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Huyendo de la realidad

Yo no sé si tiene que ver con la crisis, pero lo cierto es que los temas en los libros de gran éxito, en el cine y en las nuevas series de televisión tienen que ver con lo esotérico, lo extraño y lo inverosimil. Hacía tiempo que tenían éxito series como Entre fantasmas o Medium, de claro matiz sobrenatural, y antes otras series sobre alienígenas como la famosísima Expediente X. img-naves-extraterrestres1[1].jpgPero se trataba de una opción más entre muchas variedades, pues en los últimos años han tenido especial acogida las historias de médicos y hospitales, y siempre las de policías. Después del arrollador éxito de las novelas y series de vampiros adolescentes, ahora nos inundan de novelones, series y películas sobre el más allá, zombies y alienígenas que invaden La Tierra. Y siempre hay una lucha por el dominio, el poder, o ellos o nosotros. En una época en que la realidad es muy inquietante (crisis económica, crisis alimentaria, amenazas de guerras nucleares, revueltas de cualquier signo por doquier, desastres naturales como nunca los ha habido…) los creadores de ficciones, supongo que obedeciendo un impulso de fuga colectivo, se alejan del realismo y de la actualidad (también tienen éxito los relatos supuestamente históricos, seguramente porque remiten a otra época), y nos llenan las librerías, las pantallas de cine y la televisión de muertos vivientes, extraterrestres, personas con poderes mentales increíbles e historias que antes sólo tenían cabida en los cómics más fantasiosos. A este paso, Spiderman va a ser más realista que todas esas historias de vampiros, aparecidos e invasores llegados de una lejana galaxia. Parece que estemos huyendo de la realidad.

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Las redes sociales

awrDibujo.JPGNo niego que la Sociedad de la Información es un avance tremendo, que pueden leerse periódicos de Melbourne al segundo en el ordenador de tu casa o en tu móvil, y que la capacidad de comunicación tecnológica hoy es casi de ciencia-ficción. Sin embargo, tantas posibilidades están llevando a nuestra sociedad a que cada individuo se aísle en su madriguera, sentado delante de una pantalla y ajeno a lo que ocurre en su entorno inmediato. Las redes sociales pueden ser un buen mecanismo de comunicación, pero resulta que hay gente que tiene «amigos» virtuales que viven en Oviedo, en Valparaíso o en Nueva Orleans y no se habla con el vecino de al lado cuando se lo encuentra en el ascensor. Me decía hace unos días un cartero con muchos años de servicio que antes llegaba a un barrio, y cuando una dirección no estaba clara preguntaba a cualquiera dónde era la casa de fulano, y todo el mundo se lo indicaba, e incluso le daban detalles sobre la mejor hora para entregarle una carta certificada. Ahora es imposible, pregunta por una persona desde el portero automático y nadie lo conoce, aunque vive en el mismo edificio. Me incluyeron en Facebook hace un par de años, tengo casi 500 amigos y cuando entro me pierdo en un bosque de saludos que luego tienen poca incidencia en la vida cotidiana, porque los que siguen funcionando son los amigos de siempre, esos con los que te ves o hablas con ellos por teléfono. Y es que una cosa es la capacidad tecnológica de comunicación y otra muy distinta la comunicación real. De todas formas, hay que estar ahí, porque es un canal que no podemos despreciar.

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Antenas de operadoras de telefonía móvil

moviles 1.JPGLos que están tan preocupados por nuestra salud, haciendo leyes que prohíben fumar siempre que se perjudique a otros -y eso está muy bien-, deberían tomar nota de las antenas de las operadoras de teléfonos móviles, que puede que afecten a las personas más de lo que se dice. Los que hayan visto series americanas ambientadas en los años sesenta, o simplemente tiren de memoria, habrán visto que hace cincuenta años ya se sabía lo perjudicial que era el tabaco, pero la publicidad hacía que un hombre fumador fuese más viril y una mujer más moderna si llevaba un cigarrillo entre los dedos. El cigarro era sinónimo de glamour. Se ocultaba el peligro, y la publicidad creó legiones de fumadores, con lo que sería aterrador contar los muertos que ha habido en medio siglo por esa causa.
Con lo móviles puede estar pasando lo mismo, porque mientras unos afirman que tiene efectos nocivos sobre el ser humano otros se valen de estudios supuestamente científicos para decir que el peligro no es tal. Esto de los estudios me hace desconfiar desde que supe que un trabajo universitario holandés afirmaba que la cerveza tiene unas grandes propiedades positivas, otra universidad escocesa determinaba la bondad del whisky como regulador de la tensión y dos estudios -uno francés y otro español- aireaban las virtudes medicinales del vino tinto.
moviles 2.JPGLuego se fue sabiendo que estos estudios estaban financiados por empresas cerveceras, vinateras o destiladores de whisky. ¿Quién me dice que las operadoras telefónicas y los fabricantes de aparatos, con el potencial económico que poseen, no han becado estos estudios sobre el efecto de los móviles? Lo cierto del caso es que hay antenas por doquier, y da la casualidad de que mis trastornos de sueño han llegado coincidiendo con la colocación de una potente antena en una azotea a cincuenta metros de mi mesilla de noche y al lado de un espacio en el que se congregan hasta cinco centros educativos. Ya que están empeñados en velar por mi salud, que lo hagan del todo, porque quiero recuperar el sueño y la tranquilidad. Y si lo escribo aquí es porque reciben por respuesta el silencio administrativo mis escritos a los entes oficiales correspondientes, esos que tocan a rebato cuando les dicen que alguien ha encendido un cigarrillo.