Elegir a los mercaderes
Hoy no iba a escribir, porque para mí es Día de Fiesta Universal. Pero
al final he escrito: sé que la mejor felicitación es seguir caminando.
He oído que el domingo hay elecciones, y algo de eso debe ser porque he visto algunos carteles por la calle principal cercana a mi casa. También me han dicho que es un trámite, que parece que el ganador está cantado, y todos los amigos que me han comentado algo hablan de ir a votar unas opciones muy lejanas a los dos grandes partidos. También me dicen que si votas a esa gente alimentas a los grandes, porque como no alcanzan el mínimo para el reparto según una ley de un belga que aplican por aquí, se van al limbo. Digo yo que si toda la gente que piensa en eso que antes llamaban «voto útil» eligiera esas papeletas a lo mejor se alcanzaba ese mínimo. Luego están los que votan al gran perdedor para que el otro no arrase, y siempre están los que votan al que se supone que va a ganar, y de ese modo siempre se sienten ganadores. Hace años, alguien me decía: «¿Pero cómo se te ocurre votar a ese partido si el que va a ganar es este otro?» Yo creía que eran una elecciones, no las cotizaciones de la bolsa. Y como también he oído que hay nueve millones de posibles abstenciones, me pregunto qué pasaría si todas esas personas se levantaran el domingo con ganas de votar. Pero claro, estas cosas solo ocurren en las películas de Woddy Allen, en las que los personajes se salen de la pantalla y se mezclan con los de la vida real. Y otra pregunta: si los que mandan son los mercados, ¿por qué no elegimos a los mercaderes?