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El Sol nos señala el futuro

Y hoy es la Noche de San Juan, metida en nuestra tradición con la pólvora levantina y las hogueras celtas, porque aquí somos un poco de todo, incluso atlánticos, que es tan obvio como decir que la palmera es un vegetal, aunque esa condición nos venga desde Platón, si es que el griego pensaba que estas islas son los restos de La Atlántida, cosa nada rara si el autor de El banquete era aficionado a ver el canal del National Geografic, donde nos dicen por activa y por pasiva que América estaba unida a Eurasia y Africa y se fue desmembrando.
este.JPGVivo en una ciudad que está en todos los mapas de navegación del mundo, porque durante siglos ha sido parada y fonda de muchas rutas. He dicho muchas veces que para tener notoriedad histórica en Canarias hay que entrar por el puerto, estar unas horas y largarse. Pasarse la vida trabajando por esta tierra no sirve de nada, porque nuestra historia está hecha con transeúntes: Colón, Vespucio, Nelson, Carusso, Agatha Christie, Ignacio Aldecoa, John Huston… Si eres canario y quieres figurar en el libro de la memoria has de irte: Agustín de Bethencourt, Clavijo y Fajardo, Alfredo Kraus, Luis Molwny, Carmen Laforet, Manolo Millares…
Y como es verano oficial desde hoy (el meteorológica empezó hace dos días), conviene salir esta noche a compartir la alegría de un solsticio que en esta ciudad, por las razones que sean, celebramos a lo grande porque el Sol está arriba y nos indica el futuro.

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Otro verano que llega

Desde ayer es verano. Este año hemos pasado del frío al calor en un suspiro, y se ha hecho añicos aquello de que esta es una tierra de eterna primavera. En realidad, no ha habido primavera, y ya estamos a un paso de la Noche de San Juan. En un despiste, nos metemos en Navidad sin darnos cuenta.
verano.JPGY es así cómo se va la vida, contando veranos, Nochebuenas, cumpleaños y mundiales de fútbol. Pero no hay más, y yo creo que vivir sin más es todo un logro. Hay que plantearse metas, pero no obsesionarse con ellas, total, nunca las conseguiremos, porque las metas funcionan como la zanahoria del burro: por muy lejos que llegues, la meta está siempre más allá.
Aunque lo parezca, este no es un post depresivo ni pesimista. Al contrario, es la constatación de que somos unos imbéciles que tenemos cosas en la mano y las despreciamos mientras soñamos con la zanahoria que nunca alcanzaremos. Tampoco es un comentario conformista, sino una reflexión sobre la necesidad de mirar donde estamos. Soñar es bueno, luchar también, pero hay que ser conscientes de lo que ya tenemos en la mochila.

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El fútbol, los millones y la horterada

Es indudable que los 94 millones de euros que se han pagado por Cristiano Ronaldo y sus 10 millones de sueldo anual libres de impuestos (publicidad aparte) han sido la gota que ha rebosado el vaso. Líbreme Dios de defender a CR94 como ahora lo llaman, pero conviene no olvidar que hace casi una década el Real Madrid pagó 65 millones por Zidane, que ahora mismo se acaba de pagar esa cantidad por Kaká, y que cualquier futbolista aventajado se traspasa por 25 o 30 millones, que no es poco. Es más, en números más modestos, son legión los fichajes de entre 5 y 10 millones y hay una caterva de salarios que sobrepasan los 2 millones de euros.
1cc.jpgTambién nos olvidamos de que hay una lista interminable de futbolistas que cobran más de 3 millones de euros limpios. Hace una década que viene siendo así, y la nómina es impresionante, prácticamente todo el Madrid y el Barça titular, medio Atlético de Madrid, buena parte del Valencia, el Villarreal y el Sevilla, y en el extranjero por el estilo, pues las ligas italiana, francesa y alemana tampoco se quedan atrás. La liga inglesa se lleva la palma desde que los magnates rusos empezaron a comprar equipos y a pagar cifras irracionales.
Como se ve, esto no es de ahora, pues ya hace años se denunciaba este disparate. De repente, todos han puesto el grito en el cielo, porque las cantidades son espectaculares y porque Cristiano Ronaldo tiene estampa de hortera de barriada, pero su fichaje no deja de ser otro escalón más de la locura del fútbol.