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Memoria y respeto

Alejado en los pasados días de la posibilidad técnica de escribir en este blog, quiero ahora y antes que nada expresar mi sentimiento de solidaridad con los familiares de las víctimas del aeropuerto de Barajas, mi deseo de un pronto restablecimiento de los heridos y mi estupor ante una de las mayores tragedias de la historia de Canarias, y especialmente de Gran Canaria.
A lo que sí he tenido acceso es a la televisión, y tengo que decir que el tratamiento repetitivo y morboso que se ha dado a la catástrofe ha sido lamentable, con parámetros más propios de la televisión basura. No quiero entrar en detalles pero este enfoque sensacionalista y carroñero no ayuda a mitigar el dolor, y en algunos casos es una inadmisible falta de respeto.
Ya habrá tiempo de burocracias, investigaciones y políticas. Ahora es el duelo.
El 20 de agosto quedará para la historia triste de Canarias y en este momento lo que toca es acompañar el dolor de los familiares.
Un abrazo a todos.

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Poder e imagen

Con la generalización de la televisión, la imagen se ha ha convertido en un atributo más importante para la política que el talento que pueda acreditar una persona.
kennedy.jpgDa igual su preparación y su capacidad, si tiene buena imagen, si sabe interpretar su papel de líder ante las cámaras, ese es el candidato elegido, y luego será esclavo del poder y de quienes lo han empujado hasta él. Ejemplos tenemos a docenas en cualquier nivel de la política. Todo empezó cuando John Kennedy se convirtió en Presidente de Estados Unidos hace casi medio siglo. Su presencia de alumno aplicado, guapo, con una sonrisa permanente, era la imagen del seductor, un galán de cine. En este caso, aseguran que era un hombre de una inteligencia excepcional, pero habría dado lo mismo si hubiera sido menos inteligente, siempre que tuviese al lado el glamour de Jackie y una aureola creada por su gabinete de imagen. Eso quiere imitarlo ahora Sarkozy.
Hoy, grandes políticos como Gladstone, Pitt, Cánovas del Castillo, Churchill o De Gaulle no habrían sido tenidos en cuenta por sus partidos para encabezar una lista electoral, Lo de Jordi Pujol es la gran excepción que confirma la regla, porque hoy la democracia se vende también en los medios de comunicación, y ahí la imagen es determinante.