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Nona ya está en su Catamarca

 

Hoy se me ha muerto Nona Gutiérrez Peñate, nuestra Nona, como nos referíamos a ella sus amigos. Se ha ido silenciosamente y el distanciamiento que nos ha impuesto la covid ha impedido que supiéramos de su enfermedad. Hoy, un wapsapps terrible, enviado por un compañero de tantas horas de alegría, decía casi con miedo: «Nona se nos ha ido». Y es que aquel grupo que tanto compartió durante décadas ha ido cumpliendo años.

 

 

Nona era una mujer con un toque de inocencia que desprendía luz. Siempre la recuerdo riendo y con ganas de que alguien se sacara una guitarra del sombrero para armar lo que llamábamos un guitarreo, aunque casi siempre la guitarra se ahogaba entre tantas voces y tanto jolgorio. Pero es que sin guitarra no había parranda. Por otra parte, era una mujer laboriosa y disciplinada en su trabajo y desde luego la autora de las mejores albóndigas que he probado en mi vida.

 

Cantábamos en su momento y luego con décadas de retraso el cancionero de los años 70, que iba engordando con lo nuevo de Sabina, aunque nunca llegamos a empatar con Jorge Drexler. Nona tenía ese cancionero con las letras de muchísimas canciones, pero cuanto más se animaba el canturreo, más cerca estaba el momento de que ella pidiera al guitarrero, fuese Eduardo, Nino, Pepe o quien fuera, que ya era hora de arrancarse por Paisajes de Catamarca, una zamba argentina que llegó a nosotros con Los Chalchaleros, y que tocarla y, sobre todo cantarla, requería que quien o quienes capitanearan el tenderete/asadero tuvieran cierta solvencia, y aún así, siempre se trataba de evitar para que la fiesta no decayera con una gran canción echada a perder.

 

Y siempre me he preguntado por qué Nona pedía siempre esa canción, aunque hoy, repasando la letra, y tal vez influenciado por la noticia de su partida, he pensado que, tal vez, esas letras sencillas que aparentemente solo son descripciones de un valle argentino camino de Los Andes puedan entenderse como una película de la vida:

 

«Paisajes de Catamarca, / con mil distintos tonos de verde;  / un pueblito aquí, otro más allá, / y un camino largo que baja y se pierde…»

 

Nona, la generosa, sensible y querida Nona, se ha ido. Tal vez se fue a recorrer ese camino largo del que habla la zamba de los Chalchaleros. Estoy seguro de que, si Nona transita por él,  conducirá a un lugar de paz, alegría y tanto cariño como el que ella se lleva de muchas, muchas personas. Notaremos su ausencia, pero tenemos la memoria rebosante de momentos casi mágicos. Descansa en paz, querida Nona,  ya has llegado a Catamarca.

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El Guernica y la vergüenza ajena

 

Que los devotos de la guerra y la destrucción como negocio utilicen la burla y el menosprecio para satirizar los sentimientos más nobles del ser humano no es nuevo, pero nunca habían llegado tan lejos en su prepotencia o su torpeza (prefiero creer que fue lo segundo, porque lo otro sería una ofensa de dimensiones aterradoras), como en el posado fotográfico que las esposas de los mandatarios de los países miembros de la OTAN realizaron hace unos días en el Museo Reina Sofía de Madrid, delante del Guernica, pintado en 1937 por Picasso.

 

 

El Guernica de Picasso no solo fue el mural imprescindible de un par de generaciones, cuando todavía se conservaba la memoria oral de quienes vivieron las atrocidades de la última gran guerra en España y en el Mundo, sino que nació para convertirse en una de las obras más representativas del siglo XX. Siempre hemos sabido que la ultraderecha española y mundial se toman el cuadro en plan chanza de los rojetes que querían hacer el amor y no la guerra, porque se volvió bandera de los deseos de paz a través de horror. El óleo sobre lienzo que surgió con vocación muralista (mide 3,5 metros de altura y casi ocho de longitud) es una muestra sobrecogedora del genio humano, es tan influyente desde el punto de vista político como histórico o emocional. Lo es también desde el mero plano artístico, hasta el punto de que se suele decir hiperbólicamente que, a partir de esta obra de Picasso, el arte pictórico se ha hecho a favor o en contra del Guernica.

