Publicado el

Un país dialogante… Y dos yunques

DIÁLOGO 1

Rubalcaba.- Es que ustedes, con su mayoría absoluta, no han querido escuchar a nadie en la Reforma Laboral, la Ley de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada (el nombre parece una burla), las leyes de Wert, la de Seguridad Ciudadana, las subidas del IVA…
Rajoy.- Si no tiene propuesta alternativas, lo que tiene que hacer es callarse. Haga alguna aportación, y si no déjenos trabajar.

DIÁLOGO 2

Artur Mas.- Cataluña tiene derecho a decidir, y lo harán solamente los catalanes, porque somos una nación.
Felipe González.- Para decidir sobre Cataluña hay que preguntar a todos los españoles.

DIÁLOGO 3

PAULINO RIVERO.- Las prospecciones petrolíferas son un peligro para Canarias y su principal fuente de riqueza, el turismo.
SORIA.- Las prospecciones petrolíferas son una fuente de riqueza para Canarias.
yunque_grande_01[1].jpgAsí me gusta , que haya diálogo, aunque no veo que se entrecruce una sola idea. Felipe González dice que deberíamos olvidar la historia de España salvo los últimos 30 años, y tanto el PP como Artur Mas parecen empeñados justamente en lo contrario, olvidar las tres décadas de consenso y volver a los cinco siglos de follón que nos han precedido.

Publicado el

Roma traidoribus non premiat


zzzz20140124_134314.jpgEsta es una historia cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia. Se trata del relato que da lugar a la frase «Roma no paga a traidores», que en el título va en latin porque es más solemne (dónde va a parar). Antes nos contaban en el colegio la gesta de Viriato, un valiente caudillo lusitano (portugués, para seguirnos entendiendo), y digo antes porque si en tiempos muy pretéritos se incidía en la historia desde una falsa visión de heroísmo ibérico, los sucesivos planes de estudios casi la han hecho desaparecer.
El caso es que no había manera de que la gran Roma preimperial (siglo II a.c.) llegase al Atlántico, porque, cada vez que los romanos se acercaban a Portugal, Viriato machacaba una detrás de otra las tropas de centuriones tan prestigiosos como Cayo Vetilio, Cayo Plancio y Cayo Nigido (los enumero para documentar que llamarse Cayo era para los romanos como ahora llamarse Manolo). Entonces, el cónsul Escipión mandó a otro centurión, un tal Marco Pompilio Lenas (esto ya tenía más nivel, era como llamarse Carlos Javier), con el encargo de que sobornara a tres lusitanos, con nombres de más porte: Àudax (Pedro), Ditalco (José) y Minurus (Ramírez) para que traicionaran a su líder y lo eliminaran. Cuando el trío se presentó en el campamento romano con la cabeza de Viriato y para cobrar la recompensa, el cónsul Escipión pronunció la dichosa frasecita (Roma no paga a traidores), y además ordenó: «¡Que los quiten del Mundo!»
Y los quitaron. Al menos fue así cómo me lo contaron. Ya digo, una historia que no tiene relación con la actualidad.

