El Carnaval
Hubo un grupo grande de personas, entre los que me cuento, que vivimos el renacimiento del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria apenas este bajó de La Isleta de la mano de Manolo García. Fueron unos años memorables en los que la ciudad se disparataba en La Plaza de Santa Ana, en Schamann, en Guanarteme y en todas partes. Se generaron tradiciones como la verbena de la sábana o la noche dedicada al cine (recuerdo a Juan Rodríguez Doreste disfrazado de Greta Garbo o de Fred Astaire bailando claqué como es debido).
Pero llegó un momento en el que desterraron el Carnaval al Parque de Santa Catalina, y nació aquello del Mogollón, y las casetas y el gentío. Y ya empezó a no gustarme porque se fue despersonalizando, haciéndose por y para la televisión, y creando tal vez un nuevo Carnaval, que no era el que nosotros demandábamos. Y encima se reviste de rivalidad con el de Santa Cruz de Tenerife, cuando se trata de una fiesta, y nada más. Y como hoy es Martes de Carnaval, quiero vivir esa fiesta, pero la verdad es que en ella me siento como un yanqui en la corte del rey Arturo, porque no la entiendo. Siento que el Carnaval se ha degradado.