 

Como es bien sabido, el cuadro es un encargo que hizo el gobierno de la II República para la Exposición Universal de París en ese año de 1937, con intención de concienciar sobre la guerra civil que acababa de empezar, y buscar simpatías y apoyos de los gobiernos europeos, que luego serían los aliados, para luchar contra el fascismo que ya sobrevolaba Europa.  La visión del cuadro fue un aldabonazo, y logró simpatías de los medios y de millones de personas, pues recorrió media Europa, pero no el apoyo de los países poderosos, que permitieron que la Alemania nazi y la Italia fascista hicieran un ensayo general de la guerra que ellos mismos iniciarían dos años después haciendo alianza con Japón: la mayor matanza de la Historia de la Humanidad.

 

Cuando la guerra se desató, pilló al cuadro de gira, y como Picasso no quería entregarlo a Franco (era propiedad del Estado español), lo envió al MOMA de Nueva York hasta que en España hubiera un gobierno democrático. El regreso definitivo a España tuvo lugar en septiembre de 1981. En realidad, el cuadro se llama así porque cuando Picasso buscaba un hilo conductor de obra tan magna, aconteció el bombardeo de la simbólica ciudad vasca por parte de la aviación alemana e italiana. La cabeza del genio lo tuvo claro, y el 1 de junio, solo cinco días después, ya estaba trabajando directamente sobre aquella superficie de unos 27 metros cuadrados. 35 días después, el 4 de junio, estaba terminado, y su proceso fue documentado fotográficamente por Dora Maar, que entonces era amante del pintor, entre otras (pero esa es otra historia).

 

Para realizar una obra de tanto simbolismo, tanta fuerza y tantos mensajes entrecruzados hay que poseer, además de un talento descomunal, la fuerza física de un atleta y tener grabada en el ADN toda la historia del arte, pues hay guiños al Greco y, por supuesto, a Goya, y así nació un cuadro que es como un mito clásico, pues contiene muchos relatos enlazados que caen de golpe sobre quien mira el cuadro con un mínimo de sensibilidad. No es posible decir que el cuadro significa “esto”. No, es toda una reflexión que puede conducir a quien lo contempla a conclusiones muy complejas. Lo que sí está claro es que se trata de un alegato contra la guerra y una denuncia de la crueldad de la que somos capaces los seres humanos.

 

Madrid, 29 de junio de 2022. Las delegaciones de más de 30 países discutían sobre el fortalecimiento de una alianza militar, siguiendo la máxima romana de “si vis pacem, para bellum” (si quieres la paz, prepara la guerra). No tomaría yo por sabio consejero de la paz a uno de los imperios más belicistas de la Historia. El caso es que, para entretener a sus esposas, mientras los dirigentes preparan la guerra (es por la paz, aceptamos pulpo) a alguien se le ocurrió hacer una gran foto “jijí-jajá” delante de la obra más dolorida y crítica con la guerra en muchos siglos. Si fue adrede, o si fue ignorancia, torpeza o ineptitud es lo de menos. Han ofendido la memoria de millones de muertos, y a mí me han causado indignación y vergüenza ajena. Lo siento.

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Ni siquiera saben mentir

 

Sabemos que la política tiene mucho de arte escénica, y son comprensibles los juegos que se establecen para alcanzar el poder o conservarlo. Pero se supone que esa búsqueda del poder es un medio para tratar de llevar adelante un proyecto colectivo; lo que ya no es de recibo es que el juego político (a menudo con trampas de fulleros) se convierta en la única actividad que ocupe las horas y las energías de quienes son depositarios de la confianza a través del voto.

 

 

El 26 de septiembre de 1960 cambió la manera de hacer política el primer debate electoral televisado entre candidatos a la Casa Blanca; se enfrentaron JFK, aspirante demócrata, y Richard Nixon, vicepresidente del saliente Eisenhower, y casi cantado el siguiente ocupante del Despacho Oval. Pero la elegancia de JFK, su traje cortado a la última, su sonrisa envolvente y el dominio del espacio escénico hicieron que Nixon, el supuesto ganador, desapareciera del mapa. Según los biógrafos de ambos, pocos de los que esa noche cambiaron su voto a favor de JFK recuerdan cuál fue el argumento político, económico o social que les influyó; fue la puesta en escena, la imagen, y, por si fuera poco, salía en los reportajes junto a una Jackie arrasadora. Nixon perdió en una noche toda la ventaja que acumulaba.

