El formalismo del mensaje del Rey
Lo del día siguiente al mensaje de Navidad del Rey es cada año un dejá vu. Sabemos que el texto está pesado y medido por muchos expertos, que el Gobierno de turno da su toque y que es una relación de generalidades sobre lo que ha acontecido durante el año. Eso sí, es todo un arte de los constructores del discurso, decir a medias, hacer frases ambiguas que se supone quieren decir esto o lo otro. Entre otras muchas cosas, este año se ha referido al final de ETA, al paro, a la crisis y dicen que habló del tema Urdangarín cuando se refirió a conductas irregulares y la igualdad de la justicia para todos. Bueno; también podría estar refieriéndose a Camps, a los EREs de Andalucía o al pobre que robó una gallina.
Pero es una tradición, y los partidos entran en valoraciones sobre lo que ha dicho. Y yo me pregunto: ¿qué otra cosa podría decir sobre los temas propuestos? La decoración, la fotos enmarcadas en los muebles que lo rodean y otros detalles son interpretados como elementos del mensaje. Y yo creo que debiera decir lo que quiera, y si no puede porque la Constitución no lo deja, pues a olvidarse de códigos de juguete. En realidad, ya que somos tan entusiastas de los formalismos, el Rey podría salir en televisión con una copa de vino en la mano (turnándose Rioja, Priorato, Valdepeñas, Rivera del Duero, Tacoronte-Acentejo, Cariñera, Ribeiro …), desear Feliz Navidad y a otra cosa.