Sobre la monarquía
Se montó hace unas semanas un pifostio del carajo cuando se publicó el libro de Pilar Urbano sobre la Reina, se estuvo hablando del papel de doña Sofía, del silencio necesario sobre algunos temas y sobre su papel institucional, que no constitucional, porque la Constitución de 1978 no le da ninguna misión, puesto que sólo es la esposa del Jefe del Estado, que es quien ostenta la representatividad y tiene que mantener una posición equidistante y prudente respecto de cada una de las opciones políticas; al menos en público.
Ayer, un periódico de Madrid sacó una información sobre la intervención del Rey en el asunto de la venta de una parte de Repsol a una petrolera rusa. Será verdad o será mentira, pero está claro que lo que haga o diga el Rey sí que es fundamental porque constitucionalmente sí que tiene un papel en la estructura del Estado. Y la extrañeza me viene al ver que nadie ha entrado en ese asunto, ni a favor ni en contra, cuando esta vez sí que tiene importancia. Todo lo más, unos tímidos desmentidos de segunda mano por parte de la Casa Real.
Y este sí que es un asunto clave, puesto que la mujer del César no sólo debe ser honesta, también debe parecerlo, pero hay como miedo (o al menos precaución) cuando se habla del Rey, y yo creo que en una sociedad verdaderamente democrática esto no debería ser así. Es raro, la verdad.