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El tiempo como noticia

Cada verano y cada invierno de los últimos años el tiempo se ha convertido en noticia de primera plana en todos los medios. Que es agosto y en Sevilla pasan de los 40 grados, pues se abre el telediario con un termómetro al lado de la Giralda. Que es diciembre y hay una gran nevada en León, pues lo mismo, y se entrevista a varios viandantes que no recuerdan haber visto nunca tanto frío o tanto calor. Luego se ponen las noticias del fútbol y el noticiario queda redondo.
nieve2.jpgMe ocurrió uno de estos días pasado, con el temporal de nieve en La Península. Abren el noticiario con imágenes nevadas de la catedral de Burgos, hacen varias conexiones calcadas en las que se decía que hacía frío aquí y allá, y luego llenaron los deportes con vueltas a la noria sobre la goleada del Madrid y el hexacampeonato del Barça. Al terminar que quedé igual pues ya sabía hasta el aburrimiento que hacía mucho frío, que el Madrid había metido seis goles dos días antes y que el Barça había ganado otra vez. ¿Para qué entonces los noticiarios? ¿Por qué se emperran tanto en las olas de frío y de calor si son habituales cada invierno y cada verano? ¿Será, como dice Pérez-Reverte, que nos hemos vuelto unos blandos? Debe ser eso, porque yo recuerdo una ola de calor de más de 40 grados en Las Palmas en una fecha concreta en 1976, he ido a las hemerotecas -sólo por comparar- y sólo aparecía en una esquinita dedicada al tiempo, donde debe estar, digo yo. Blandos, que nos hemos vuelto unos blandos.
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(Ya sé que hoy es 22 de diciembre, pero me niego a hablar del sorteo de Navidad)

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Gracias, Aminatu

Aminatu: Lo que procede ahora es desearte buena suerte, pero sé que cada persona se fabrica su propio camino, como lo haces tú, y por ello acumulas tanto respeto. Un poeta español, Antonio Machado, dijo que se hace camino al andar, y los clásicos afirman que lo importante es el camino, porque la vida es una ruta por la que tenemos la posibilidad de andar con dignidad o con la cabeza baja. Tu fuerza es una lección para todos. La resistencia pacífica se enfrenta a la violencia, y cuando hay un corazón fuerte se consigue el objetivo: mantener la dignidad. La política es otra cosa, y en el futuro tu nombre será siempre un clamor aunque guardes silencio. Te lo has ganado.
zz-sahara[1].JPGTe admiro por tu firmeza de espíritu, grande como el desierto que es tu hogar, poderoso como el viento que lo modela, infinito como sus granos de arena. Quiero que te acompañe muy buena suerte, porque a veces también ayuda, y yo te deseo lo mejor. Incluso, cuando la suerte ayuda, hay que tener la presencia de ánimo necesaria para administrarla. Y ya que sabes cómo tratar con la adversidad, quiero que en el futuro sólo tengas que vértelas con la fortuna.
Gracias.

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Las palabras delatan y contradicen

Por mucho que controlemos las palabras, el inconsciente siempre está ahí, delatando lo que realmente pensamos. Otras veces, en su ingenuidad informativa, las palabras dicen exactamente lo contrario de lo que pretenden decir. Esto quedó demostrado, una vez más, ayer mismo:
El primer caso es el discurso de Obama al recibir el Nobel de la Paz. Dijo el Presidente norteamericano que para conseguir la paz a veces hace falta la guerra. Es una versión del viejo adagio latino «si vis pacem, para bellum» (si quieres la paz, prepara la guerra). Esta frase, que está manipulada para que suene mejor, como tantas otras expresiones históricas o populares, proviene del escritor romano Flavius Vegetius Renatus (Vegecio para los amigos), y contiene la esencia del Imperio Romano, y emparenta con la famosa expresión que ponen en boca del emperador Tiberio: «Me odian, pero me temen». Es decir, Obama sin darse cuenta (o dándosela) se autoproclama emperador, porque está dispuesto a imponer la paz aunque sea a punta de misil. Estoy convencido de que él no pretendía decir eso, y menos en el momento de recibir el Nobel de la Paz, pero lo ha dicho, y sus palabras lo delatan.
aaax.JPGEl otro caso se refiere a la petición que Cayo Lara, el líder de IU, hizo al Rey para que interviniera en el asunto de Aminatou Hadiar. En una carta firmada por el jefe de la Casa Real «considera que no es el momento oportuno para la realización de gestiones complementarias por parte de su Majestad». Y se produce la paradoja de que, aunque la carta niega la intervención real, el hecho mismo de enviarla significa que está interviniendo, porque se muestra dispuesto a hacerlo siempre que el Gobierno lo considere oportuno. Es decir, hay un mensaje subliminal que viene a decir que puede entrar en escena en cualquier momento. Y aunque no haga más movimientos, ya ha intervenido, cosa que no me parece mal, porque digo yo que la Jefatura del Estado debe servir para algo.
Pues ya ven cómo las palabras delatan o contradicen fuera de la voluntad de quien las usan.