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Carta a los Reyes Magos

Supongo que ustedes esperarán de mí una carta parecida a los deseos de Miss Arkansas: felicidad para todos y paz en el mundo. Y no es que no lo desee, sino que me parece una chorrada pedírselo a unos tipos de los cuales no se sabe muy bien si eran reyes o simplemente magos, y la magia ya sabemos que tiene truco. Y no son trucos lo que necesitamos en este planeta, ya nos han sacado demasiados conejos de la chistera delante de nuestras narices. La otra magia es fruto de la imaginación, y de esa podemos surtirnos sin necesidad de ponerle maíz a unos camellos que finalmente no se lo comen.
vv88.JPGSiempre he visto que a los niños ricos les traen juguetes carísimos y a los pobres una pequeñez o nada. Y eso es discriminación, por lo que deduzco que son instrumentos de dominio, no en vano son ustedes una tradición que proviene de un pasaje evangélico, que luego los hombres han usado a su antojo. Así que, por mi parte, pueden quedarse con su magia y con su improbable realeza. Además, dicen que llegaban a Belén desde Oriente, y uno de ustedes es de raza negra y provenía de Etiopía, que, si miramos un mapa, está justamente al suroeste de Palestina. O sea, que me parece que ponen el Oriente donde les sale del arco del triunfo.
Mis Reyes Magos son la gente que me quiere, la que desgasta sus sandalias con las mías haciendo juntos el camino. Eso sí que es magia, porque mi gente no tiene truco, es de verdad. Así, señores Reyes Magos, sigan dando la vara por ahí, pero no esperen que yo les siga el juego. Prefiero jugar a la amistad, al amor, a la esperanza y sobre todo a los actos de buena fe. Y mira por donde, de eso sí que pido mucho, con el compromiso de dar. De todas formas, les deseo que tengan un buen viaje esta noche, y hagan felices a quienes todavía tienen la inocencia de creer en ustedes.

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Galdós y mi bisabuela

Una de mis bisabuelas otorgaba a su esposo, mi bisabuelo, características de gran hombre. Y lo era, sin duda, pero no por las razones esgrimidas por su viuda. Decía mi bisabuela que su marido fue un tipo importante porque murió en la misma fecha que Pérez Galdós, de quien ella era una ferviente lectora.
<img alt="zzgad.JPG" src="/bardinia/wp-content/uploads/sites/11/anteriores/zzgad.JPG" width="325" height="243" class="mt-image-right" style="float: right; margin: 0 0 20px 20px;" /
Por eso, cada vez que veo el 4 de enero en el almanaque me acuerdo de mi bisabuela, de la sombra difusa que tengo de su marido y de don Benito Pérez Galdós, que no pudo rebasar el gélido invierno de 1920. Y ahora que hago memoria, Galdós siempre fue muy leído, es tal vez ahora cuando menos se le lea, y siendo un poco malo puedo pensar que tal vez tanto estudio sobre él lo hayan convertido en algo sublime e inalcanzable a los ojos del lector común. Ese problema tiene convertirse en un icono, y tengo que decir que leer a Galdós es siempre una delicia porque tiene un arco de registros muy amplio, no es un escritor para una franja determinada sino para todas. Claro, por eso es tan universal en todos los sentidos, porque cualquiera y a cualquier nivel siempre encuentra acomodo en sus novelas. A lo mejor a mi bisabuela su marido le parecía tan especial porque le recordaba a algún personaje galdosiano, y si encima se murió un 4 de enero, pues ya está montado su mito particular.

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El baúl de las cosas inútiles

zevere.jpgDecía un maldito poeta francés (¿o era poeta maldito?) que la parte más imprescindible y necesaria de una casa es el retrete, y por ello la más fea. Por el contrario, los salones y las terrazas eran lo más bello, pero se puede vivir sin su existencia. Claro que, de ese modo, la vida es menos agradable y nos parecemos más a un animal primario. Ese era el concepto que se tenía del arte, la literatura y no sé cuántas más cosas supuestamente inútiles, que son como los salones o las terrazas de la mansión de la vida, sin las cuales podemos susbsistir pero no vivir. Porque, en esencia, ¿para qué sirve un cuadro, un poema, una sonata? ¿Qué utilidad tiene la Torre Eiffel? ¿Abriga más o da más sombra una casa hecha por Gaudí que un edificio rectangular sin ambición alguna? ¿Para qué sirve que un tipo corra 100 metros en 9,58 segundos si cualquiera puede adelantarlo en bicicleta?
La respuesta es obvia, pero viene a resultar que el ser humano lo es porque ha hecho de la supervivencia cultura. No es necesario que cocine Martín Berasategui para alimentarnos bien, ni quita más la sed la cerveza que el agua clara. Pero todo es cultura, y eso es lo que nos hace humanos, porque siempre buscamos ir más allá. Incluso ya los retretes no son tales, sino lugares agradables, con espejos y colores. Y esto viene porque alguien decía por la radio que el alpinismo era una estupidez, porque nada se consigue escalando una montaña. Eso, como el deporte, la literatura, el arte, la moda o la buena mesa, es cultura, superarse cada día, hacerse más humano. Y entonces ya no es tan inútil.