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García Álvarez o el mar de la memoria

Cuando uno piensa en la pintura de José Antonio García Álvarez se llena de azules, porque el mar ha estado siempre en su obra. Hay incluso un azul que tal vez debiera llevar su nombre, porque es muy característico en sus cuadros hasta hace unos años. García Álvarez nació frente al mar y se llenó de mar para trasladarlo a la pintura, incluso cuando sus temas eran otros, siempre el mar estaba al fondo, como premisa inexcusable de un isleño. Sucede que la vida personal nos lleva de acá para allá y el pintor fue a parar Madrid, muy lejos del mar, y más concretamente a la sierra madrileña, un paisaje absolutamente opuesto a la trayectoria pictórica de García Álvarez. desde allí, en la última década, el artista ha trabajado los temas que le llegaban desde la inmediatez, y fue creando otros mundos, amparados a menudo en otras islas, como Sicilia, o en la historia de la pintura como sus memorables Meninas. Así, el pintor se ha ido consolidando como una ventana siempre segura de la luz que aparece por doquier. Porque la pintura de García Álvarez es luz a todas horas, y la distancia ontológica que puso con el mar le permintió entrar en otros espacios y trasladarnos a ellos.
z garcía alvarez.JPGPero el mar seguía ahí, en el ADN, y la playa de Las Canteras es un icono imborrable en la mente de quien la haya conocido y disfrutado de la manera tan intensa con que el artista se ha relacionado con ella. Y está siempre en la memoria. Por eso es un acierto sublime el título de la exposición con que nos ha deleitado durante el último mes en la sala Miller del parque de Santa Catalina: El mar de la memoria. esta exposición es una orgía de salitre, que en buena parte sigue fiel a aquellos azules del origen pero que indaga en los otros colores del mar. Es como el Everest, el pico más alto del mundo, que nació en el fondo oceánico y las fuerzas geológicas han llevado con él caparazones marinos a la cima del mundo. La pintura actual de García Álvarez es así, subida a un Himalaya de talento y expresividad pero llevando consigo la memoria del mar del principio. Hace muchos años que sabemos que estamos ante uno de los artistas plásticos imprescindibles en la reciente historia de las artes plásticas canarias y más allá, y ahora lo disfrutamos en su plenitud, cuando ya no es esclavo de los azules y por el contrario azulea cualquier otro color. Ha conseguido lo que ambiciona todo artista, un estilo, una marca, una huella dactilar, que a mucha distancia delata que estamos ante una obra de José Antonio García Álvarez.

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En la partida de Paco España

Como le ocurre a muchos artistas, Paco España tocó el cielo y bajó al infierno. Ahora se ha ido definitivamente y creo que es el momento de recordar su paso por la vida y el escenario. Fue pionero en un género, el transformismo, que se hizo muy popular en los años ochenta en nuestro país, si bien los más conocidos casi nunca son los que inician el camino. zPaco-España2[1].jpgEn España la estrella del género era el argentino Ángel Pavlovsky, porque salía en televisión y decían que hacía un espectáculo muy afrancesado. Pero antes fue Paco España, que en los setenta era una figura en los mejores locales de Barcelona y Madrid. Su recreación de Lola Flores es memorable. El transformismo se hizo moneda corriente en las noches de fin de semana, cuando los matrimonios conservadores ortodoxos y gentes de orden salían a cenar y luego acudían en tromba a estos espectáculos con un cierto aire de burla. Nunca se respetó a estos artistas como es debido, porque lo que vemos en el escenario tiene un duro trabajo detrás, y necesita un talento especial. Paco España lo tenía, y fue uno de los fundadores y de los más grandes en un género que se columpia entre lo trágico y lo cómico, pero que finalmente es arte cuando está bien hecho, como es el caso. Se ha querido arrinconar el transformismo en antros de mala muerte y ambientes sórdidos, pero deberíamos aprender de los franceses, que entienden que es un número de cabaret, un género que sí que es respetado en París, Berlín o Nueva York. La vida vino con muchas curvas para Paco España. Ojalá se le haga justicia y haya entrado en la historia del cabaret. Descanse en paz.

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ISLAMUNDI de Tato Gonçalves

zxEscanear0001.jpgHay que ver la exposición del fotógrafo Tato Gonçalves en la Galería San Antonio Abad de Las Palmas de Gran Canaria. Como explica el poeta y crítico Javier Cabrera en el umbral del catálogo, las historias que contienen cada uno de los retratos que allí se cuelgan conforman la gran historia de nuestras islas, nuestra propia memoria de siglos, de un Gonçalves que vino de Portugal, de un Déniz que vino de Francia (otros dicen que también de Portugal y se llamaba Dionís). Todos esos nombres extranjeros que se van aclimatando acabarán siendo canarios, como ya pasó con los Bonny, Massieu, Murphy, O’Donell, Acosta, Bethencourt, Alí, O’Shanahan, Kraus, Bosch, Sall, Van De Walle, Bellini, Gourié, Siemens, Delisau, Déniz y Gonçalves… Y también con todos los Rodríguez, Pérez, Ramírez, García y González que vinieron de Castilla, o los fugitivos de las expulsiones varias que se trajeron en el apellido el nombre de su ciudad de procedencia: Zamora, Valencia, Toledo, Vizcaya, Cáceres, Palencia… O su descripción física: Moreno, Castaño, Rubio, Delgado… Todos hemos llegado de fuera, hace una, tres o quince generaciones, esa es la historia que me cuentan las fotos de Tato Gonçalves.
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(Como tiene relación, y fue parte de otro proyecto mestizo en el también participó Tato Gonçalves -La otra ciudad- enlazo el relato con el que contribuí) El postre canario de María Lozano.doc