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Las tertulias las carga el diablo

La tertulia estaba en su apogeo cuando me incorporé a la mesa. Uno de los contertulios hablaba maravillas de algo o de alguien:
-Es el soberano máximo de su tiempo.
alejandro.JPG-Por supuesto -añadió otro- es el Napoleón de la antigüedad.
-El Felipe II creador de una civilización -intervino un tercero.
-Fundador de un imperio, no lo olvides -recalcó el anterior.
-Un estratega único, el Gran Duque de Alba de su época -remachó otro.
-Y por si fuera poco, le llamaban el Magno -dijo triunfante el primero de todos.
Uno de ellos se me quedó mirando, porque yo no había dicho nada, y me preguntó:
-Es que tú no tienes nada que decir?
-Hombre yo… -titubeé- ya que han dicho soberano, Napoleón, Felipe II, fundador, Gran Duque de Alba, Magno… supongo que hablan de coñac.
Se molestaron porque por lo visto estaban hablando de un tal Alejando de Macedonia, más conocido por Alejandro Magno, y ya se enfurecieron cuando yo aporté:
-Y qué guapa era su esposa, la reina doña Marie Brizard.
Si se creían que yo iba a quedarme atrás van listos. Y eso que nada hay peor que llegar tarde a la fiesta, pero así y todo a mí no me callan.
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La foto es una vista de Alejandría desde el Paseo de Tomás Morales.

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Euskadi o la tristeza mediática

Madrid es la capital de España y en su comunidad viven cinco millones de personas. Al estar allí el Gobierno, el Parlamento, las sedes de los grandes medios y las grandes corporaciones, es normal que tenga gran atención mediática. Cataluña y Andalucía son grandes comunidades, con más de ocho millones de habitantes cada una, y es natural que, por sus dimensiones también estén en el centro de la actualidad.
ikurriña].JPGLo que ya me tiene hasta las narices es la presencia machacona de Euskadi, una comunidad similar a Canarias, pues tiene los mismos habitantes y 300 kilómetros menos que nuestro archipiélago. En territorio es como Canarias si le quitamos La Gomera. Pues ese territorio tan pequeño (el 1,4% del estado, Canarias el 1,5%) y con el 5% aproximado de población, como Canarias, nos tiene en vilo desde hace cincuenta años. De Galicia sabemos cuando hay elecciones, de Asturias cuando se falla los Premios Príncipe de Asturias, de Baleares cuando veranea la familia real, de Aragón cuando hay Expo en Zaragoza y de Extremadura, Murcia, La Rioja y las dos Castillas casi nunca sabemos nada. De Valencia sabemos algo más porque tiene su importancia.
Y ya estoy harto de que un territorio tan diminuto con una población tan escasa proporcionalmente nos marque la agenda una y otra vez, en los medios, en el Parlamento, en las campañas electorales y hasta en las finales de fútbol. Es triste pensar que es el miedo lo que determina este fenómeno, y estoy también cansado de tener miedo.

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Famosos a toda costa

Que Julián Muñoz haya sido propuesto como ponente en un curso de verano de la Universidad Rey Juan Carlos es el colmo de la desfachatez, aunque al final la presión les haya obligado a envainársela. Que se vuelvan ahora atrás no borra el disparate.
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Aunque el curso sea sobre corrupción política, porque estamos dando cancha a quienes se han saltado la ley, se han burlado de la democracia y encima van a cobrar un caché como si fueran cantantes. Y no será el mismo precio para todos, porque quien se ha llevado poco cobrará poco y el que haya arrasado pedirá mucho. Al que haya robado una gallina para comer ni siquiera lo llamarán.
Esto parece un chiste, un absurdo como la guerra de Gila. Lo siguiente será que lleven como artista invitado a unas jornadas sobre cualquier aspecto del crimen a un asesino en serie o a un traficante de niños. Es indignante que una institución universitaria, que debe dar ejemplo de cordura, entre en el juego en el que han entrado las televisiones hace tiempo con los realitys. Hace unos días, en un programa de sobremesa de Antena 3 dos invitados se pelearon a puñetazos, y esa secuencia es la estrella de los zappings. Luego dijeron que era un montaje, que se trataba de dos especialistas. Si es así es peor, porque fue premeditado para un programa que, aunque nos pese, ven los niños. Se veía venir, no sé si me da más asco o más tristeza, pero este no es el mundo que queremos legar a nuestros hijos.