Publicado el

Los mitos, el nazismo y la democracia

Por desgracia, uno de los acontecimientos más terribles del siglo XX -el nazismo- ha creado toda una mitología, hecho al que no es ajeno el cine, tanto europeo como norteamericano, que, aunque sea para criticarla, se ha valido de la estétita nazi, y así, desde Fasbinder a Spielberg, hemos tragado III Reich, SS y acercamientos a los dirigentes hitlerianos desde perspectivas de todo tipo. Al final, las imágenes quedan y en el cine impresionan.
xnazi1.jpgSe ha creado por lo tanto una mitificación, que no sólo proviene del cine. Hay algunos trabajos interesantes, como los de Rosa Sala Rose sobre los mitos del nazismo y su relación con el poder, que es una luz en el conglomerado de sobreinformación confusa que nos asaetea. El hombre de nuestros días prescinde cada vez más del conocimiento y se deja llevar por la ola de la moda, la publicidad y los cantos de sirena del éxito fácil que siempre es de otros y que finalmente es una gran frustración para la mayoría.
Dice la autora de estos trabajos que cuantos más mitos pongamos alrededor del poder más nos alejamos de la democracia. Es el huevo de Colón, que ha estado siempre delante de nosotros y ella lo ha expresado. Los mitos han sostenido el poder desde los dioses asirios y babilónicos, las deidades griegas y romanas, el César convertido en dios y las monarquías medievales cuya legitimidad se hacía provenir de Dios y que convertía a los reyes en seres extraordinarios, inviolables y superiores.
Con la Revolución Francesa este edificio mitómano se vino abajo en la teoría, pero en la práctica se transformó, pues luego ha habido un Napoleón y muchos poderosos demócratas que a la postre han hecho tanto daño a la libertad como los tiranos etiquetados. Lo mitos de la divinidad que derramaba autoridad sobre algunos mortales escogidos se sustituyen por otros, si bien la religión sigue alimentando la mitomanía en tiranía o en democracia.
ynazi1.jpgHablar de los estados islámicos, en los que la religión forma parte de la esencia legislativa, es ir a bulto, está demasiado claro y es una evidencia palpable cada día. Me refiero a los estados occidentales, supuestamente racionales y laicos, que se acogen al cristianismo en sus diversas ramas y que explotan la culpabilidad como elemento muy productivo para el poder. Cualquier presidente norteamericano repite una y otra vez lo de «Dios salve a América», en Inglaterra es a la reina a la que hay que salvar y en todas partes se invoca a un mito que a veces es terreno, pero un mito. El marxismo fue un mito cuasi religioso en la Rusia stalinista, y la democracia está convirtiéndose en una palabra sagrada, es decir, peligrosa.
Yo no sé si Dios creó al hombre, pero sí estoy convencido de que el hombre ha creado a Dios según la conveniencia de cada momento. Y esos símbolos dan miedo. La convivencia debe regirse por normas democráticas, como el código de la circulación, pero cuando sacralizamos palabras y conceptos como pueblo, bandera, democracia, constitución, estatuto, himno… Entonces estamos convirtiendo en mito lo que es simplemente un instrumento práctico, algo terrenal y necesario.
Me dan miedo estos tiempos, supuestamente democráticos, en los que se milita en el nacionalismo a ultranza, en la suprema unidad de la patria, en el ecologismo irracional o simplemente en un tipo de música que crea maneras de vestir y conductas que casi siempre conducen a la intolerancia. Si llevas un suéter sobre los hombros eres un pijo, si comes carne eres un violento, si cantas rancheras eres un antiguo.
Es para echarse a temblar cuando empieza a haber salvapatrias, paladines de la democracia y guardianes de leyes que se veneran como libros sagrados. Cada vez se hace más verdad lo que Juan Luis Cebrián calificó hace una década como «Dictadura democrática». El que piense que aquí debe haber una agencia tributaria por autonomía es un traidor a la unidad de la patria, el que piense lo contrario es un fascista irredento, y en casi todo igual. Eso se llama intolerancia, es decir, el que no piense como yo es mi enemigo.
znazi1.jpgPor ello recomiendo el acercamiento a los libros de Rosa Sala Rose, ensayista y traductora literaria catalana, que desde su conocimiento de la lengua de Goethe -su madre es alemana-, nos ha dado varios trabajos importantes sobre el tema que tratamos. El primero es de 2003, y se titula Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo, el segundo, aunque menos concreto pero muy cercano a todo esto es El misterioso caso alemán. Un intento de comprender Alemania a través de sus letras, que es de 2006, y un tercero publicado en 2008 que analiza los orígenes de la canción Lili Marleen, un fenómeno muy curioso, que se convirtió en mito para las tropas alemanas y luego incluso para las aliadas, que escuchaban en las trincheras heladas de toda Europa una canción que hablaba de la despedida de una pareja en la puerta de un cuartel cuando él se iba a la guerra. Servía para los alemanes, pero también para los aliados, porque en el campo de batalla no hay más ideología que la de la supervivencia y la nostalgia de una vida que no saben si volverán a recuperar.
Realmente, esta canción es uno de los grandes mitos de la Alemania nazi, la canción que había grabado la entonces famosa cantante alemana Lale Andersen, que siguió siendo famosa en Alemania e incluso llegó a representar a su país en el Festival de Eurovisión de 1961. Forma parte del mito y eso es tan interesante como peligroso, porque los mitos a veces derivan en monstruos.
***
(Este trabajo fue publicado el miércoles pasado en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7)

