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Los intangibles

18.JPGAhora queGoogle ha ganado el Príncipe de Asturias, puede explicarse por qué la crisis económica tiene su origen en la valoración falsa de los intangibles. Hace siglos que Adam Smith, Karl Marx y Malthus dejaron clara la diferencia entre valor y precio. Hasta ahora esta idea sólo era una bonita teoría que nadie aplicaba, porque en la práctica el precio era el valor de una cosa. Ahora, por fin, se han dado cuenta de que no es así, pero sólo tenía que preguntárselo a cualquier numismático, puesto que una moneda de cinco pesetas de la época de Isabel II cuesta en el mercado en torno a los 100 euros, y otra del mismo valor, de veinte años después (1869) ha llegado a cotizarse en 24.000 euros (sí, cuatro millones de pesetas). Son iguales, pesan lo mismo pero de la primera hay miles rodando por ahí y de la segunda sólo una pocas. Está claro que el valor es el mismo, pero el precio es muy diferente porque tiene el valor intangible de la escasez.
Eso siempre fue así, al escasear sube el precio, no el valor, pero lo que no se entiende es que suban los precios cuando hay abundancia de un producto. Eso ha sucedido con las viviendas, y los más viejos del lugar llevan años preguntándose cómo era posible que un piso twviera esos precios, cuando podían comprar todos los que quisieran. Esta valoración falsa de las cosas nos ha llevado al callejón en que estamos, y los portales de Internet son una prueba de ello, bendecidos por respaldos tan importantes como el Príncipe de Asturias. No estoy en contra de Internet, estamos precisamente en esa vía, sólo digo que las cosas valen lo que valen, no lo que se paga por ellas. Y han hecho bien en premiar a Google, porque otra cosa sería que le dieran el Nobel de Economía a Alan Greenspan, último responsable de todo este lío desde su asiento de Presidente de la Reserva Federal Norteamericana.

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Aniversarios

Es curioso ver la desigualdad con que son tratados distintos personajes o eventos por las instituciones y los medios de comunicación cuando se cumplen fechas redondas referidas a su nacimiento o su muerte.
ass.jpgEn las últimas décadas hemos tenido dos celebraciones anuales de Mozart, una por el nacimiento y otra por la muerte, un año en el que Federico García Lorca estuvo hasta en la sopa, celebraciones de Chaplin, Picasso o Neruda, y otro en el que a don Quijote sólo le faltó ser entrevistado por Iñaki Gabilondo. También nos atiborraron a celebraciones cuando la novela Cien años de soledad cumplió 40 años. Y en Canarias hemos tenido años recordatorios de Galdós, de Alonso Quesada y creo recordar que de Pedro García Cabrera.
Y sorprende que, cuando llegan centenarios o fechas parecidas de otras figuras de similar tamaño, pasen de puntillas y casi ni se note en los medios. Este año está ocurriendo con el centenario de la muerte del gran compositor Rimski-Kórsakov o con el cincuentenario del poeta Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura, o del Papa Pío XII, el último antes del gran cambio que supuso el Concilio Vaticano II. Y poco suenan los centenarios cumplidos este año por Atahualpa Yupanqui, Simone de Beauvoir, Salvador Allende, Cartier-Bressons y una pléyade de actrices a cuál mejor: Carole Lombard, Bette Davis, Joan Crawford, Anna Magnani… A lo mejor también es cuestión de suerte.

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Cumpleaños

Las celebraciones con motivo de los 25 años de Canarias7 me llenan de recuerdos, puesto que este cuarto de siglo del periódico coincide con mi andadura pública en la escritura, porque, además, yo cumplo años con el periódico. Algunas veces me presentan como escritor y periodista, por mi vinculación con esta cabecera, y aunque intento aclarar que no es periodismo en sentido estricto lo que hago, da igual, porque mis textos se publican en un periódico.
portada.jpgCuando miro hacia atrás en mi modesta trayectoria literaria, veo siempre al fondo a Canarias7. Recuerdo las primeras travesías del periódico, cuando entregaba a la inolvidable Dolores Campos-Herrero -entonces responsable de cultura- mis textos mecanografiados, iniciando un camino que aún continúa. He escrito miles de artículos, centenares de entrevistas -lo más parecido al periodismo que he hecho, porque en realidad son conversaciones- y una senda literaria paralela a los libros.
Cuando escribo mi currículo literario, aparece siempre Canarias7. En estas páginas he publicado docenas de relatos, hice una novela por entregas al modo del siglo XIX, publiqué en su página web la primera novela en castellano por Internet (una semana antes que Sábato y un mes antes que Pérez-Reverte, que se apuntaron el tanto en la lengua y en España). El mérito fue del periódico, que creyó antes que nadie en la nueva Sociedad de la Información. Una de estas novelas va camino de las librerías junto a otras dos en un mismo volumen, pues las tres conforman un corpus que es a su vez una novela poliédrica…. No es casualidad que Canarias7 haya sido premiado por su implicación en la animación a la lectura, y en eso tiene mucho que ver nuestro querido Pleamar.
En fin; aquí se publicaron cada domingo Crónicas del salitre, Penúltimas décadas, y cada año, coincidiendo con el Festival de Cine, un relato por entregas en nueve capítulos. Podría decirse que no es posible entender mi literatura sin Canarias7, y sobre todo recuerdo con ternura (y agobio) mi querido Al reverso, escrito a la manera del maestro Robert Escarpit, que saqué a diario durante más de cinco años.
Canarias7 es por ello una prolongación de mi casa y un espacio para mi obra literaria. Es de justicia que lo agradezca y haga una felicitación colectiva que me incluye, porque yo me siento parte de este periódico. Espero que el periódico y yo cumplamos otro cuarto de siglo con un comentario similar a este. Y que ustedes lo lean. Gracias.