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El valor de la vida humana

 

Lo más preciado que posee una persona es su propia vida, porque con ella es posible todo, sin ella todo queda reducido a la nada. Por eso me preocupa el escaso valor que se está dando el mero hecho de estar vivo. Y ese respeto a la vida lo merecen, niños, jóvenes, maduros y ancianos, porque  nunca sabemos cuándo acabará, y eso es algo que ningún ser humano debiera decidir, ya se encargará la naturaleza de hacer su parte.

 

 

Hablo de esto porque parece que  en la pandemia y aledaños nos hemos acostumbrado a contar muertos estadísticamente, con cierta alegría porque son menos que ayer o con moderado optimismo que hoy haya «solo» algunos cadáveres más que ayer. Números, la vida se ha convertido en números. Sabemos que la secuencia vida-muerte es propia de la existencia en este planeta, donde surgió una vida racional que no sabemos si existe en otros lugares del universo, pero la vida de cada persona es un suspiro en el tiempo cósmico, y nadie debería convertirse en verdugo de otro.

 

Hay muchas muertes a diario, pero las que podríamos evitar son las que se producen de manera violenta. Sigo sin entender los asesinatos machistas de todo tipo, porque alguien se cree que puede disponer de la vida de la mujer que fanáticamente cree que le pertenece, y da escalofríos ver que estos crímenes se producen en edades muy tempranas y también cuando se ha alcanzado la ancianidad. Es incompresible. Otras muertes evitables son las de las bandas juveniles, que entienden el mundo como una guerra, y se juegan la vida por controlar una calle, y a menudo la pierden. El suicido en edades tempranas es una alarma que se ha encendido, y que nos dice que el mundo que hemos materializado es peligroso por el mero hecho de ser como es.  Y, por supuesto, la guerra es la más infame de todas las causas de muerte, porque siempre proviene de luchas de poder que suelen estar muy lejos de los muertos.

 

Esta semana ha sido especialmente terrible en muertes fruto de la estupidez. Recortan dinero en educación y dirigen los sistemas educativos hacia la ignorancia. Habría que hacer mucha inversión para formar seres humanos, y hacen justamente lo contrario. La vida se ha vuelto moneda de cambio, ya es una gacetilla que en España haya tantas muertes por violencia machista, por luchas de bandas o a causa de la brutalidad inducida por la falta de valores. Siempre decimos que la respuesta está en la educación, pero ha de hacerse en serio.  Como dijo un antiguo rector de la universidad de Harvard, «Si cree que la educación es cara, pruebe con la ignorancia». Lo más terrible es que parece que les interesa aumentar la ignorancia, y ven lo caro que nos está saliendo.

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¡Viva la fanfarria… quiero decir Europa!

 

El lunes 9 de mayo, se celebró como cada año el Día de Europa, que muchos creen que se debe a que esa fue la fecha en la que oficialmente acabó la Guerra en Europa en 1945. Es así y no, porque esa fue también la fecha de la histórica Declaración realizada el 9 de mayo de 1950 por el entonces ministro francés de exteriores, Robert Schuman, que supone el embrión de lo que luego llegaría a ser la UE. Pero es obvio que esa fecha no fue elegida al azar, lo que suponía que una avergonzada y mutilada Alemania entraba en el juego en la fecha de su gran derrota, aunque se dijera entonces que era la derrota del nazismo y el fascismo, aunque este último siguió vivo en España 30 años más, y pudiera ser que fuese un cadáver zombi, porque a veces da la impresión de que ha vuelto a la vida.

 

 

La mayor parte de las incontables guerras europeas tuvieron como contendientes a británicos, franceses, alemanes y españoles. Pero en las más sangrientas solían aparecer germanos y franceses, lo cual llevó a Schuman a intentar asociaciones económicas entre Francia y Alemania, uniendo a otros países, porque cuando el dinero viaja en el mismo barco, no valen los motines para evitar ambos perderlo todo. Así nació la CECA (Comunidad Europea del Carbón y el Acero), embrión de esta Europa que tarda demasiado en creer en sí misma. Lo que nos advirtió Schuman es que esa UE tuviera que ser bendecida, cuando no controlada, por Estados Unidos, que justo un año antes había metido a media Europa y Canadá en la OTAN. Así que hubo que bailar la música de dos orquestas, la político-militar de la OTAN y la económica de Europa. Y claro, así no hay quien coja ritmo.

