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Palabras inoportunas

Sabido es que el magistrado Antonio Castro Feliciano, Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias es un jurista destacado, que ha demostrado largamente su valía y su compromiso social. Pero el mejor escribano tiene un borrón, aunque calificar de despiste las declaraciones del magistrado sería una levedad.
v3.JPGTampoco podemos achacar la culpa al periodista que transmite, porque es una vieja práctica matar al mensajero. En mi opinión, Castro Feliciano tuvo un muy mal día y alguien que ocupa un cargo de tanta proyección social debiera medir mucho sus palabras. Seguramente no quiso generalizar, pero generalizó; es muy probable que no quisiera perpetuar esquemas machistas, pero lo hizo; estoy convencido de que no quiso ser xenófobo al hablar de mujeres inmigrantes en temas de maltrato, pero suena muy xenófobo. Ya se sabe, la mujer del César, además de ser honesta, debe parecerlo.
Y el Sr. Presidente del TSJC dio todas esas impresiones en sus declaraciones, y es por ello que han salido voces críticas. Es que alguien en su puesto influye en el temor de las mujeres a denunciar los malos tratos, porque se crea la idea colectiva de que todas mienten. Sería importante que el Sr. Castro Feliciano recondujera sus palabras, para así no dar ni un milímetro de ventaja a los maltratadores. Es algo que quienes sabemos de su valía, su rigor y su responsabilidad esperamos.

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Caritas in Veritate

Quienes me hayan leído habrán comprobado que suelo ser muy crítico con la Iglesia Católica, porque entiendo que tiene una gran influencia sobre millones de personas y no pocos poderes. Por ello apelo continuamente a la responsabilidad de sus dirigentes, y en contra de lo que algunos puedan pensar, no me mueve ningún sentimiento anticlerical, pues por otra parte respeto profundamente las creencias de cada persona.
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Y si soy coherente, también tengo que aplaudir cuando entiendo que ese poder que sin duda tiene La Iglesia se ejerce con responsabilidad de la que hablo. No soy un estúpido y por ello sé también que a la jerarquía eclesiástica le importa un comino lo que yo diga, pero, como ya he señalado, a mí sí que me importan sus mensajes.
En Papa Benedicto XVI acaba de publicar la encíclica Caritas in Veritate (Caridad en la Verdad). No he tenido ocasión de leer el documento en su totalidad, pero por lo que se desprende de los resúmenes publicados en los medios, el Pontífice ha puesto el dedo en la llaga, y ha establecido un discurso solidario, crítico con los que abusan de sus poderes económicos, un discurso que clama por la lucha contra la pobreza y señala con el dedo a los traficantes de ilusiones y finalmente de vidas. Apuesta por una ONU con verdadero poder para reolver conflictos, y no la pantomima que es ahora. Y lo ha hecho coincidiendo con la reunión en Italia de los dirigentes del G-8. Más oportuno y claro no ha podido ser y por ello esta encíclica, que es un documento siempre importante en la trayectoria de un papado, merece ser leída, divulgada y aplicada.
Lo siguiente creo que debiera ser una proyección en la Capilla Sixtina de la película Las sandalias del Pescador, y a ver si empezamos a aplicar la teoría.

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Darwin tenía razón

Hablaba hace unos días del becerro de oro, y creo que me quedé corto. Que la gente busque falsos dioses cuando está desesperada es una reacción hasta cierto punto explicable, pero viendo lo que está sucediendo con Cristiano Ronaldo y con Michael Jackson creo sinceramente que la Humanidad se ha vuelto loca, o lo que es peor, imbécil.
zmonoo.JPGCreo que los seres humanos disfrutan y se emocionan con cosas que les gustan, y por lo tanto el fútbol y la música entran en ese paquete. A mí me maravilla un pase a un hueco inexistente (que luego resulta que existe) de Iniesta, con un dominio del movimiento y el espacio que roza la magia, como ocurre en la danza o en las artes plásticas.También entro en trance cuando escucho un nocturno de Chopin, que es tan sencillo y a la vez tan sublime que me deja sin habla, y, para no dármelas de exquisito, lo mismo me sucede con muchas canciones de Freddy Mercury, Serrat, Elvis, Lennon y hasta si me apuran me excita escuchar el desgarro de la copla cuando alguien se arranca con La bien pagá.
Sin embargo, esa idolatría rayana en la estupidez de un estadio lleno de gente histérica, que ha aguantado un día de cola bajo el criminal sol madrileño de julio para ver de lejos a un futbolista que no va a jugar esa noche, o el circo que se ha montado alrededor de las exequias de Jackson, es algo que no es humano, ni tiene que ver con la emoción o el gusto por el deporte o la belleza. Es simplemente la constatación de que Darwin tenía razón, es un comportamiento simiesco y regresivo, que por lo que se ve hace sonar sin tregua el timbre de la caja registradora.