenadores, quien recita odas al Roque Nublo y a los guanches que quien representa una obra de Pirandello. Pues no, porque así ni Cernuda era andaluz, ni Dalí catalán, ni Zarra vasco, que encima jugaba un extraño deporte inglés en ropas menores. Se confunde lo canario con el costumbrismo. Es fundamental recuperar nuestra tradiciones (sólo las positivas), fomentar nuestros valores y divulgar entrañables usos para que no se pierdan; pero es que se asimila lo canario a la ruralidad ancestral, y en Canarias hace siglos que nacieron centros urbanos. Lo usual es que los urbanitas, cuando quieren ir de canarios se calan un cachorro, se ponen una chaqueta de estameña o se visten como los campesinos de hace cien años. Es necesario entender que hay personas que se sienten canarias y luego pintan abstracciones, juegan al baloncesto, tocan jazz, escriben novela urbana, enseñan a leer y hasta visten como en Londres, porque uno de nuestros distintivos siempre fue estar abiertos al mundo, por eso tenemos grifos en casa y no vamos a buscar el agua en bernegales a las fuentes públicas. Y resulta que son muy canarias las mantas esperanceras que siempre vinieron de Manchester, y es que lo son precisamente por eso. Para mí, lo canario es una manera de ser.
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(*) (Disculpen que hoy no hable de Grecia; es tal mi indignación, que si lo hiciera probablemente acabaría en el juzgado).