 

Pero cada 9 de mayo, parece que venga recitando Rubén Darío “¡Ya viene el cortejo! /Ya se oyen los claros clarines”, celebraciones a veces conjuntas, otras por separado, y en Moscú, que para entonces era el enemigo, también la misma fecha, celebrando la derrota de Alemania, y se han ido mezclando los alemanes, los nazis y ahora los neonazis (zombis otra vez), que parecen la misma cosa, y a Alemania empieza a no hacerle gracia que se siga machacando, aunque hay que recordar que lo de los nazis  es  espeluznante hasta en el recuerdo, pero no todos los alemanes eran nazis (¿o sí?).

 

Los franceses tampoco pueden presumir de demócratas antinazis. Me explico, montaron el gobierno colaboracionista de Vichy con un héroe de la anterior guerra (Mariscal Pétain) al frente. Muchos trenes cargados de judíos y de otros elegidos para su desgracia partieron desde Francia hacia los campos de exterminio. Francia no puede hablar muy alto del holocausto. Ya se encargó de tirar de la manta el novelista francés Premio Nobel Patrick Modiano. Como tampoco Italia, que hizo una cabriola histórica y acabó la guerra subida al carro del vencedor, pero ya saben lo del Eje con Berlín y Tokio y otras burradas que contaron con el apoyo italiano a Hitler.

 

Bien, pues ahora todos son demócratas amparados en el poder del dinero de los del Norte (pregunten si no a los griegos), todos son vencedores y suenan las fanfarrias rubenianas también en Moscú, que fue un vencedor de la II Guerra Mundial, y ahora el Kremlin también quiere acabar con el nazismo, que está en Europa, y que ha querido rodear a la Gran Madre Rusia. Por cierto, muy vistoso, “Oro y hierro, el cortejo de los paladines” por la plaza Roja de Moscú, luciendo la bandera de la hoz y el martillo y hasta la de los zares, o sea, el imperio ruso. Y ese ¡Hurra! Gritado a coro en dos sílabas por las tropas resultó muy rubeniano. Eso es lo que tienen los desfiles, todo trompetas, clarines y uniformes relucientes. La guerra es otra cosa, escombros, sangre, dolor y muerte, pero su representación en las capitales lejanas a los frentes es espléndida. Hay que decir que el presidente ucraniano Zelenski se decantó por una celebración ascética y neorrealista.

 

Así que de lo que se trata es de pregonar que todos luchamos contra el nazismo, se reescribe la Historia y ahora todos se opusieron a Hitler. La lista es larga y cansina, sabremos qué pasó con Suecia, qué hicieron los croatas, cómo se aprovechó Suiza… Ni el Vaticano se salva. Pero nada, ¡Vivan los paladines antinazis, sean de donde sean! ¡Viva Rubén Darío! (Y Galdós, que hoy es su cumpleaños).

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Valleseco y Félix Reyes

 

Inauguración de la escultura de

Félix Reyes, en la plaza

de San Vicente Ferrer de Valleseco,

el día 7 de mayo de 2022.

Fotos gentileza de Soledad Quesada

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El autor con su obra

EL PARAGUAS

Debajo del paraguas,

van el olvido, la soledad, la tristeza, el miedo, la angustia, el dolor.

El paraguas solo protege de la lluvia.

 

 

Cuando, bajo el paraguas, dos caminan juntos,

el olvido se vuelve certeza,  la tristeza ilusión, el miedo aventura, la

angustia esperanza, el dolor sosiego.

La soledad simplemente no está, se ha ido con el agua.

El paraguas solo protege de la lluvia.