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La mujer del César no parece honesta

Ya conocen la máxima latina: «La mujer del César no sólo debe ser honesta, también debe parecerlo». Y eso es lo que ocurrido con la ya machacada cacería de Jaén. Presuponiendo la honestidad de los personajes implicados, estos deberían tener más cuidado con sus palabras, sus gestos, sus compañías y sus actos. Lo mismo que un ministro nunca aparece en un acto oficial con vaqueros y cazadora (que podría), también debiera estar más atento a otros protocolos.
ciervo.JPGLa caza fue un modo de vida, pero hoy es un deporte. Dicen que si no se autorizara la caza menor estaríamos hasta arriba de conejos, pero con la caza mayor es otra historia, porque los muflones y los venados que se suelen cazar en los cotos privados han sido criados para eso y soltados para que se les pegue un tiro. Para mí es algo incomprensible.
Como a Manuel Vicent, no me entra en la cabeza que un magistrado disfrute matando animales indefensos, y tampoco un ministro de Justicia. Él dice que ver a un ministro de Justicia matando jabalíes es como ver al de Sanidad borracho, y yo añado que sería como encontrarse al Jefe de la Policía quemando papeleras o a un profesor escupiendo por los pasillos de un colegio. No lo entiendo, y menos aun las palabras con las que pretenden defender lo indefendible.
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¿Dispararía usted contra el animalito de la foto?

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Homenaje a Valentina, mi guitarra

En mi casa hay una guitarra que no es mía. Fue un regalo que hice un 14 de febrero, y mira por donde, al final he sido yo quien más ha disfrutado de su compañía. Y es que yo siempre he visto en esa guitarra una metáfora del amor, algo que regalas y que finalmente te vuelve en razón del ciento por uno.
guita1.JPGSobre el amor han escrito mucho y han cantado más, pero yo creo que no hay poema de amor más hermoso que el simple sonido que sale de una guitarra que amas y que pulsas con todo lo mucho o lo poco que sabes. Esas notas sublimes o torpes son una respuesta a tus caricias. Eso lo sabía Alfredo Zitarrosa, que hasta hablaba con su guitarra negra. Y es que las guitarras son un misterio, y no es porque tengan forma de mujer, sino porque son bellas, y la belleza siempre es misteriosa.
Creo que hoy tocaré un poquito, para terror de mis vecinos, pero luego la dejaré descansar porque esa guitarra es como un permanente camino de ida y vuelta, una caricia en un perpetuo día de San Valentín. Por cierto, ahora me doy cuenta de que es el cumpleaños de la guitarra. Cumple, mmmmmm… Cumple.
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Recomiendo estos enlaces para quien guste de la poesía, de la guitarra, de ambas, o simplemente sea capaz de emocionarse:
Guitarra negra 1
Guitarra negra 2

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Joder, hace ya un cuarto de siglo

Hoy hace 25 años que se nos murió Julio Cortázar. Confieso que a mí los experimentos artísticos no acaban de entusiasmarme, aunque entiendo que son necesarios para la evolución del pensamiento. Como disfrute, prefiero las obras compactas, bien hechas, porque ya es complicado hacerlo así. Nunca me volví loco con El Ulises de Joyce, ni tampoco con Rayuela, de Cortázar, pero sé que son obras que tienen un significado en el trayecto de la literatura.
1958.jpgPor eso tampoco he sido un entusiasta de Fellini (con frecuencia lo llaman genio), porque en cada película hay dos o tres momentos sublimes, pero hay que aguantar hora y media para encontrarlos. Digo sin dudar que dos de las escenas que más me han conmovido en un cine han sido el ataque de los helicópteros en Apocalipse Now, mientras Robert Duval hacía surf y sonaba por los altavoces La cabalgata de las walquirias, y la secuencia del tobogán de La ciudad de las mujeres, de Fellini. Pero sigo prefiriendo a Coppola, porque lo que a mí me gustan son las historias con pulso.
Pero Cortázar era grande, y yo prefiero al Julio de los cuentos, la atmósfera terrible de La casa tomada, a su saxofonista, a la chica del Citroën en el atasco de la autopista. Cortázar es con Borges, Rulfo y Arreola la cima del cuento en castellano. Era argentino pero nació en Bruselas, porque los argentinos, como los de Bilbao, nacen donde les sale de los cojones. Y se nos murió. Joder, y ya hace un cuarto de siglo.