Publicado el

En Belén con los pastores

Un amable comunicante me sugiere pastorcillos para quitar el mal sabor de boca del vídeo brutal del comentario anterior. La verdad es que siempre me he preguntado por qué sólo adoraron a Jesús hombres que se dedicaban al cuidado de rebaños. pastores.jpgSe me dirá que eran los que estaban en el campo y vieron la estrella de Belén, pero todo eso es rebatible con el Evangelio en la mano y con el sentido común.
Para empezar, la estrella debía guiar a los magos de Oriente, y por lo tanto andaría lejos de Belén, señalando el camino. Es verdad que había un ángel anunciando gloria a Dios en el cielo y en La Tierra paz a los hombres de buena voluntad, pero los clamores del ángel podían ser escuchados por cualquiera, especialmente por los panaderos, que son los que tradicionalmente trabajan de noche.
También podían oírlo los campesinos agricultores e incluso los urbanitas de una ciudad pequeña como Belén, pues no creo que hubiera mucho ruido de motores en aquella época. Además, se supone que los rebaños pastan de día y por la noche vuelven a los corrales, donde se hace el ordeño y se fabrica el queso. De manera que eso de los pastores de Belén no resiste un análisis medianamente serio, porque arrieros, repartidores, soldados, carpinteros que tienen atrasado el trabajo y otros profesionales suelen trabajar sin horario. En fin, que hasta los evangelistas en este caso andaban en Belén con los pastores.

Publicado el

Donde vivir es delito

Leo en un despacho de agencia que la UE apoya una propuesta para que la Asamblea General de la ONU apruebe la despenalización de la homoxesualidad en todo el planeta. La relevancia de esta noticia, cuyo contenido puede parecernos obvio, es que precisamente porque en nuestro ámbito ser gay ya no es un delito (lo fue hasta no hace mucho), tenemos que pensar en las sociedades donde serlo es un baldón que se paga incluso con la muerte.
emblem1[1].jpgPor lo tanto, es evidente que estoy totalmente a favor de que esta propuesta salga adelante, aunque sé que la intolerancia seguirá haciendo estragos en lugares donde las costumbres, las religiones y la ignorancia siguen campando a sus anchas y trazando normas que se pretenden morales pero que en el fondo son inhumanas.
Y abundando en el tema, resulta curioso que se arme esta propuesta mientras no tengo noticia de que haya movimientos institucionales mundiales encaminados a despenalizar el adulterio femenino, del que sabemos de año en año cuando algún caso salta a los medios, pero no salen en las noticias las lapidaciones que tienen lugar diariamente en aldeas recónditas que ni siquiera están en el mapa, con tanto GPS y tanta leche. Y si hablamos de ablaciones de clítoris, asesinatos de mujeres por la propia familia (los llaman de honor, qué ironía), crímenes «autorizados» por asuntos de dotes…
Y el problema es que un zapato casi le da a Bush. Hay que joderse.
***
ADVERTENCIA: Este enlace lleva a una lapidación real. Hay que ponerlo porque es una denuncia, pero les aseguro que yo sólo aguanté hasta la mitad. Es tremendo.

Publicado el

Santa Lucía

rostro.jpgDesde siempre, el 13 de diciembre ha tenido un significado especial para la mayor parte de la gente. Es Santa Lucía, que es la patrona de los ciegos, porque, según la tradición, ella misma perdió los ojos en la tortura de su martirio en su Siracusa natal.
La religión es cosa de cada cual, pero la tradición es de todos, y por eso se asocia a Lucía con la luz, o con la falta de luz en los inviernos noctámbulos del círculo polar. Ya es una nueva tradición que venga cada año la Lucía sueca (Santa Lucía es muy venerada entre la oscuridad decembrina de los suecos) a nuestra luminosa Santa Lucía de Tirajana.
Y es bueno tener presente a aquellas personas que carecen del sentido de la vista, o que tienen alguna dificultad para ver, aunque no hay mayor ciego que el que no quiere ver, que son los ciegos del espíritu. Los ciegos dan pena y generan solidaridad; los sordos dan risa y promueven a la burla. Es triste, pero nadie aprecia la dimensión de los sentidos, pues son los que nos comunican, nos hacen humanos.