Los más de cuarenta ladrones de Alí Babá
Por simplificar, diré que la RAE dice que la ética es el conjunto de normas morales que rigen la conducta humana, porque si nos metemos en harina podríamos estar un ratito largo y finalmente habría que llamar a Rubén Benítez Florido para que nos delimite todos los aspectos que se han desarrollado durante milenios de pensamiento. Pero volviendo a la definición de la RAE, que es como la fugaz proyección de muchos siglos de comportamiento humano, habrá que convenir que estamos en el apogeo de una ópera bufa que en lugar de risa da asco. Nos hablan de una sacrosanta Constitución que se pasan por el arco del triunfo artículo por artículo, y se muestran como representantes del interés colectivo. Mientras tanto, tratan de vender a una Caja de Ahorros una colección de pinturas que los técnicos valoran en 3 millones en 54. Sí, sí, han leído bien, cincuenta y cuatro, con todas las letras. Esta vez no coló, pero hemos perdido la cuenta de las maniobras similiares que sí han colado. Y estos, otros y los de más allá, siguen ahí, dando lecciones de ética, culpabilizando a las víctimas (nosotros) de sus desmadres, sin guardar la más mínima línea estética, como si las leyes no fueran con ellos. Los jueces que tratan de poner orden acaban en el banquillo de los acusados, hay fiscales que se comportan como abogados defensores de los corruptos, que son cogidos en contradicciones y mentiras monumentales y a nadie se le cae la cara de vergüenza. Ya conocemos a Alí Babá, pero cuento los ladrones y me salen más de cuarenta.
Hace unos años que una época está dando carpetazo, y la muerte de Peter O’Toole es otra página más de ese libro de los muertos que formaron parte de nuestra vida, referencias que nos trasladan a momentos y memorias que nos son gratas, seguramente porque entonces éramos más jóvenes. Hay actores y actrices que unen su nombre a un personaje mítico, sea real o de ficción (a veces más de uno), y así siempre el Doctor Zhivago tendrá el rostro de Omar Shariff, Ben-Hur el de Charlton Heston, La Reina Virgen el de Glenda Jackson y Lolita el de Sue Lyon. Peter O’Toole protagonizó muchas películas inolvidables, entre la audacia, la elegancia, el mal genio y hasta la comicidad. Era un actor a veces excesivo, pero imprimía carisma a sus personajes, fuese el de un ladrón de guante blanco junto a la extraordinaria Audrey Herpburn, de insufrible instructor de baile o de profesor de estricto colegio briánico. Pero está más en la memoria cinematográfica por sus interpretaciones de personajes históricos, que él hacía a su manera, y así el Lord Jim de Joseph Conrad es una de sus marcas. Pero sin duda, per secula seculorum, por muchas versiones que hagan (si se atreven) Peter O’Toole será el gran incono cinematográfico del Coronel Thomas Edward Lawrence, Lawrence de Arabia, uno de los personajes más icónicos de la historia del cine. Se va Peter O’Toole, quedan Lord Jim, Svengali, Mr, Chips y sobre todo el Coronel Lawrence, el de celuloide, Lawrence de Arabia.