Publicado el

Obama y el Nobel de la Paz

La concesión del Premio Nobel de la Paz a Barak Husein Obama ha causado sorpresa, pero les aseguro que no es un hecho extraordinario e inaudito. En primer lugar, hay que decir que es el curato presidente de Estados Unidos que lo recibe, aunque sólo Woodrow Wilson lo recibió, como Obama, siendo Presidente (1919); en 1906 lo recibió Theodore Roosevelt y en 2002 Jimmy Carter. En 1973 se veía venir que iban a dárselo a Richard Nixon por los acuerdos de Cam David sobre Oriente Medio y su retirada de Vietnam (derrota), pero al surgir el escándalo Watergate optaron por darse a su Secretario de Estado Henry Kissinger.
Tampoco es nuevo que se le dé a un dirigente político de incidencia mundial cuando está en pleno proceso o cuando incluso está en sus inicios. Así pasó con Willy Brandt para apoyar su idea sobre la Ostpolitik y a Gorvachov para impulsar su Perestroika. Ahora ocurre con Obama, y la verdad no quisiera estar en su lugar, porque si ya se esperaba mucho de él ahora es que se le va a exigir, si no quiere pasar a libro de los renuncios como Kissinger y algunos más.
Como es evidente, el Premio Nobel de la Paz tiene su miga y sus curiosidades. Ha habido premios muy polémicos, aunque a nadie se le ocurre discutir los merecimientos de muchos de sus ganadores, como La Madre Teresa de Calcuta, como el presidente Wilson por su impulso a la Sociedad de Naciones, como Martin Luther King, Nelson Mandela o Desmond Tutu, por su lucha por la igualdad entre las razas, o a Henry Dunant, el fundador de la Cruz Roja, Y otra curiosidad es que aparte del Nobel a su fundador, la Cruz Roja es la única entidad o persona que he recibido el mismo premio más de una vez, hasta tres, en 1917, 1944 y 1963. Pero la curiosidad mayor de este premio es que Gandhi nunca lo recibió, aunque existe la creencia general de que así fue, e incluso se le considera el paradigma del Premio Nobel de la Paz. Pero no, nunca se lo dieron aunque, según cuentan las crónicas, es verdad que estuvo entre los finalistas en cinco ocasiones.
zgaviotas.JPG
En todo caso, ojalá este premio comprometa a Obama de forma irreversible en el camino de la desnuclearización y en la apuesta por el diálogo y no la fuerza bruta.

Publicado el

Madrid 2016 y Gallardón

No estoy muy al tanto de las corrientes y las rivalidades que hay en el PP, aunque tengo que confesar que Gallardón me cae bien, seguramente porque sólo tengo su imagen televisiva, que durante ocho años ha estado unida a la candidatura de Madrid para ser sede de los Juegos Olímpicos, primero de 2012 y ahora de 2016.
Aunque no hay fórmulas matemáticas en la política, suele ocurrir que cuando alguien pone mucho empeño en algo muy grande, une su destino al éxito o fracaso de su empresa. Así pasó hace cuatro años, cuando en Singapur Londres desplazó a Madrid. Creímos que Gallardón estaba acabado, pero él se encaramó en una huida hacia adelante y armó una nueva candidatura, la de ahora, que tiene el problema de que nunca se han celebrado dos juegos seguidos en el mismo continente. Pero vaya usted a saber, una vez es la primera.
2016a.jpgEl caso es que mañana se decide en Copenhague dónde serán los juegos de 2016. La competencia es fuerte, incluso más que en 2005, y encima la candidatura de Chicago va a ser defendida personalmente por el emperador Obama, el hombre de moda. Cruzo los dedos para que salga Madrid, y no quisiera estar ahora mismo en la piel de Gallardón. O sí, porque a lo mejor gana.