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Silvana Pampanini: el mito estuvo aquí

La muerte de la actriz italiana Silvana Pampanini el pasado Día de Reyes a los 90 años de edad ha vuelto a regurgitar la memoria de la película Tirma, rodada en Gran Canaria en el año 1954. La película, por decirlo suavemente, no forma parte de la gran historia del cine, a pesar de que hay nombres luminosos como los del italiano Mastroianni o el español Rodero, ambos principiantes, o el ya entonces consagrado actor mexicano Gustavo Rojo, hijo de la escritora canaria exiliada Mercedes Pinto. Forma parte de la memoria insular más por los avatares del rodaje y de las historias que se contaban, fueran ciertas o no, que por el nivel de la cinta, basada en una obra teatral de Juan del Río Ayala y que narra un episodio alrededor de la conquista de Gran Canaria. Silvana Pampanini encarnó a la princesa Guayarmina.
0-PICT017c0.JPGAquel rodaje y sus leyendas circundantes convirtió en mito la película, por lo que significó en la sociedad canaria de los años cincuenta, en la que se remontaba una posguerra terrible y seguía bajo una dictadura férrea y unas costumbres religiosas muy cerradas. Y para entenderlo, también tenemos que sumar la propensión de aquella década a mitificarlo todo, hasta tal punto que llegan hasta hoy los ecos de hechos y personajes que, aunque algunos tuvieron leve o gran relevancia, en otros se exageraba o se reinventaba añadiendo imaginación en unos casos y fanfarronería en otros. Continuar leyendo «Silvana Pampanini: el mito estuvo aquí»

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Mitos falsos

Con motivo del centenario de la publicación de La metamorfosis (1915) me vienen a la memoria los mitos mil veces repetidos sobre algunas figuras del arte, la música y la literatura que, aunque hay matices que pudieran acercarlos a ser creíbles, no se ajustan a la realidad. Hemos oído hasta el cansancio que Kafka no publicó en vida, que toda su obra es póstuma, que Van Gogh pintó unas pocas decenas de cuadros y que solo vendió uno a su hermano Teo; o que Rossini compuso toda su obra antes de los 25 años, y cuando consiguió una cumbre operística como El barbero de Sevilla, se retiró y no escribió una sola nota más. Como dicen contradiciéndose en el significado los rimbombantes voceros hispanoamericanos, todo eso es «falso de toda falsedad», aunque en este caso valdría con decir que no es verdad.

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Es cierto que los tres trabajos largos de Kafka, entre ellos El proceso, y otros escritos quedaron inéditos a su muerte, y luego viene toda esa historia legendaria de que su amigo Max Brod faltó a su palabra y los publicó. Continuar leyendo «Mitos falsos»

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¡Que inventen ellos!

einstein 0.JPGCuando se cumplen 100 años de la relatividad general, y a resultas de una semblanza publicada estos días sobre la visita realizada por Einstein a España en 1923, repaso la polémica entre Ortega y Gasset y Unamuno sobre el «que inventen ellos» escrito por el último. Ortega era furiosamente europeísta y Unamuno se debatía en un laberinto en el que llegó a defender que la ciencia estaba matando lo más importante que había dado España, la mística. En ese contexto, don Miguel decía que estaba bien que otros aportaran ciencia que nosotros aportaríamos literatura; en lo más agrio de la polémica (duró de 1906 a 1912) Ortega, a quien por su racionalidad Unamuno asimila al bachiller Sansón Carrasco, llega a equiparar al rector de Salamanca con un loco cervantino que busca la tumba de don Quijote para reverenciarlo. Continuar leyendo «¡Que inventen ellos!»