Publicado el

Platero y yo no es la historia de un burro


Platero y yo es un libro singular, pero es apenas la cabeza del iceberg que significa la obra de Juan Jamón Jiménez en la literatura en español. Se trata de una narración elegiaca cuya primera versión fue publicada en 1914; tres años más tarde hizo una edición con más capítulos, pero el poeta no quedó conforme, pues siempre tuvo la intención de ampliarlo, y hasta escribió algunos capítulos de lo que sería una especie de segunda parte y que incluso llegó a titular como La otra vida de Platero. Nada de esto cristalizó y el libro que hoy conocemos como definitivo es la versión de 1917.
zzz Platero 1.JPGCuando mencionaba la importancia de JRJ en nuestra literatura no hablaba por hablar. Lo mismo que, después de un barroco tremendo en el que Cervantes y El Lazarillo alargaban su sombra hasta bien entrado el siglo XIX, llegó Galdós y metió en la modernidad a la narrativa de nuestra lengua, el poeta de Moguer, casi medio siglo después, lo hizo con la poesía; es decir; JRJ fundó el siglo XX de la poesía en español.
La sombra de Góngora, Quevedo, Santa Teresa, Lope, Calderón y San Juan de la Cruz alcanzaban incluso más allá del romanticismo. Bécquer, Espronceda y Rosalía (que también fue poeta en castellano) se adscribieron a las corrientes europeas del romanticismo que eran más ideológicas que lingüísticas. Cuando ese alargamiento romántico se tiñó del Azul (1888) modernista con Rubén Darío, esas nuevas maneras prendieron en la Hispanoamérica de José Martí, Amado Nervo y Leopoldo Lugones, y pronto saltaron a España haciendo de bisagra de dos siglos. El propio JRJ veló sus primeras armas poéticas abducido por la música del modernismo.
zzz Platero 2.JPGPero el modernismo, que en las mayoría de las bellas artes y la arquitectura marcó un antes y un después, en literatura fue flor de un día que sentó pocas bases para las siguientes generaciones. Mientras Villaespesa, Machado (Manuel), Rueda y nuestro Tomás Morales se entregaban al ruidoso festín de sonidos que se poblaba de faunos, princesas deslumbrantes, gigantes mitológicos, quioscos de malaquita, héroes invencibles o monstruos marinos que no casaban metafóricamente con el mundo real, JRJ quiso entrar en la poesía sin más equipaje que su propia esencia. Y entró.
Un renombrado y docto profesor isleño (omito el nombre porque él nunca se atrevió a escribirlo y solo lo comentaba de viva voz en privado) comparaba a los rimbombantes poetas modernistas con viajantes que llevaban un saco que sonaba mucho pero que solo contenía chatarra. Luego aparecieron viajantes silenciosos que traían el saco lleno de poesía, y ahí entraban JRJ en el ámbito del español y Alonso Quesada en Canarias. En la segunda década del siglo XX, cuando JRJ tenía apenas treinta años y ya en su haber poemarios tan importantes como Arias tristes o La Soledad Sonora, cada vez más simbolistas y menos modernistas (al final casi ni eso), surge el nuevo Juan Ramón, el que escribiría el epitafio del modernismo literario y abriría para la poesía española e hispanoamericana las puestas del siglo XX. Paradójicamente, como en un sutil juego de palabras, sepulta el modernismo y alumbra la modernidad.
Y el acta de nacimiento de esa nueva manera de abordar el mundo no es un poemario, sino un libro en prosa, una narración: Platero y yo. Con un lenguaje tan sencillo que muchos creyeron que escribía intencionadamente para niños (no era así), JRJ se enfrentó a lo efímero de la vida, representada por Platero, un asno. Era casi una provocación; veníamos de una poesía modernista en la que abundaban los caballos alados, las mariposas multicolores, los unicornios y los pavos reales, y JRJ nos presenta un humilde pollino. Pero no es un libro sobre un asno, es una memoria aparentemente infantil de las peripecias de ese Platero vivo por las callejas de Moguer hasta que el narrador lo supone «feliz en tu prado de rosas eternas».
zzz Platero 3.JPGA partir de ahí la obra de JRJ creció más y más, lejos ya de los corsé modernistas, y es ahora el poeta fundador del que son herederos todos los que desde hace cien años escriben poesía en nuestra lengua. Es la fuente, y la primera gota del manantial poético es precisamente un libro en prosa, Platero y yo. Incluso los poetas que nunca lo han leído (que los hay) escriben en su tiempo porque él desoyó la fanfarria modernista y desató el nudo gordiano que tan magistralmente ataron los grandes poetas del Siglo de Oro. Ese «Yo» que está en el título del libro es el que compromete al poeta con voz esencial de la conciencia propia y de la colectividad.
La vida y la personalidad de JRJ son azarosas y muy interesantes, pero no son el objeto de este trabajo. Mucho se ha dicho y escrito sobre su difícil carácter, y poco de su generosidad y su compromiso personal en la vida cívica. Se cuenta que, cuando le concedieron el Premio Nobel en 1956, año y medio antes de morir, un periodista de Puerto Rico, donde entonces vivía exiliado el poeta, le preguntó por qué había escrito un libro sobre un burro. Parece ser que reportero y cámara salieron a gorrazos de la vivienda que el poeta tenía en la zona universitaria de Río Piedras. Si esta anécdota no es verdad, debiera serlo, porque Platero y yo no es la historia de un burro. Es un faro que a veces olvidamos pero que sigue alumbrando.
***
(Este trabajo fue publicado en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7 el miércoles 28 de enero).