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Timadores

Es necesario advertir a los incautos sobre el peligro que suponen los estafadores telefónico. Hay muchas modalidades, bien ofreciéndote un curso de inglés o diciéndote que has ganado un premio en un sorteo del que si siquiera tienes noticias. A veces sólo se hacen pasar por operadores de la compañía telefónica y te piden que marques un número, que es el suyo, con lo que ellos empiezan a facturar.
t.jpgLas personas mayores son más vulnerables a este tipo de estafas, porque a veces están solas, y se sienten bien cuando alguien los llama por teléfono. Ni que decir tiene que no se puede facilitar a nadie por teléfono un número de cuenta corriente o algún dato vital, porque puede ser utilizado. Se echa de menos una campaña del Gobierno advirtiendo a la ciudadanía de tanto timador como hoy pulula por ahí. Son como los carteristas de antaño, pero apoyados por los avances tecnológicos, la inoperancia de las autoridades y la candidez de la gente. También habría que actuar contra los concursos televisivos de medianoche en los que el teléfono es una mina de oro. Todos lo saben y nadie actúa, y encima un presentador de un programa estrella invita a participar en ese timo que viene después.

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Cartas

Hoy nos comunicamos por escrito más que en cualquier otra época de la historia de la Humanidad: correo electrónico, fax, chat, mensajes de móviles. La velocidad es el instante, y la respuesta inmediata. Esa capacidad nunca había estado alcance del ser humano.
cartaa.jpgSin embargo, la carta, el sistema más antiguo, que no depende de chips, satélites y energía, está cayendo en desuso, hasta tal punto, que si ahora nos fallara la tecnología mucha gente no sabría cómo se escribe una carta, el valor que tiene como memoria y los matices que hay que dominar para que una carta comunique más allá del mero significado semántico de un texto.
Todavía recuerdo cuando me dijeron que se puede escribir entre líneas. Eso es una carta, y seguramente habría que frecuentarla más, pues por algo existen desde la misma fundación de la escritura, y hay datos de servicios postales desde el Antiguo Egipto, la China milenaria y, por supuesto, el Imperio Romano.
Y es que las cartas son, además de mensajes, objetos que a menudo cobran significado emocional con el tiempo, y un buen ejemplo es el británico Ted Howard. A lo mejor, como hacen en Argentina, tendríamos que aprender de nuevo a escribir cartas, que son más lentas, pero que tienen un hálito humano mucho más entrañable que los frío e-mails, los imperfectos sms y los casi siempre emborronados telefax. Sobre todo si están escritas de puño y letra, porque recogen el pálpito de la persona que escribe, como la de la foto, escrita por Carlos Gardel.

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El poder y la televisión

Controlar los medios siempre ha sido el sueño de cualquier poder, en cualquier tiempo y circunstancia. Y aunque lo sesudos periódicos tenen el peso intelectual y la radio es la inmediatez, el caballo de Troya de la influencia es sin duda la televisión. ¿Para qué si no se inventó en tiempos el Festival de Benidorm?

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