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Elio Quiroga, novelista

Los artistas e intelectuales son conocidos porque se expresan a través una vía, aunque suelen aproximarse a otras. Sabemos que Alberti pintaba, que Miguel Ángel escribía o que Lewis Carroll fue un pionero de la fotografía artística y de la fotografía a secas. Otras figuras, aunque encumbradas por una actividad, también cultivaban otras, a veces con gran maestría, pero no se les suele reconocer el mismo mérito que a la primera. He conocido y conozco a personas que destacan en varias disciplinas, pero solo conozco a una que no cesa de asombrarme: Elio Quiroga.

losquesueñan.JPGLa primera vez que leí su nombre fue asociado a un excelente libro de poemas, entonces inédito. Antes había hecho música, fotografía y cortometrajes. Luego ya vino lo del cine, donde, menos de actor, ha tocado con excelencia todos los palos: director, guionista, productor, músico (no olvido su recorrido largamente reconocido por el cine de animación)… y cuando ya lo tenía asumido, me sorprende con un prestigioso premio de ensayo, o con sus internadas en las aplicaciones informáticas y los videojuegos. Cosas de Elio, me digo, en él nada puede sorprenderme, y lo veo como a un niño travieso cuando a veces compartimos charla y cerveza frente al mar.
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Música, maestro, paren la guerra

zzzzcielo lili.JPGEl alto el fuego precario que se ha acordado en Siria me trae a la memoria uno de los episodios más curiosos alrededor de la inutilidad de la guerra y la fuerza de la música. Hay un libro de la ensayista catalana Rosa Sala Rose que analiza los orígenes de la canción Lili Marleen, un fenómeno muy curioso, que se convirtió en mito para las tropas alemanas y luego incluso para las aliadas, que escuchaban en las trincheras heladas una canción que hablaba de la despedida de una pareja en la puerta de un cuartel cuando él se iba a la guerra. Servía para los alemanes, pero cuando los soldados aliados la escuchaban desde sus posiciones sentían la misma emoción que los alemanes. Continuar leyendo «Música, maestro, paren la guerra»

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Las tres vidas de Gelu Barbu (*)

3f3f3t.JPGGelu Barbu fue una institución en Las Palmas de Gran Canaria muy pronto. Llegó a esta ciudad empujado por una dolencia de espalda y atraído por el clima cálido, y fundó el primer ballet estable que ha habido en la ciudad. Fue primera figura en Bucarest y en la URSS, y tuvo como maestro en la Academia Vajanova -la mejor del mundo- a Alexander Puskin, bailarín último descendiente del poeta del mismo nombre. Odiaba el amaneramiento de los bailarines en el escenario y defendía que un buen bailarín debe ser viril y fuerte.
Su historia personal es tan dura como esperanzadora. Una y otra vez la vida le fue poniendo la pared de frente, pero él, siempre con la esperanza como antorcha, fue capaz de volver a empezar, hasta que se enamoró de Las Palmas de Gran Canaria y se quedó para siempre. Poco a poco, el tiempo ha ido repartiendo justicia, cayó aquel muro berlinés que Gelu cruzó cuando todavía el cemento no había fraguado, se le ha reconocido en Canarias su dedicación y su identificación con esta sociedad y en Rumanía se acabaron los dictadores. Continuar leyendo «Las tres vidas de Gelu Barbu (*)»