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Ya somos siete mil millones


zzxxFoto0156.JPGPrimero dijeron que el niño que cerraba la cifra de siete mil millones era un bebé de Kaliningrado (para otros Königsberg), y luego la ONU le concedió el número a una niña filipina. La verdad es que que resulta muy complicado saber quién hace ese número, pues hay una suma-resta permanente de nacidos y difuntos, de manera que realmente no sabemos quién es el ciudadano o ciudadana número siete mil millones. Se le adjudica a alguien simbólicamente, y por eso valía más el caso anterios, por ser la histórica ciudad de los siete puentes que inspiraron el problema matemático de Euler. Hay que tender puentes. El caso es que no sé si la cosa es para celebrarla porque la riqueza sigue estando en manos de unos pocos y muchos millones están condenados a la misería. Decía un cooperante que los miles de personas que cada día cruzan la frontera sur de Somalia para refugiarse en Kenia entrarán en unos campos de refugiados de los que nunca saldrán. Terrible perspectiva, pero a la ONU le ha parecido bien dar un campanazo porque ya somos más. Inquietante siglo XXI, que empezó mal y parece que se complica, porque los países emergentes quieren crecer industrialmente, pero eso significa más contaminación, y ellos alegan con razón que tienen el mismo derecho a cargarse la atmófera y los océanos que los países desarrollados. De todas formas, larga vida al ciudadano-a siete mil millones, sea quien sea.

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La misa y la guerra

El pueblo, que pasa por ser muy sabio, solía decir que «en tiempos de guerra no se oye misa», dando a entender que cuando hay una situación complicada lo que urge es concentrar todo el esfuerzo en salir de ella. Eso parece lógico, pero en medio de esta crisis brutal, algunos -muchos- han cambiado la frase por la de «a río revuelto, ganancia de pescadores». zzpiscinnn.JPGPor mucho que hablen y digan, todo está como en suspenso en espera de las elecciones del día 20, y los movimientos que se hacen en la UE obedecen a los intereses de Alemania y un poquito de Francia. Merkel se comporta como una madre autoritaria, y se olvida de que si Alemania tiene más fuerza es porque vende sus productos en los países que tanto alecciona. Ya dije hace casi dos décadas, al poco tiempo de la reunificación alemana que Europa capial Berlín, y se me tiraron al cuello. Los norteamericanos tampoco son flojos, y allí lo que manda es el negocio a cualquier precio. Ahora quieren reabrir los yacimientos de uranio que hay en la zona del Gran Cañon. Si es o no zona medioambiental protegida, parque natural o reserva de biosfera les importa un carajo cuando el precio del uranio está por la nubes. Siempre es lo mismo, pan para hoy y hambre para mañana, y el gran empresariado, que es igual en todas partes, aprovecha el ambiente de crisis para ajustar costes con los despidos, aunque siga teniendo el mismo trabajo. Esa es una de las cosas que no se entienden en el sector turístico canario, dicen que estamos repletos de visitantes y sin embargo el paro sigue creciendo en el sector. Que me lo expliquen, porque si todos tenemos que apretarnos el cinturón no sé qué letra de la palabra «todos» no entienden.

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Un brote después del diluvio

La desaparición de Manuel González Sosa viene a clausurar una época de nuestra literatura, que dio comienzo en plena Guerra Civil y se prolonga hasta ahora, porque aún tenemos felizmente viva a María Dolores de la Fe. En los años cuarenta comenzaba a rebullir la cultura en Gran Canaria, en medio de la desolación general y la mordaza impuesta por la dictadura, que entonces quería asentarse y no se andaba por las ramas. Pero la literatura se movía en todas direcciones, y a pesar de que, en palabras de Agustín Millares, «Ningún pájaro vuela, cuando el aire no existe», los pájaros de la literatura trataban de levantar el vuelo desde diferentes palomares. Uno fue sin duda la generación de Antología Cercada, con Lezcano, los Millares, Ventura y Angel Johan, pero también se movían en distintos ámbitos y géneros Juan Manuel Trujillo, Isidro Miranda, Chano de la Nuez, además de Manuel González Sosa y sus entonces inseparables Carmen Laforet y María Dolores de la Fe.
Hay que decir, que en este grupo, en el que también se solía mover Pancho Guerra, una década mayor que ellos, había dos maneras de enfrentarse a la vida. Por un lado estaban el creador de Pepe Monagas y Mª Dolores de la Fe, que se apoyaban en el costumbrismo y el humor tanto en la literatura como en lo cotidiano. Por el otro, más circunspectos y exentos de cualquier concesión a la sonrisa, Carmen Laforet, que se decantó claramente por la narrativa y fue la que inauguró el Premio Nadal con su novela Nada, y el poeta que acaba de dejarnos, siempre en el extremo del rigor, que seguramente le impidió publicar más versos por una autoexigencia a veces exagerada. Había un quinto, que cuando paraba por Las Palmas iba a su aire -siempre fue por libre-, con la ironía y el desparpajo sin faltar a la norma, que fue Antonio de la Nuez Caballero. A ambos, Antonio y Manuel, podría vérseles hasta no hace muchos años en su tertulia semanal del Hotel Madrid.
zmgs.JPGA pesar de su carácter menos expansivo, González Sosa fue un animador cultural importante, sobre todo en las décadas siguientes, cuando creó la revista San Borondón, uno de cuyos números dedicó a un poeta llamado Félix Luján y que cuentan que no era otro que él mismo, haciendo una especie de juego de heterónimos del que poetas atlánticos como Pessoa y Quesada tanto gustaban. También fue el fundador de las páginas culturales Cartel de las letras y de las artes en el Diario de Las Palmas, que en una época como aquella fue una puerta abierta para oxigenar la literatura que entonces tenía que hacerse casi de contrabando.
La obra de Manuel González Sosa se reparte por lo tanto en pequeñas entregas y algunos libros que fueron su alfa y omega, como Sonetos andariegos (1958) y Laberinto de espejos (1994), y media docena más en medio. González Sosa es una voz de las muchas que surgieron cuando todo se cubrió de negro, y esas voces, poco a poco, trajeron la luz con no poco esfuerzo. Ese tiempo, que hoy nos imaginamos como brotes después del diluvio, se nos antoja como un nuevo origen que, por circunstancias tan trágicas, surgía en el aire. Ha muerto un poeta de aquellos, un alistador de canales de riego de la literatura y el arte; cumple pues que, en su partida, demos noticia de lo que aportó como generador de dinámicas, que es como hoy lo llamarían los monitores de marketing. Descanse en paz.
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(Este trabajo se publicó el miércoles en la edición impresa de Canarias7)