 

Y ya fue así a partir de entonces en todo Occidente, la imagen pesa mucho, y, por desgracia, la política se ha convertido en un esmerado trabajo para iluminar la imagen del líder o la lideresa, al tiempo que resulta vital opacar o ensuciar la de los oponentes.  Por ello, los medios de comunicación, en lugar de ser lo que fueron en un principio (El Cuarto Poder), han pasado a ser voceros de una línea política y económica, que engancha con determinadas fuerzas políticas. Las políticas de comunicación han pasado a tomar la cabeza del pelotón, y ya es casi menos importante qué se nos vende que la manera de hacernos llegar el mensaje. Por eso es frecuente oír frases como que tal gobierno no ha sabido trasladar a la ciudadanía lo bien que lo ha hecho.

 

Y ahora estamos en un batiburrillo de políticas comunicativas que son las que al final siempre se llevan el gato al agua. Sabemos de la guerra de Ucrania, que tanto nos está afectando en todos los órdenes, lo que quieren que sepamos, y la impresión es que se pasan el día improvisando. Montan un festival mediático con la Cumbre de la OTAN en Madrid, porque se trata de subir la moral a los propios y añadir opiniones a favor, como si fuera necesario armar semejante circo, cuando lo que vaya a salir de eso que llaman refundación ya lo saben. Es una puesta en escena, aunque cueste millones y bien pudieran resolverlo por teléfono o videoconferencia (que es así como ya lo habrán hecho). A Madrid acuden a firmar y a salir en los medios, que es lo que cuenta.

 

Por aquí andamos igual, ya pensemos en Canarias o en España. Nadie sabe por qué Sánchez cambió la política española con respecto al Sahara y Marruecos, pero está claro que es una nueva improvisación. ¿Estaba en las conversaciones con el Rey de Marruecos alguna frase que pueda explicar la masacre de subsaharianos que se ha perpetrado en la frontera de Melilla y la zona marroquí de Nador? Encima ocurre en las inmediaciones del Monte Gurugú, de sangrienta memoria en la Guerra de África de hace un siglo. La oposición tampoco se libra, porque aquí de lo que se trata es de debilitar al adversario. No tenemos noticias en Canarias de lo que va a pasar con la divisoria de las aguas territoriales con Marruecos, el ministro Albares es como una sombra difusa que no cambia de expresión facial pase lo que pase; hombre, ya que se trata de un juego escénico, ponga algo de su parte, señor ministro, que un día de estos se va a quedar dormido mientras habla.

 

Si el argumento es siempre pura improvisación y la puesta en escena encima es lamentable, no irán a pretender que nos creamos las historias que nos cuentan. Y pasa lo mismo con lo que llaman extrema derecha o extrema izquierda. Tampoco los nacionalismos, que ya sabemos a qué juegan vascos y catalanes (todo tiene un precio en dinero); los canarios, hasta donde yo sé, no juegan a nada, como mucho a aguantarle el farol a quien gobierna en Madrid. Están casi todas las cartas boca arriba y aun así intentan contarnos milongas. Ni unos ni otros, Kennedy por lo menos sabía vestir y sonreía, y con esa imagen tan espléndida casi nos hace volar por los aires durante la crisis de los misiles en Cuba. Pues si no nos creemos ni a JFK, menos vamos a creerlos a ustedes. Ah, sí, poniendo 9.000 millones en medidas pretenden bajar la inflación un 3,5% de una economía de cientos de millones. ¿Qué calculadora están usando? Ni siquiera saben mentir. Digan que la cosa se les ha ido de las manos, y lo mismo los gobiernos autonómicos del PP, y no sigan tratando de liarnos con mentiras que, como en este caso, se ven de lejos porque, ya saben, los números son tozudos.