Publicado el

¿Es que no hay más cera que Berlusconi?

Es curioso que la decisión última en todas las elecciones está en manos de los indecisos. Parece un contrasentido, pero es así, porque es ese pequeño porcentaje (no suele ser más allá del 10%) de electores influenciables el que quita y pone reyes, y es para ellos para quienes se hacen las campañas electorales. Cada partido, tendencia o ideología política tiene su espacio básico más o menos acotado, y de ahí es muy difícil que baje, salvo catástrofe. Luego, según se reparta ese 10% de votos indecisos o influenciables, la balanza se inclinará hacia un lado u otro. No deja de ser triste que sea esa minoría, que generalmente no se interesa por la política y que se turna en la abstención (no por convicción sino porque hay un buen día de playa) la que decida sobre el futuro de todos.
890.JPGHasta ahí se puede entender que a menudo ganen los que están en el poder, porque este votante casquivano no quiere perder, o bien gana la oposición porque ese mismo votante ha decidido castigar al gobierno como culpable de todos sus males. Eso es normal, y lógico en cualquier democracia que suele moverse en ciclos con fechas de caducidad.
Lo que no acierto a entender es cómo puede ganar en Italia alguien como Berlusconi, que es cada vez más la caricatura de sí mismo al tiempo que afloran historias realmente grotescas alrededor de su persona. Eso sí que no lo entiendo, y menos entendería que el Parlamento Europeo lo nombrase Presidente de la Comisión. Ha ganado la derecha, pues elegirán -salvo pactos transnacionales que suelen darse en la UE- a alguien de ese sector. Y la pregunta es esta: si ha de ser de derechas el sucesor de Durao Barroso ¿no hay en toda Europa una persona de esa tendencia más presentable que este personaje? ¿Se han fijado que ya hasta imita las posturas fotográficas de Mussolini?

Publicado el

La memoria exige justicia

Hace treinta y seis años que Pinochet, la ultraderecha chilena y la política del letal tándem Nixon-Kissinger quebraron la democracia de Chile, un ejemplo hasta entonces para toda América Latina. La crueldad y el ensañamiento con que trataron de arrasar cualquier idea libre fue de una contumacia espeluznante. Recordar lo acontecido en el Estadio nacional, convertido en campo de exterminio, es para echarse a temblar.
foto12[1].jpgVíctor Jara se convirtió entonces en uno de los emblemas de la resistencia tanta barbarie. Después de la muerte de Allende en el Palacio de La Moneda, el cantautor chileno es un icono de la libertad de expresión, de la denuncia de los intelectuales, de los hombres coherentes. Si como dice Javier Cercas sobre Adolfo Suárez, un hombre puede resumirse en un solo instante de su vida, Víctor Jara es una voz solidaria, comprometida y asesinada. Eso es lo que queda.
Ahora han exhumado su cadáver y tratan de identificar a sus asesinos. Nunca es tarde, y por eso sigo sin entender esa negación de la posibilidad de la memoria justa que hay en España. Mientras los muertos no estén bien enterrados no habrá justicia, y deberíamos tomar ejemplo de Chile, y salir de una vez de esta cerrazón carpetovetónica que sigue dejando los restos de García Lorca en un barranco y los de muchos asesinados en cunetas vengonzantes.

Publicado el

Un baremo sociológico muy peculiar

Si es cierto que el fútbol es un botón de muestra de la sociedad, vamos listos. Yo no creo que sea así, pero sí que en sus alrededores se ve la radiografía de lo que realmente interesa. Podríamos decir que el cotilleo futbolístico es un baremo del pensamiento colectivo, y eso es lo que me hace temblar.
canes.jpgEl domingo el Tenerife puede ser matemáticamente equipo de Primera División, y si no lo será el domingo siguiente, porque tendría que ocurrir una catástrofe para que no ascendiera. Yo no lo celebraría, porque ya saben que para mí el fútbol es sólo eso, fútbol, y salir a la calle en procesión no me sale en ningún caso, pero sí que me alegraría que un equipo canario estuviese entre los grandes.
Con motivo de este hecho meramente deportivo, salen a flote los fanatismos viscerales y los debates estériles. Cuando tenemos el índice más alto de paro del Estado, cuando atravesamos un momento en el que hay que plantearse cuestiones económicas muy duras para el futuro, cuando el mundo pende de que a cuatro locos les dé por apretar un botón, o asistimos a noticias como que narcos que operan en Canarias pasaban dinero a células islamistas, me parece suicida andar en si le quitamos o no el «Gran» a Gran Canaria, en si volvemos a la provincia única anterior a 1927, o si por el contrario avanzamos hacia la doble autonomía. Viendo estas cosas, me da la impresión de que andamos por los años setenta o que hay mucha gente que no ve cómo está el mundo más allá de La Isleta y de Anaga. Por ello creo que el fútbol es un baremo sociológico muy peculiar.